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¿Quién vigila a los vigilantes? Opinión

¿Quién vigila a los vigilantes?

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Héctor Casanueva
Por : Héctor Casanueva Profesor e Investigador del IELAT, Universidad de Alcalá. Ex embajador de Chile en Ginebra ante la OMC y organismos económicos multilaterales y en Montevideo ante la ALADI y el MERCOSUR.
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Emperadores, reyes, dictadores, gobernantes democráticos, autoridades religiosas, educadores, se han atribuido o se les han concedido las facultades de regir los destinos de la sociedad y de nuestras vidas en variados aspectos, incluso morales.


La serie británica “The Capture”, ambientada en Londres, con una trama interesante que mezcla sistemas de seguridad, actuaciones policiales, política y tareas de inteligencia multinacional, se centra en el significado, incidencia y riesgos que implican las tareas de vigilancia de las personas que se realizan desde distintos cuerpos del estado: la policía, los servicios de inteligencia, las fuerzas armadas y otros servicios públicos conexos.

El papel protagónico lo tienen las cámaras de vigilancia de calles, carreteras, edificios públicos, instalaciones críticas, y el extenso dispositivo informático y digital a cargo de expertos que hay detrás. Cabe señalar que en Londres hay 700.000 cámaras de vigilancia y en todo el Reino Unido hay seis millones, instaladas y activas. En el mundo hay mil millones detectadas, la mitad de ellas en China. Según datos de 2023, en Santiago de Chile hay 7.800 y la ciudad latinoamericana con mayor cantidad es Belo Horizonte, con 18.000.

El nudo de la serie es, obviamente, el uso que se hace de estos medios de vigilancia pasiva que permite cotidiana y masivamente vigilar el movimiento de personas, el reconocimiento facial e identificación durante su tránsito por las calles, vías y edificios, pillar delincuentes fichados o encargados, todo grabado y que sirve de medio de prueba para la policía y los tribunales.

El problema es que todos estos medios no son infalibles -aunque se les supone que lo son- se equivocan, y son manipulables, con mayor razón ahora que ha irrumpido la inteligencia artificial generativa, un paso más hacia la inteligencia artificial de propósito general, la Inteligencia Artificial General, que estará disponible a corto plazo, con una autonomía capaz de escapar incluso del control humano.

Y en eso se basa la serie, mostrando a través de un caso concreto: cómo el Estado puede hacer mal uso de estos sistemas, ya sea contando con la presunta infalibilidad de las imágenes y situaciones captadas, o directamente falseando las imágenes y los tiempos con un fin “noble” de protección a los ciudadanos, vulnerando los derechos humanos y las propias normas legales. Si estos medios son manipulables o falibles, están controlados por el Estado a través de servicios públicos ad-hoc, como la policía, las fuerzas armadas y las agencias de inteligencia, y los tribunales los aceptan como medio de prueba, la indefensión de los ciudadanos sería completa.

Ello nos lleva al viejo dilema, cuya expresión se atribuye al poeta romano Juvenal:  “Quis custodiet ipsos custodes?”, que significa “¿Quién vigila a los vigilantes?

El dilema de Juvenal ha sido planteado a lo largo de la historia, con algunas variantes en su formulación, pero con el mismo sentido esencial, por políticos, filósofos y hasta por Homero Simpson, todo un referente de la cultura popular ilustrada. Es de difícil solución, porque en la sociedad siempre ha habido y habrá una jerarquía de poderes, en que unos tendrán el encargo de ordenar la vida de la comunidad y otros de seguir los preceptos y regulaciones dispuestos por los vigilantes o custodios. Emperadores, reyes, dictadores, gobernantes democráticos, autoridades religiosas, educadores, se han atribuido o se les han concedido las facultades de regir los destinos de la sociedad y de nuestras vidas en variados aspectos, incluso morales. El dilema siempre ha estado ahí, y lo sigue estando. ¿Quién vigila a los vigilantes? ¿Quién vigila a los custodios?

La ciberseguridad y la seguridad por medios digitales tiene dos facetas: la vigilancia y control del Estado de los potenciales delitos que se cometan, sea por medios convencionales, digitales o mediante la red; y la otra, es la disponibilidad de medios digitales avanzados por parte de los criminales. El exponencial desarrollo tecnológico, la disponibilidad de inteligencia artificial generativa y el uso de la red de Internet, a la que accede actualmente más del 70% de la población mundial, con más de cinco millones de teléfonos móviles, es el nuevo entorno en el que se desarrolla nuestra vida a todos los efectos. Y en este contexto, los ciudadanos somos más vulnerables, tanto como víctimas potenciales de delitos, o como víctimas de abusos desde el poder.

Los vigilantes nos deben proteger y, para estar protegidos debidamente de los vigilantes, en las sociedades modernas occidentales la democracia representativa y el estado de derecho -dos caras de una misma moneda- son la forma de contención al potencial abuso de los custodios sobre los custodiados. La democracia y el estado de derecho garantizan la libertad y la transparencia -la prensa tiene en esto también un rol y una responsabilidad fundamental-, de manera que los abusos y extralimitaciones de poder de los custodios pueden quedar en evidencia tarde o temprano, ser reprimidos y castigados. Para ello, un tercer elemento es esencial: el control cruzado de las instituciones que rige en la democracia bajo el principio de la separación de poderes.

Actualmente vivimos una ola de devaluación y precarización de la democracia, valorada sólo en cuanto puede dar o no respuesta a necesidades básicas, por cierto muy importante. Quienes propugnan como alternativa sistemas autoritarios, de concentración del poder, para una gobernanza supuestamente más eficiente pero limitando los derechos, en el fondo olvidan o desprecian la esencia del sistema, que es proteger a las personas frente a los abusos de los custodios.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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