Con el propósito de mantener ese estándar reconocido a nivel mundial, como país hicimos la histórica inversión de US$ 613 millones en 2023, un 20% más que en 2022 y la cifra anual más alta de los últimos 30 años.
La principal certeza en nuestra industria sobre la crisis climática es que será una realidad año a año. Las lluvias del año pasado y de este, por cierto, que representan un alivio a la megasequía de 14 años que afecta a la zona central de Chile, pero las olas de calor, los incendios forestales y las inundaciones dejaron claro que tendremos que adaptar nuestro país al nuevo escenario. Y, por cierto, seguir en el esfuerzo de mantener la continuidad del suministro de agua potable y saneamiento en las ciudades, en las nuevas condiciones.
Con el propósito de mantener ese estándar reconocido a nivel mundial, como país hicimos la histórica inversión de US$ 613 millones en 2023, un 20% más que en 2022 y la cifra anual más alta de los últimos 30 años. El 60% de esa suma se destinó a producción y distribución de agua potable y más de 36% fue para nueva infraestructura. Es ese esfuerzo público-privado, donde nuestra industria coloca la infraestructura, las inversiones y el Estado da las garantías para el largo plazo, la base que permite tener, en el nuevo mundo que se nos avecina, la calidad del servicio de la que Chile se siente orgulloso.
Para que en cada ciudad de Chile las personas puedan contar con agua y tomar de manera natural y segura, las empresas de agua potable y saneamiento han realizado grandes esfuerzos que permiten mantener el suministro continuo, monitoreando las fuentes, buscando nuevas fuentes para el futuro, gestionando las redes para disminuir los cortes no programados, manejando planes de continuidad operacional frente a emergencias, y realizando importantes inversiones.
Ello ha significado un alza constante en la satisfacción de los clientes que reconocen los esfuerzos que desarrolla esta industria para entregar un servicio básico de calidad en todas las ciudades del país.
Enfrentar el presente y los años que vienen requiere de una mirada país de largo plazo y diversificada de acuerdo con los desafíos de cada zona, tal como ocurrió en muchos casos durante 2023, donde como fruto de alianzas con actores públicos y privados comenzaron, avanzaron y/o concluyeron obras de infraestructura que han habilitado la vida en ciudades.
Tal fue el caso de la interconexión Quillón (Ñuble) y Florida (Biobío), que con una tubería de más de 24 kilómetros beneficia a más de 20 mil personas, o los proyectos de desalación en el norte del país, plantas de tratamiento y estanques en la zona centro, y los estanques de tormenta al sur, todas soluciones para enfrentar hoy los desafíos de una nueva realidad hídrica para nuestro país.