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Las contradicciones vitales del CEO de Colbún Opinión

Las contradicciones vitales del CEO de Colbún

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Rodrigo Castillo Murillo
Por : Rodrigo Castillo Murillo Abogado, especialista en temas regulatorios y director académico del Magister en Regulación Económica, UAI.
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Mientras las empresas de energía renovable luchan por su supervivencia en un marco desfavorable, los gigantes energéticos como Colbún parecen maniobrar e intentan influir en la política pública para mantener un sistema que les favorece.


En una entrevista con un medio local, publicada el pasado domingo, el CEO de Colbún, José Ignacio Escobar, señala con toda razón que nuestro país está pagando caro el congelamiento de las tarifas eléctricas. Sin embargo, agrega también que la inmensa deuda que se ha acumulado producto de este congelamiento –en el caso de Colbún– “nos impacta muy poco”.

Y es verdad. No son empresas como Colbún las perjudicadas, sino las empresas de energía renovable (a muchas de las cuales asesoro o he asesorado como abogado y, por lo tanto, conozco en profundidad), las que han debido enfrentar no solo el costo financiero asociado a estas medidas, sino también una inmensa variedad de distorsiones regulatorias, que ya han provocado la quiebra de algunas y que amenazan la continuidad de otras tantas.

Es desconcertarte el contraste en la entrevista, entre declararse muy escuchado por las autoridades y, al mismo tiempo, criticar prácticamente todas las iniciativas gubernamentales y sugiere una compleja dinámica de poder e influencia, donde el diálogo parece más una formalidad que una vía real hacia el entendimiento y el cambio.

En lo referente a la Ley de Transición Energética, el CEO de Colbún señala que es complicado cuando el Estado “se mete a distribuir un cierto valor”, pero no tiene en cuenta que estas asignaciones han sido siempre reguladas por el Estado. Así, el llamado de Escobar a no intervenir en un proceso históricamente caracterizado por la intervención estatal revela más bien una preferencia por no tocar el modelo de mercado que ha beneficiado a las empresas incumbentes como Colbún.

De este modo, la supuesta visión de largo plazo que Escobar asocia con la postura de su empresa, en realidad parece ser una defensa inquebrantable del statu quo. Y es lógico, pues el statu quo ha permitido a su compañía batir récords de Ebitda año tras año, pese a que sus principales insumos, los combustibles fósiles, también han alcanzado precios récords.

La última paradoja mencionada en la entrevista, es cuando Escobar advierte respecto de una eventual sobreinstalación de centrales renovables en el norte del país, lo que contrasta directamente con la construcción del proyecto eólico Horizonte de Colbún, el más grande de nuestro país, precisamente ubicado en la zona norte, el que con su entrada en operación profundizará las congestiones de transmisión y las horas de costo cero, lo que revela una estrategia que, o parece desafiar la lógica comercial y regulatoria, o da cuenta de algo más que no se termina de aclarar o de entender.

Esta serie de contradicciones y paradojas en las declaraciones de Escobar no solo plantean interrogantes sobre la coherencia de las políticas internas de Colbún, lo que en última instancia solo sería un problema de ellos, sino también sobre el rol de las grandes corporaciones en la transición energética del país.

Mientras las empresas de energía renovable luchan por su supervivencia en un marco desfavorable, los gigantes energéticos como Colbún parecen maniobrar e intentan influir en la política pública para mantener un sistema que les favorece, incluso cuando este sistema enfrenta críticas transversales por su falta de sostenibilidad y equidad.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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