El turismo en Chile ha experimentado un crecimiento significativo en las últimas décadas, atrayendo visitantes de todas las latitudes a destinos que van desde el desierto de Atacama hasta los glaciares de la Patagonia.
Cada 22 de abril se celebra el Día Mundial de la Tierra, una ocasión que nos invita a reflexionar sobre nuestro papel como especie en este planeta y los desafíos que enfrentamos en su preservación y nuestra propia supervivencia. En el contexto de Chile, una nación que normalmente consideramos bendecida por su diversidad geográfica y una riqueza natural incomparables, el desarrollo turístico emerge como una doble oportunidad y responsabilidad: la de aprovechar nuestros territorios para el desarrollo armónico, sostenible y responsable, y la de proteger la vida en todas sus expresiones.
El turismo en Chile ha experimentado un crecimiento significativo en las últimas décadas, atrayendo visitantes de todas las latitudes a destinos que van desde el desierto de Atacama hasta los glaciares de la Patagonia. Sin embargo, este crecimiento no puede ser a expensas de la degradación del entorno que lo hace tan atractivo, de la opresión neocolonial de las comunidades ni de la dependencia económica. Es imperativo que Chile abrace un enfoque de desarrollo turístico que armonice la explotación de sus recursos con su conservación a largo plazo.
Esto implica equilibrar las necesidades de los turistas y la industria con la protección del medio ambiente, la preservación cultural y el bienestar de las comunidades locales. Esto requiere una planificación cuidadosa, políticas sólidas y una colaboración activa entre el Gobierno, las empresas turísticas y la sociedad civil.
En primer lugar, es fundamental establecer regulaciones y directrices claras que fomenten prácticas turísticas responsables, la sostenibilidad y la regeneración de nuestros destinos. Esto implica limitar el desarrollo descontrolado de infraestructuras turísticas en áreas sensibles, como dunas o bosques, promover el uso eficiente de los recursos naturales y garantizar el respeto por las comunidades locales y sus tradiciones.
Además, la educación juega un papel crucial en la promoción de un turismo consciente. Tanto los turistas como los residentes deben ser conscientes del impacto de sus acciones en el medio ambiente y la cultura local, y de cómo pueden contribuir a su conservación. Programas de sensibilización y capacitación pueden ayudar a cultivar una cultura de respeto y responsabilidad entre todos los actores involucrados en la industria turística.
Por otro lado, el desarrollo turístico sostenible también ofrece oportunidades económicas y sociales significativas para las comunidades locales, al incluir la creación de empleos locales, el apoyo a pequeñas empresas y la promoción de productos y servicios autóctonos.
Por último, pero no menos importante, el turismo sostenible requiere un compromiso continuo con la conservación del medio ambiente: la creación y, por sobre todo, el mantenimiento de áreas protegidas, la implementación de prácticas de turismo regenerativo y la promoción de la conservación ambiental entre los visitantes.
Este 22 de abril y cada día del año, el desarrollo turístico en Chile debe ser visto no solo como una oportunidad económica de corto plazo, sino también como un compromiso vital con la preservación de nuestro patrimonio natural y cultural, con la protección de la vida.
En el Día Mundial de la Tierra, debemos recordar que somos guardianes de este planeta y que tenemos la responsabilidad de protegerlo. Adoptar un enfoque de turismo sostenible o, mejor aún, regenerativo, es una necesidad y una oportunidad para construir un futuro más próspero, equitativo y en armonía con la naturaleza.