Opinión
El papel de las familias en la reinserción escolar está olvidado. Si no se incorporan como un actor más en el proceso de vuelta a los colegios y mejorar las cifras prepandemia.
¿Saben por qué los piratas usaban un parche en el ojo? No era que la mayoría fuera tuerto, el objetivo era mantener uno habituado a la poca luz para usarlo cuando iban a zonas oscuras de la nave. Era una estrategia para ver en todo lugar.
Nos preocupan las cifras de inasistencia grave y deserción escolar que reporta el Ministerio de Educación. Si bien hay mejoras, también se mantiene la distancia con la situación prepandémica. La sociedad civil alerta por la falta de recursos para las escuelas de reingreso, aunque manifiestan también las limitaciones del modelo. Con estos datos, cual pirata, tenemos un parche en un ojo, pero elegimos no abrirlo: ¿dónde están los padres, madres y cuidadores de estos niños, niñas y adolescentes (NNA)?
Quizás no creemos que las familias puedan aportar a la solución. Al respecto, existen ya metanálisis que muestran cómo la parentalidad puede reducir el riesgo de exclusión educativa (Marlow, S; 2021), y estudios que, siguiendo por 8 años a 800 adolescentes, revelan que los modelos de crianza pueden también aportar en esta línea (Kristjana, S; 2014).
Ahora, puede que sí creamos que la familia es relevante, pero no que se puedan cambiar los modelos parentales ya adquiridos. Para quienes piensen esto, la evidencia muestra intervenciones con 20, 30 o 40 años de investigación internacional y evaluación. Triple P, Familias Unidas, PMTO, Familias Fuertes, FFT, MST, Guiando Buenas Decisiones, son solo algunos de los modelos con estos estándares que han sido probados en Chile, pero que no se ha apostado por masificar.
Las familias son el espacio en donde más tiempo e influencia reciben nuestros NNAs. Incorporarlos se hace, por lo tanto, esencial para revertir e incluso mejorar las cifras prepandemia. En la batalla por rescatar a nuestros NNA, no podemos elegir usar solo un ojo.
