Los futuros conflictos entre grandes potencias probablemente serán de desgaste y Occidente debe reevaluar su preparación para tales guerras, incluyendo su capacidad industrial y estrategias de movilización.
Al comenzar la guerra en Ucrania, gran parte del mundo occidental pensaba que el conflicto sería breve. Craso error. La estrategia rusa, desde un comienzo, ha sido recurrir al agotamiento de las Fuerzas Armadas ucranianas.
Hace algunas semanas, un investigador del Royal United Services Institute del Reino Unido –un think tank que aborda temas relacionados con seguridad y defensa– publicó una investigación sobre el tipo de guerra llevada a cabo en Ucrania: la guerra de desgaste.
Este tipo de guerra, a diferencia de las guerras de maniobra, depende de un enfoque “centrado en la fuerza” y requiere una capacidad industrial masiva, extensión territorial y condiciones tecnológicas que limiten el movimiento rápido. El éxito depende de la capacidad de un Estado para reemplazar pérdidas y generar nuevas formaciones, en lugar de realizar maniobras tácticas. El bando que se enfoque en destruir las fuerzas enemigas en lugar de ganar terreno tiene una mayor probabilidad de ganar.
En los conflictos bélicos recientes, hemos visto que Occidente no está preparado para guerras de desgaste, prefiriendo conflictos cortos y decisivos. Los juegos de guerra históricos y recientes reflejan una mala comprensión de la estrategia de desgaste, que probablemente caracterice las guerras entre potencias de similar capacidad.
Las guerras de desgaste se ganan por las economías, no por los ejércitos, ya que dependen de la capacidad para producir en masa armas y movilizar fuerzas rápidamente, demandando grandes cantidades de vehículos blindados, drones, productos electrónicos y otros equipos de combate. Dado que las armas avanzadas son muy complejas de fabricar y requieren vastos recursos, es imprescindible contar con una combinación de fuerzas y armas de alta y baja tecnología para lograr la victoria.
Las armas de alta gama, aunque tienen un rendimiento superior, son difíciles de producir y requieren mucho tiempo y recursos, especialmente en un conflicto con altas tasas de desgaste. Durante la Segunda Guerra Mundial recordemos que los tanques Panzer alemanes eran excelentes, pero con recursos similares los soviéticos producían ocho T-34 por cada Panzer.
Esta superioridad de rendimiento no compensaba la desventaja numérica. Además, las armas de alta gama necesitan tropas altamente entrenadas, y este entrenamiento requiere un tiempo que no está disponible en una guerra de desgaste. El reporte sobre capacidades industriales de defensa presentado al Senado de EE.UU. en 2018 señala que las economías occidentales tienen dificultades con la producción en masa, debido a su enfoque en la hipereficiencia (reducción de capacidad excesiva) y la dependencia de cadenas de suministro globales, que se interrumpen en tiempos de guerra.
Según Vershinin, la generación de fuerzas requiere una mezcla de soldados profesionales y conscriptos en masa. La dependencia de la OTAN en suboficiales altamente entrenados es una desventaja en guerras de desgaste, ya que estos tardan años en desarrollarse. El modelo soviético, con un gran número de reservas semientrenadas, está mejor adaptado para la expansión rápida y los conflictos a gran escala.
Las operaciones militares en guerras de desgaste se centran en destruir las fuerzas enemigas y su capacidad de regeneración, con el combate dividido en dos fases: una fase inicial de acumulación de recursos y una fase posterior de ofensivas a lo largo de un frente amplio una vez que las condiciones son favorables. Esta estrategia enfatiza la preservación del poder de combate propio y el uso extensivo de artillería y fortificaciones.
La complejidad del campo de batalla moderno y la necesidad de sistemas bien integrados hacen que la maniobra profunda sea difícil. Los ataques superficiales, bien apoyados, son más factibles. La estrategia efectiva de desgaste implica planificación centralizada y oficiales de Estado Mayor bien entrenados. El éxito en una guerra de desgaste depende de la planificación industrial y de movilización en tiempos de paz, la gestión cuidadosa de los recursos y la comprensión de las fortalezas y debilidades económicas.
El pensamiento militar occidental, enfocado en ofensivas decisivas, debe adaptarse a la realidad de los conflictos prolongados. Los futuros conflictos entre grandes potencias probablemente serán de desgaste y Occidente debe reevaluar su preparación para tales guerras, incluyendo su capacidad industrial y estrategias de movilización.