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Las consecuencias estratégicas del rompehielos Almirante Viel y la construcción naval en Chile Opinión

Las consecuencias estratégicas del rompehielos Almirante Viel y la construcción naval en Chile

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Richard Kouyoumdjian Inglis
Por : Richard Kouyoumdjian Inglis Experto en Defensa y Seguridad Nacional
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La entrega del rompehielos Viel es el último paso realizado en este virtuoso camino que se ha seguido. Se entrega a la Armada de Chile un buque de última generación, que nos permite mover el ejercicio de la soberanía chilena mucho más adentro del círculo polar antártico.


El 03 de julio de 2024, los Astilleros y Maestranzas de la Armada (ASMAR) entregaron a la Armada de Chile el rompehielos AGB 46 Almirante Viel, en lo que quizás es el mayor hito de la construcción naval en Chile. ASMAR, los Astilleros y Servicios Navales (ASENAV) de Valdivia, junto a otros astilleros de menor tamaño dedicados principalmente a naves pesqueras o de apoyo, la industria nacional dedicada a darles soporte, y la que específicamente se dedica a la defensa y la tecnología, han generado capacidades estratégicas a nivel país que nos permiten ir pensando en desafíos más grandes tanto en cantidad como en complejidad.

Lo que tenemos en ASMAR y en ASENAV nos permite pensar en grandes cosas. ASMAR, por un lado, no solo se encarga de la modernización, mantención y reparación de todas las unidades de la Armada, sino que ha ido con el tiempo avanzando en la construcción de buques cada vez más sofisticados. En tiempos recientes no solo construyó los 4 patrulleros oceánicos conocidos como los OPV, sino también el buque oceanográfico “Cabo de Hornos”, un laboratorio flotante que nos trajo un aumento de capacidades científicas marítimas que antes teníamos que arrendar o mendigar con terceros países.

La entrega del rompehielos Almirante Viel es el último paso realizado en este virtuoso camino que se ha seguido. Se entrega a la Armada de Chile un buque de última generación, que nos permite mover el ejercicio de la soberanía chilena mucho más adentro del círculo polar antártico, nos permite mandar una señal muy potente al resto de los países, y en particular los cercanos, respecto del interés nacional, y que junto con las inversiones que se están haciendo en Punta Arenas y Puerto Williams, la estrategia austral de Chile es una realidad y que nos estamos tomando en serio el que somos dueños de buena parte de la Antártida y soberanos de lo austral.

El Viel nos da unos 50 años futuros de capacidades de rompehielos. Se complementa con las otras dos unidades navales que lo apoyarán desde Punta Arenas, el remolcador de alta mar ATF Lientur y el OPV Fuentealba, ambos ya probados en aguas antárticas. Solo nos falta mejorar las capacidades logísticas y portuarias de Punta Arenas para que no tengamos limitaciones en la proyección austral de Chile y que, junto con lo que se está haciendo en Puerto Williams, nos transforma en una potencia austral y antártica, que es donde está buena parte del futuro del planeta, una parte del mundo en donde ya debemos pensar en ir colocando una base en el mismísimo Polo Sur, que es donde comienza o termina Chile. Una base que debe operar año corrido, y que tenga una buena pista de aterrizaje que permita el acceso a ella los 365 días del año.

Incluso antes de entregar el Viel, ASMAR ya había iniciado el siguiente paso en el camino de la construcción naval. Está trabajando en la construcción de los buques logísticos que reemplazarán a las barcazas Rancagua y Chacabuco, el transporte Aquiles y el Aldea.

Cada paso que da ASMAR implica crecer en capacidades humanas, tecnológicas y logísticas. Cada paso que da implica que, junto a ellos crece la industria nacional que les da apoyo, se desarrollan y se crean empresas tecnológicas que entregan buena parte del equipamiento que las nuevas plataformas requieren y, muy importante, empleos de calidad en la Región del Biobío y donde estén ubicados sus proveedores. El caso de la construcción naval nacional es un buen ejemplo del círculo virtuoso que se produce cuando todos trabajamos juntos por el bien de Chile.

En el futuro de ASMAR está la renovación de la Escuadra, de la Fuerza de Submarinos y, por cierto, de las otras unidades de la Armada que sea necesario reemplazar cuando cumplan sus vidas útiles. Este es un tema de Estado, en donde al parecer hay un alto consenso nacional. No quiere decir que no se aprovechen oportunidades de compra que se puedan producir, pero sí hay una especie de acuerdo político transversal de desarrollar la industria de construcción naval nacional, algo que gusta mucho a la izquierda, a la que le encantan ideas que van en la línea de la industrialización local, y algo que gusta al resto de Chile y en particular a su Armada, porque permite tener a una de sus instituciones más prestigiadas con el equipamiento que necesita para cumplir sus labores de protección y resguardo de los intereses marítimos y mares de Chile.

Antes de terminar esta columna, no quiero dejar de mencionar a ASENAV. Es increíble lo que hacen en Valdivia, los tipos de buques que construyen, la complejidad del trabajo que realizan, y la belleza de las naves que salen de sus gradas. Chile tiene suerte de tener a ASMAR y ASENAV, son activos que se deben aprovechar y que se deben apoyar. Tener una política nacional que desarrolle la construcción naval en un país que dice ser marítimo, es una obligación y es algo que esperamos que el Gobierno del Presidente Boric publique prontamente.

Para cerrar, me parece que las consecuencias estratégicas e impacto del Viel van a superar por largo lo que hayamos tenido en mente y nos permite pasar de ser un país que tiene intereses antárticos, a ser una potencia antártica. La combinación de cercanía a la Antártica, con medios navales y aéreos disponibles para atender nuestros intereses antárticos, incluyendo una base en el Polo Sur, es una combinación extremadamente potente. Para asegurar que lo sea, nos falta mejorar y completar las capacidades logísticas y portuarias de Punta Arenas y Puerto Williams. Haciendo eso, nadie nos para. A diferencia de otros, Chile no necesita de potencias extranjeras para que le permitan ser un actor relevante en lo austral y lo antártico, lo hemos demostrado y lo seguiremos haciendo.

En memoria del contraalmirante Óscar Viel Toro (1837 – 1892), quien fuera Comandante General de Marina, Gobernador de Magallanes e Intendente de Valparaíso.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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