La elección de Donald Trump, más que ser un “factor de estabilidad” y prosperidad económica global, acentuará las tensiones a nivel global.
Si Donald Trump es elegido presidente de los Estados Unidos este noviembre -y, por ahora, todo indica que así será- podría desatarse la “tormenta perfecta”. La globalización y el orden geopolítico internacional están en crisis, una profunda crisis, la peor de las últimas décadas y todo “apunta” a que empeorará. Nos estamos enfrentando al deterioro acelerado del orden económico y político internacional, y la elección de Trump -recientemente condenado en Nueva York- sólo empeorará el ya enrarecido contexto internacional.
Es difícil de creer, pero es muy posible que este noviembre, un ex presidente, que solo un par de semanas atrás fuera encontrado culpable de 34 cargos tipificados como “crímenes federales”, en la Corte de Nueva York -y con al menos otros tres juicios pendientes en otros Estados, sea elegido nuevamente, presidente de los EE.UU. Como si eso no fuera suficiente, en el pasado, Trump mostró admiración por el “manejo” y las “prácticas políticas” empleadas por Putin en Rusia. Inició la “guerra comercial” con China y ordenó la expulsión de miles de inmigrantes e hizo construir “el muro de la desgracia” en la frontera sur, con México. Mantuvo también una tensa relación al interior de la OTAN y solo recientemente -durante su campaña- amenazó una vez más, “a los miembros morosos” de la Alianza a dejarlos a su suerte (BBC News Mundo, 13 de febrero, 2024). Durante su mandato, además, “encendió” las alarmas en el Medio Oriente con sus incendiarias medidas y declaraciones “anti musulmanas” y el traslado de la Embajada Estadounidense a Jerusalén y, ahora -en su actual campaña- continúa “echándole leña al fuego”. Analistas estadounidenses esperan que, de ser elegido, se alineará más decididamente con Israel, acentuando el actual conflicto, en lugar de intentar poner término a la guerra y al desastre humanitario en la Franja de Gaza. La elección de Donald Trump, más que ser un “factor de estabilidad” y prosperidad económica global, acentuará las tensiones a nivel global. Como ilustración, no olvidemos que, en nuestro caso, la Administración Trump, postergó inexcusablemente la resolución de temas de ingreso de productos agrícolas de gran interés comercial de Chile. Todo un récord.
Y en lo “económico”, su “America First” muy posiblemente arrasará con la ruta trazada por Jake Sullivan -Consejero de Seguridad Nacional de Joe Biden- de “ir más allá de los tratados comerciales tradicionales” e implementar “formas innovativas de cooperación internacional” que han dado pie a iniciativas de posible interés global (Foreign Affairs, 27 de mayo, 2024). Al respecto, se debe mencionar -entre otras- la “Indo-Pacific Economic Framework” impulsada con países del Asia – Pacífico y en Latinoamérica y el Caribe, la “Alianza para la Prosperidad Económica en las Américas”, anunciada por Joe Biden en la Cumbre de los Ángeles. Los EE.UU. trabaja y coordina, “iniciativas” en la producción de semiconductores con Corea, Japón, Taiwán, India y Europa, y en la industria pesada, con la “The Global Arrangement on Steel and Aluminum”, iniciada con países europeos y que se replicaría en otras naciones.
Hoy, Estados Unidos impulsa la “Minerals Security Partnership”, con 16 miembros, incluyendo Canadá, el Asia – Pacífico y Europa, que busca incentivar la producción de minerales críticos para la transición energética, asegurando al mismo tiempo, sus redes comerciales. Por último, se debe mencionar, también, la “Partnership for Global Infrastructure and Investment” que movilizaría billones de dólares en obras de infraestructura física y digital en países de ingresos medios y bajos (¡una “Ruta de la Seda” al estilo estadounidense!) que a fines de 2023 ya había identificado una cartera cercana a 100 proyectos en África, América Latina y el Caribe, Asia-Pacífico, y los Balcanes occidentales. Pero -al ser elegido- la gran desconfianza que genera Donald Trump y su “America First”, en Europa y en países tales como India, Japón y Corea, al menos, paralizará la gran mayoría de estas iniciativas.
Por su parte, la Unión Europea, frente a las “amenazas” geopolítica, económica y comercial que representa el creciente poderío de China y un “vacilante” Estados Unidos, busca empoderarse y asumir un liderazgo político – económico mayor a nivel global. Pero, para ello necesita -entre otros factores- “acortar diferencias” y estrechar los lazos políticos y económicos con Latinoamérica, y así lo dejó ver en la última Cumbre de la CELAC en Bruselas, en el 2023. No obstante, Europa está “conflictuada” por una serie de tensiones externas, así como al interior de la Unión. Para empezar, la invasión y guerra en Ucrania trae aparejados efectos que van bastante más allá de ser una guerra interminable en su frontera oriental, pues pone en tela de juicio su independencia energética y deja al descubierto la poco confiable e insana relación establecida con Rusia. Al mismo tiempo, tensiona las relaciones al interior de la OTAN -pilar básico de la defensa europea- y cuestiona aún más el posible ingreso de Ucrania a la Unión, por el impacto que tendría -como productor y exportador de cereales de nivel global- en la esperada reforma de la Política Agrícola de UE, ya tensionada por las constantes protestas de granjeros europeos.
Pero Europa se encuentra tensionada también, por las dificultades encontradas para articular una “propuesta de salida” al eterno conflicto árabe – israelí y a las atrocidades de la actual guerra en Gaza, así como con las imparables “olas” de inmigrantes del Medio Oriente y Norte de África, que se “enrace” aún más, dado que la gran mayoría de los inmigrantes son profesos musulmanes. Más aún, los gobiernos progresistas de la Unión se paralizan ante las “salidas de libreto” de Gobiernos “díscolos” o “derechizados” y las dificultades para dirimir las “urgencias” que impone la “estancada” ampliación de la Unión Europea (UE). Así, Europa ahora deberá desenvolverse en un escenario internacional cada vez más hostil y deberá “redireccionar” sus prioridades internacionales. Y, todo esto en medio de la incertidumbre de las elecciones del Parlamento Europeo y su posible “derechización”. La “Nueva agenda para las relaciones entre la UE y América Latina y el Caribe”, dada a conocer para la última Cumbre de la UE – CELAC (Comisión Europea, 7 de junio, 2023) muy posiblemente pasará al olvido.
Décadas atrás, Chile se abrió al mundo, pues nos dijeron que no podíamos “cerrarnos” si queríamos desarrollarnos, y lo hicimos “con todo”, como campeones que somos. Más bien, que creemos serlo. Los EE.UU. y la UE “fueron los aleros” tradicionales bajo los cuales Latinoamérica se ha “cobijado” en tiempos difíciles. Después de todo, nos ha unido un pasado histórico común, que -por cierto- no ha estado ausente de tensiones y conflictos, y así buscamos nuevos caminos y mercados, e ingresamos al Asia – Pacífico, en especial a China. Con este país hemos firmado decenas de acuerdos y pasamos a ser miembro de la élite de la “Segunda Ruta de la Seda”. Aun así, el “Girante Asiático” -con frecuencia- “nos lee la cartilla” y “pautea” también. Pero el Asia – Pacífico tampoco es una “taza de té”, y hoy está tensionada por los recurrentes lanzamientos de cohetes de Corea del Norte por sobre sus vecinos y los ejercicios navales de China y de los EE.UU., en el mar de China, así como las reiteradas declaraciones de China sobre Taiwán y el mar territorial. Hoy, en lo económico, el 72% de las exportaciones chilenas está en manos de sólo 5 países, y 3 de ellos (Japón y Corea y China) representan el 51% del total. El último -China- recibe cerca del 40% del total exportado, casi exclusivamente recursos naturales, metales y minerales.
Y ahora, en este escenario ¿qué haremos? Parece que no lo sabemos. Cito textualmente la última Cuenta Pública del presidente que -respecto de Chile- nos dice “… la apertura al mundo ha sido en las últimas décadas su motor de progreso [… y que …] el curso actual de la humanidad plantea desafíos gigantescos”. De acuerdo, por ello lo titulo como la “tormenta perfecta”. Y ¿qué haremos al respecto? La presentación de la Cuenta Pública 2024 -para todos los efectos prácticos- elude “olímpicamente” dar respuesta a temas de política comercial y no ofrece ninguna solución a los enormes desafíos que hoy enfrentamos. La Cancillería / SUBREI -hasta ahora- solo sigue proponiendo hacer más de lo mismo ¿Incompetencia? o ¿Hay una propuesta que no conocemos? No obstante, nos enfrentamos –como el propio presidente lo dijo- a desafíos gigantescos y, al parecer, estamos paralizados.
Los “aleros” que tradicionalmente nos dieron “albergue” -algo, al menos- enfrentan una crisis de envergadura; el Medio Oriente está “en llamas”; las instituciones de la ONU sólo son respetadas por los grandes y poderosos cuando les “viene o queda bien”; la inmigración irregular, el crimen y corrupción internacional traspasan nuestras fronteras libremente, y las “urgencias” del cambio climático crecen a diarios. Y ¿Qué haremos? Ciertamente, solos no podremos hacerlo ¿En qué dirección miraremos? Si mal no recuerdo, había un dicho que decía algo parecido a “… No seremos muchos, pero somos choros” (Adaptado para l@s lector@s que puedan ofenderse). Intentémoslo. Europa comenzó su proceso de integración con solo 6 participantes y hoy la UE tiene 27 países miembros. Sí, se puede.