La economía creativa, crucial para el desarrollo de cualquier nación moderna, requiere de una inversión estratégica en arte y cultura, lo que a su vez fomenta la innovación y el emprendimiento.
Hace pocos días conocimos el informe preliminar de la Relatora Especial de la ONU en la esfera de los derechos culturales, Alexandra Xanthaki, de reciente visita en el país. En él se destacan tanto los logros como las áreas críticas en la promoción y protección de los derechos culturales en Chile.
Si bien destaca los esfuerzos por fomentar la diversidad y la interculturalidad, así como la escena cultural que caracteriza a nuestro país, indica con claridad un conjunto de desafíos y temas pendientes, que requieren una reflexión profunda y acciones concretas por parte del Gobierno y de la sociedad en su conjunto. El informe también pasa por alto cuestiones que, en nuestra opinión, resultan centrales para Chile y para cualquier sociedad.
La integración del arte y la cultura en nuestra educación y políticas públicas no solo es una cuestión de preservación patrimonial, sino un pilar fundamental para el desarrollo sostenible y la cohesión social. La falta de un marco legal que reconozca y proteja los derechos culturales de todos los chilenos, la necesidad de una mayor descentralización de las políticas culturales, y una más sólida integración de la cultura en el sistema educativo, son aspectos que no podemos seguir ignorando.
La economía creativa, crucial para el desarrollo de cualquier nación moderna, requiere de una inversión estratégica en arte y cultura, lo que a su vez fomenta la innovación y el emprendimiento. La educación, vista a través de la lente del arte y la cultura, promueve una formación integral que va más allá del conocimiento técnico o disciplinario, preparando a los jóvenes para enfrentar los desafíos de un mundo globalizado con creatividad, empatía y una sólida conciencia social.
El informe destaca, y con razón, la urgente necesidad de abordar estas cuestiones desde una perspectiva holística, en lugar de a través de proyectos fragmentados. La creación del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio fue un paso positivo, pero es fundamental que se le doten los recursos necesarios para cumplir con sus promesas y compromisos.
En este sentido, el cumplimiento del compromiso del Gobierno, de alcanzar al menos el 1% de participación en el presupuesto público para el desarrollo del arte, la cultura y el patrimonio, es urgente y las excusas ya no resultan tolerables. Además, el proceso de participación ciudadana en la gestión cultural debe ser revisado y fortalecido, asegurando que todas las voces sean escuchadas y valoradas en la conformación de nuestra identidad cultural.
Finalmente, una omisión notoria en el informe es la nula mención a la precaria realidad laboral en la que se encuentra la gran mayoría de las trabajadoras y los trabajadores del sector cultural en Chile. La falta de estabilidad laboral, los bajos ingresos y la escasa protección social son desafíos cotidianos para muchos artistas y profesionales de la cultura, quienes contribuyen de manera invaluable al tejido social y al desarrollo integral del país. Esta realidad no solo menoscaba la dignidad y los derechos de los trabajadores culturales, sino que también socava el potencial de la cultura como motor de desarrollo y bienestar. Es urgente que este aspecto sea abordado de manera integral, reconociendo y fortaleciendo la actividad artística y la cultura como ámbitos de trabajo digno y sostenible.
Es momento de que Chile reconozca la cultura no solo como un adorno, sino como el corazón mismo de nuestra identidad nacional y un motor esencial para nuestro desarrollo. La cultura debe ser vista como un derecho, no como un lujo, y es responsabilidad del Estado garantizar su acceso y disfrute por parte de toda la ciudadanía.
Instamos al Gobierno a considerar estas reflexiones y a tomar medidas concretas para abordar las deficiencias señaladas. Es imperativo que trabajemos juntos para construir una sociedad que no solo valore su rica herencia cultural y artística, sino que también invierta en su futuro cultural. Porque, al final del día, un país que cuida su cultura y fomenta con decisión el desarrollo de las artes, es un país que cuida la calidad de vida de su gente y se proyecta al mundo con identidad propia, más allá de las frías cifras y el majadero discurso del crecimiento.
La Unión Nacional de Artistas de Chile reitera su compromiso de ser parte de este esfuerzo, trabajando de la mano con las autoridades y la comunidad para asegurar que la cultura y la actividad artística ocupen el lugar que merecen en la agenda de desarrollo de nuestra nación.