Los últimos días han servido para confirmar mis peores temores. Nuevos indicios han surgido, arrojando más sombras sobre el futuro del litio en Chile y en particular de este acuerdo.
En mis dos columnas anteriores, expresé mis preocupaciones sobre la fragilidad de la Estrategia Nacional del Litio, que descansa en gran medida en el anunciado acuerdo entre SQM y Codelco. Recientemente, el propio Máximo Pacheco, presidente de Codelco, ha afirmado que el 85% de las ganancias por el litio chileno provendrá de este pacto. Sin embargo, lejos de consolidarse, este acuerdo se ve envuelto en una maraña de dificultades, incertidumbres y acusaciones.
En mi última columna, analicé cómo el contexto político y económico actual socava la viabilidad de este tipo de acuerdos. Enfaticé la importancia fundamental de la transparencia y la legalidad en cada etapa del proceso, considerando el impacto potencial negativo que este podría tener en el ahorro de los trabajadores a través de los fondos de pensión y en la pérdida de confianza de potenciales inversores extranjeros.
Sin embargo, los últimos días han servido para confirmar mis peores temores. Nuevos indicios han surgido, arrojando más sombras sobre el futuro del litio en Chile y en particular de este acuerdo.
En la última junta de accionistas de SQM, su principal accionista minoritario ha puesto sobre la mesa su intención de tomar acciones legales si la operación se somete a un proceso adecuado de aprobación. Un nuevo capítulo en la saga de la gobernanza corporativa de SQM y la protección de los intereses minoritarios.
Semanas después de que expirara el plazo que le prohibía participar en la gestión de SQM, Julio Ponce Lerou hace su jugada: nombra a sus tres hijos como directores de las 5 empresas cascadas que controlan SQM en alianza con la japonesa Kowa. Un movimiento que se produce en un momento crucial, a pocas semanas de que se cumpla el nuevo plazo fijado por las partes para cerrar este acuerdo.
Este hecho no solo confirma el secreto a voces sobre el total control que Ponce Lerou ejerce en SQM, sino que también proyecta una sombra sobre la integridad del acuerdo que definirá el futuro del litio en Chile, nada menos que hasta el año 2060.
Como académico, entiendo que la economía no opera en el vacío. Las percepciones y las acciones de los actores económicos pueden influir significativamente en los resultados. La situación actual del litio en Chile es un claro ejemplo de cómo elementos no estrictamente económicos, como las maniobras políticas y las relaciones familiares, pueden distorsionar los mercados y complicar las políticas públicas.
Francamente, todo esto parece una tragicomedia, pero, por desgracia, es la cruda realidad.
Es fundamental exigir transparencia absoluta en todo el proceso de negociación y ejecución del acuerdo entre SQM y Codelco. Se deben establecer mecanismos sólidos para garantizar la gobernanza corporativa y la protección de los intereses de todos los actores involucrados, incluyendo al Estado chileno, los accionistas minoritarios, los trabajadores y la ciudadanía.
El litio es un recurso estratégico para el país, y su gestión debe ser transparente, responsable y sostenible, beneficiando a todos los chilenos. El costo de hacerlo mal, tiene un solo resultado posible: todos pierden, principalmente el país.