El problema de todo esto es que se olvida rápido, porque mientras Lavín se va de viaje y Torrealba se va a su casa con arresto domiciliario, dando lecciones a los “jóvenes” periodistas que lo entrevistan a la salida de la cárcel, la corrupción sigue con sus tentáculos.
“Esto se transformó en una comuna 24/7, que no para nunca. Yo me preocupé de que así fuera”. Con esas palabras reapareció hace algunos días Joaquín Lavín, exalcalde de Las Condes que está cuestionado por el millonario sobrepago de horas extras durante su gestión, pero que se pasea por medios de comunicación impunemente, dando cátedras de bondad y probidad con una “brillante” frase: “A lo mejor hay problemas administrativos, a lo mejor lo hicieron mal y corresponde que se penalice si es el caso, pero ¿casos de corrupción? Yo no creo”.
Hagamos un poco de historia. Lavín salió electo dos veces como alcalde de Las Condes (1992-1999; 2016-2021). En 1997 contrató a Juan Peña Peña, tesorero municipal que se mantuvo en el cargo hasta febrero de este año, cuando fue encontrado muerto en dependencias de la municipalidad, mientras era investigado por la Fiscalía de Alta Complejidad por las abultadas horas extras registradas por el municipio, que alcanzaron la no despreciable suma de 8 mil millones de pesos.
Pero “Joaco”, mencionado así por sus cercanos en el histórico video donde defiende al dictador Pinochet durante su arresto en Londres, habla con un buenismo digno de un versículo bíblico, como si la corrupción y la falta de control fueran un mero tecnicismo, algo menor. Uno esperaría algo de pudor, vergüenza o, a lo menos, autocrítica, considerando el gran desfalco que existe en Las Condes, pero “Joaco” no conoce de esos términos. Es más, justifica la falsificación y abultamiento de horas extras, considerando que “gracias a eso la comuna es 24/7”. ¿Cómo es posible que un personaje así se pasee por los medios dictando cátedra?
La actual alcaldesa, Daniela Peñaloza, no lo ha hecho mejor. Su pobre gestión, llena de situaciones gravísimas, como la compra a doble precio para el Cesfam, el pago de subresueldos, las nuevas millonarias horas extras, la compra directa, sin licitaciones, a proveedores vinculados al jefe de Compras del municipio, y un largo etcétera, culmina cambiándole el nombre a Cuarto Centenario por el del fallecido expresidente Piñera, saltándose el acuerdo original que se firmó con quien hace décadas cedió los terrenos para dicha avenida. El último gesto de Lavín fue quitarle el piso a su sucesora, pretendiendo de esa manera desligarse de los escándalos que arrastra Las Condes desde los años 90. Mientras tanto, “Joaco” camina tranquilo, da entrevistas y sigue como si nada hubiese sucedido. Total, para eso hay buenos abogados y buenos amigos.
La situación no es muy distinta en Vitacura, donde el exalcalde Raúl Torrealba, una persona que antaño era vitoreada y celebrada en su sector, resultó ser un corrupto más, porque tras su formalización se dio a conocer el modus operandi: dinero en efectivo en sobres, la creación de las espurias “Corporaciones Vita”, a las que traspasa fondos sin ningún tipo de control y que terminaron parando en las cuentas personales del “Tronco”. Sin embargo, la justificación de Torrealba fue “la plata de Vitacura está en Vitacura”. El robo da lo mismo, porque una parte se ocupó. Todo perdonado.
El problema de todo esto es que se olvida rápido, porque mientras Lavín se va de viaje y Torrealba se va a su casa con arresto domiciliario, dando lecciones a los “jóvenes” periodistas que lo entrevistan a la salida de la cárcel, la corrupción sigue con sus tentáculos, porque alguien siempre lo justifica y lo defiende.
Estos son solo dos de los cientos de casos que actualmente están siendo investigados por la Fiscalía y la Contraloría. Mientras tanto, el “Joaco” sigue por la vida tranquilo. Total, para eso están los amigos.