Chile tiene potencial para convertirse en un importante productor mundial de energías limpias, lo que podría ayudar a nuevas capacidades industriales que tomen el relevo del sector minero, y el sector minero sigue garantizando una entrada constante de divisas.
Estancamiento. Al leer la prensa, llama la atención la cantidad de artículos que explican la falta de crecimiento de la economía por la crisis política que vive el país. Y, al frente de las causas, el excesivo número de partidos políticos, que condenarían mutuamente a la impotencia al Ejecutivo y al Congreso. No se trata aquí de negar la importancia de la política. Tiene su propia dinámica, aunque hay que señalar que a Países Bajos no le va tan mal a pesar de tener 48 partidos políticos, 19 de los cuales están presentes en el Parlamento.
Se pueden observar, en el caso de Chile, poderosos vientos en contra del crecimiento, que deben analizarse detenidamente si queremos contrarrestarlos. Así que hay argumentos para dar vuelta la explicación: ¿no sería tal vez el estancamiento económico el que, con el tiempo, está impulsando la actual crisis política?
Dos cosas para empezar. Primero, el estancamiento de la productividad y del crecimiento es un fenómeno global sobre el que los economistas se están rascando la cabeza. Pero es más preocupante para Chile, que normalmente debería estar en proceso de alcanzar a otros países y que ahora parece atrapado en lo que se llama la trampa de los ingresos medios.
Segundo, no hay que confundir lo que fueron los años jaguar de Chile, a grandes rasgos desde el retorno de la democracia hasta 2012. Chile tenía instituciones sólidas (¡sí, la política juega un papel!) y, sobre todo, se había vuelto políticamente aceptable. El capital extranjero entraba a raudales. El flujo anual de inversión directa alcanzó el 10% del PIB en algunos años, a lo que se sumó la sorpresa de un precio del cobre muy alto entre 2006 y 2011. Esta inversión impulsó la demanda, pero también tuvo un efecto beneficioso sobre la oferta: mejores infraestructuras, mejores servicios de agua y electricidad, mejores servicios financieros, etc. Pero una vez realizada la inversión, los reemplazos son menos fáciles de encontrar. No se construye un segundo servicio de agua, una segunda ampliación del aeropuerto, etc. De hecho, aparte del sector minero y, como veremos, del energético, los flujos de inversión directa extranjera representan ahora una parte menor de la economía, lo que nos lleva a la lista de vientos en contra:
Por supuesto, hay cielos azules por delante. Chile tiene potencial para convertirse en un importante productor mundial de energías limpias, lo que podría ayudar a nuevas capacidades industriales que tomen el relevo del sector minero, y el sector minero sigue garantizando una entrada constante de divisas, a las que hay que dar un buen uso. Y las instituciones del país siguen siendo notablemente sólidas.
Ya que volvemos a la política, dos puntos más. Son la estabilidad, el dinamismo y la calidad de vida del país los que han atraído en el pasado reciente un flujo significativo de inmigrantes, incluido el autor de esta columna. Los economistas generalmente consideran la inmigración como un factor de crecimiento, especialmente la de Venezuela y su nivel relativamente alto de educación. Pero el estancamiento ahora parece impedir que este flujo encuentre trabajo acorde con estas habilidades. Los cruciales problemas de seguridad de hoy, que con demasiada frecuencia están vinculados únicamente a la inmigración, no son ajenos a este mercado laboral empantanado a la fuerza por la falta de crecimiento.
Lo mismo ocurre con la educación, un ámbito en el que debemos invertir. Leemos que nuestro sistema universitario otorga con demasiada facilidad títulos “de cartón”, vacíos de contenido y en cualquier caso poco adaptados al desarrollo económico. Esta obsesión es el tema del último libro de Pablo Ortúzar. Pero también aquí el estancamiento tiene su papel. Nuestros ingenieros de IA (¡y los hay muy buenos!) trabajan más para optimizar el marketing de productos financieros o de champús importados que para ayudar a la CAP a aumentar la competitividad de su acero.