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Valor arquitectónico versus valor patrimonial Opinión

Valor arquitectónico versus valor patrimonial

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Alberto Sato Kotani
Por : Alberto Sato Kotani Académico Facultad de Arquitectura, Arte y Diseño UDP
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Desde el punto de vista estrictamente arquitectónico, el edificio puede resultar un fiasco y, en consecuencia, el valor patrimonial histórico adquiere más relevancia que su valor arquitectónico.


El patrimonio edificado está asociado con la memoria, a la manera de la imagen congelada de un tiempo histórico que recuerda vivencias o, en la mayoría de las ocasiones, da testimonio de una circunstancia histórica relevante. Por imperio de la memoria, las cualidades del edificio pasan a un segundo lugar.

Un edificio construido con el gusto ecléctico de la última parte del fin-de-siècle francés, que se utilizó como residencia de celebridades políticas y magnates, generalmente ubicados en el territorio de quien fuera el empresario ferrocarrilero Henry Meiggs (amigo de Benjamín Vicuña Mackenna, intendente y gran urbanizador de Santiago), determinó un perímetro de residencia que actualmente cubre el área de las estaciones República y Los Héroes. Allí se instalaron estas celebridades del comercio, la banca y la minería que quedaron registrados en la memoria selectiva ―más que colectiva―, al igual que las edificaciones que albergan la memoria constituyente de la historia de la nación.

Sin embargo, desde el punto de vista estrictamente arquitectónico, el edificio puede resultar un fiasco y, en consecuencia, el valor patrimonial histórico adquiere más relevancia que su valor arquitectónico. Si esta confusión se aplica en las escuelas de arquitectura, la educación estética podría empobrecerse en beneficio de sus contenidos: sucedía cuando este último dominaba sobre las formas en el espíritu revolucionario que animaba a las vanguardias de los años veinte hasta los años sesenta y que, sin embargo, prevalece.

Don Sergio Larraín García Moreno, padre de la arquitectura moderna en Chile, en una entrevista concedida al arquitecto Humberto Eliash en 1982, criticaba a los edificios eclécticos de fin de siglo santiaguino. En algunos casos, se los llamaba “torta de bodas”, debido a sus excesivos elementos decorativos. Conocedor de la cultura francesa de las Bellas Artes, Sergio Larraín sabía distinguir cualidades en la arquitectura: no era una acción inocentemente iconoclasta en beneficio de la arquitectura moderna, sino una distinción que no aceptaba ni confundía lo bueno de lo malo. Se refirió a su profesor “…García Postigo, que es el autor de la Biblioteca Nacional, edificio que también yo odiaba y me parecía un vómito (…). Todos esos adornos, esas cosas, todos esos colgajos que tenía, la cantidad de columnas, la ubicación en la Alameda, todo me parecía un horror. Me dijo a mí [García Postigo]: ‘Yo le prevengo, jovencito Larraín, usted no me va venir con sus historias de arquitectura moderna aquí, usted va hacer la verdadera arquitectura, usted va hacer arquitectura aquí, no esas cosas de construcción’…”.

La anécdota revelaba una crisis generacional teórica y de proyecto, que encarnada en Larraín, rechazaba lo viejo y reglamentado. Así, en 1929, el arquitecto, junto con Jorge Arteaga, edificaron el edificio Oberpaur ―inicialmente destinado a una gran tienda―, a la manera de los grand magazins europeos, con escaleras mecánicas, en la esquina de Huérfanos con Estado. Las críticas que recibió fueron mayores que las lanzadas por el mismo Larraín contra los edificios eclécticos: la desnudez despojada de sus fachadas lisas, su aventanamiento horizontal corrido, la esquina redondeada sin gracia, entre otros horrores del Oberpaur, modelaron la opinión pública acerca de lo que realmente prometía la arquitectura moderna.

Con la ayuda de estas campañas, Santiago se incorporó lentamente al proceso de modernización, al menos edificatoria, mientras los edificios de fin de siglo gozaban de la aceptación del público hasta su reconocimiento como bien patrimonial, que rige en Chile bajo el Decreto Ley N°3.056 del 16 de enero de 1980, si bien la Ley de Monumentos Nacionales rige desde 1925.

El modelo de referencia del Oberpaur fueron los almacenes Schoken, de 1926, construidos en Stuttgart por el maestro de la arquitectura moderna, el alemán Eric Mendelsohn, pero fueron demolidos en 1960. Ante el debate sobre la demolición de este ícono de la arquitectura moderna, la viuda del arquitecto declaró que “ya había cumplido su función”, o sea, respondiendo a los propios principios de la modernidad, no cabía más que eliminarlo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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