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El caso del Hito 1, un análisis después de la tormenta Opinión

El caso del Hito 1, un análisis después de la tormenta

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Richard Kouyoumdjian Inglis
Por : Richard Kouyoumdjian Inglis Experto en Defensa y Seguridad Nacional
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En nuestra larga relación con la Argentina estamos llenos de ejemplos que demuestran que hacerse los lindos con ellos no paga, y que solo debemos realizar acciones que protejan nuestro interés nacional y no el de ellos.


Unos pocos paneles solares mal ubicados en territorio chileno por el puesto naval argentino de vigilancia y control de tránsito marítimo ubicado en las cercanías del Hito 1 (Cabo de Espíritu Santo) sirvieron para agitar las gélidas aguas magallánicas y, con ello, las relaciones chileno-argentinas.

Para aquellos que no son especialistas en el tema, es necesario saber que el límite oriental del Estrecho de Magallanes está dado por una línea que une el Cabo de Espíritu Santo por el sur, con el Punta Dungeness, por el norte. El Estrecho de Magallanes es chileno y así está establecido tanto en el Tratado de Límites de 1881 como en el Tratado de Paz y Amistad de 1984 (TPA), con el que se cierra el conflicto que se produjo después de que Argentina desconociera la validez del Laudo Arbitral de 1977, en que la Corona Británica fijó los límites del canal Beagle, y que nos llevó a estar a pocas horas de una guerra total entre ambos países, en diciembre de 1978.

El Estrecho de Magallanes es importante porque es un paso que une dos océanos, el Atlántico con el Pacífico, aguas territoriales interiores chilenas que por voluntad del Estado de Chile están abiertas a perpetuidad al libre tránsito de todas las banderas. Lo es también porque beneficia a Punta Arenas, generando actividad marítima y económica.

En épocas en que las cosas están revueltas en el mundo, quien controle pasos marítimos como el Estrecho de Magallanes controla el tráfico marítimo y, por ende, el comercio internacional. El Estrecho de Magallanes fue crítico hasta que se abrió el canal de Panamá y lo está volviendo a ser, producto de las limitaciones que ese paso está demostrando tener por razones climáticas, las que han dejado en claro sus restricciones y problemas.

En lo que se refiere al Estrecho de Magallanes, la Argentina siempre ha querido que sea de control compartido, lo que claramente no es algo aceptado por Chile. Todo esfuerzo argentino por tratar de correr límites en la zona, así como de meter el concepto de control compartido, de restringir el tránsito marítimo por el estrecho o, bien, de redefinir dónde comienza, son aspectos que debemos tomar en cuenta cuando en esa zona ocurren situaciones como esta, la colocación de paneles solares de una estación naval de control de tráfico marítimo al otro lado de la frontera terrestre.

En esta oportunidad se podría decir que el error argentino fue bien aprovechado por Chile, ya que permitió lo siguiente:

  • Que el Presidente de la República pudiera demostrar liderazgo claro y preciso en materias de relaciones exteriores, algo en donde estaba al debe. Ello ocurrió cuando dijo que “ellos deben sacar los paneles o los sacamos nosotros”.
  • Reafirmar que, como en oportunidades pasadas, cuando Chile reacciona con claridad y voluntad política, la Argentina retrocede y corrige. Ello así ocurrió en la crisis del islote Snipe de 1958 y en la crisis del Beagle de 1978.
  • Que los chilenos recuerden que Chile es mucho más que Santiago y la zona central. Nos permitió recordar que tenemos intereses en la zona de Magallanes y más al sur, y que Chile termina en el Polo Sur.
  • Que el embajador argentino entienda que debe tener cuidado en sus declaraciones.

Dicho lo anterior, tenemos varios temas abiertos con la Argentina, un país vecino con el que tenemos una muy larga frontera, lo que exige un trabajo muy profesional de parte de nuestra Cancillería, su Dirección de Fronteras y Límites, y de las Fuerzas Armadas y policías encargadas del resguardo de nuestra soberanía, territorio e interés nacional.

Situaciones como las ocurridas en el 2022 con el caso del buque inglés, que quedó registrado en el famoso audio de la Cancillería, no son aceptables. Una cosa es tener que lidiar con los caballazos transandinos y otra es meterse autogoles. En nuestra larga relación con la Argentina estamos llenos de ejemplos que demuestran que hacerse los lindos con ellos no paga, y que solo debemos realizar acciones que protejan nuestro interés nacional y no el de ellos. Para eso les pagan a los miembros de la Cancillería: por proteger a Chile y no por ser diplomáticos.

Actuar con claridad y sin miedo es una actitud que uno esperaría ver en nuestras autoridades cuando están de por medio los intereses de Chile. Ello implica ser claros y precisos con la Argentina en los temas abiertos en el Mar Austral, en exigir que se modifiquen el decreto 457 del 2021, en que ellos establecen su política de defensa, la que equivocadamente habla de un control conjunto del Estrecho de Magallanes y Mar de Hoces (Mar de Drake), y el decreto 256 del 2010, que restringe el uso del estrecho para naves que naveguen entre Punta Arenas y Puerto Stanley en las Falklands, algo que contraviene lo que ellos firmaron en el tratado de 1881 y en el TPA del 84.

Para cerrar, espero que la visita del Presidente a Magallanes sirva para reafirmar la importancia de esa zona de Chile, de su estrecho y de todo lo que hay más al sur.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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