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Geopolítica de la Inteligencia Artificial (IV): su dimensión económica Opinión

Geopolítica de la Inteligencia Artificial (IV): su dimensión económica

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Marcos López Oneto
Por : Marcos López Oneto Abogado, doctor en Derecho. Miembro asociado al Center for AI and Digital Policy, Washington D.C.
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Más allá de las armas autónomas o “killer robots”, uno de los grandes aportes de la IA al dominio militar es la integración y coordinación de las más diversas aplicaciones militares, como vehículos autónomos, drones o sistemas de apoyo a las decisiones.


Una visión de la geopolítica de la inteligencia artificial (IA) que no considere la dimensión económica del mercado de la Inteligencia Artificial Militar (IAM), obviamente es una visión incompleta y, por lo mismo, probable inductora de análisis geopolíticos equivocados.

El dominio geopolítico, desde la época del arco y la flecha, está condicionado por la tecnología y los que la diseñan y producen son también los que ejercen su dominio a través de ella. El siglo XX atestigua y prueba, radiactivamente, dicha afirmación. En el presente y, ciertamente, más aún en el futuro, la IAM será la tecnología que aportes más decisivos entregue al dominio geopolítico. Y no solo se trata de armas autónomas que, de por sí, representan una gran ventaja en el campo de batalla (ofensivo, defensivo y disuasivo). La IA en el dominio militar abarca todas las facetas del proceso militar.

En cuanto a aplicaciones concretas, estas pueden consistir en aplicaciones de ciberseguridad, logística militar (por ejemplo, reabastecimiento de bienes al campo de batalla y gestión de la cadena de suministro y gestión de inventario), vigilancia y conocimiento de la situación; comando, control y comunicaciones; selección de objetivos, guiado de precisión de armas, tecnología de enjambre; lanzamiento de un ataque/combate; inteligencia, vigilancia y reconocimiento; identificación de objetivos y detección de objetos; operaciones de detención y toma de decisiones de detención; recopilación, fusión, análisis y difusión de datos para una mejor consciencia situacional en todos los dominios; clasificación y/o evaluación automatizada de datos de sensores; reconocimiento táctico; evaluación de amenazas en tiempo real; detección de objetivos ocultos/camuflados; mantenimiento predictivo; entrenamiento militar; navegación y planificación de rutas; asistencia médica; diagnóstico de lesiones; tratamiento y control de la salud; orientación de expertos externos; modelado y simulación; capacitación de personal para entornos de combate/hostiles; realidad virtual o entornos simulados para ensayos de misiones, entre otros muchos subcampos.

También empiezan a proyectarse otras áreas donde la IAM podría comenzar a operar (si es que ya no opera en forma secreta): toma de decisiones estratégicas de alto nivel; sistemas de alerta temprana; predicción de conflictos y preparación de las fuerzas; mando y control nuclear, incluidos análisis predictivos para el posicionamiento de misiles; tecnología de enjambre como arma de destrucción masiva; buques submarinos autónomos; desarrollo de armas biológicas; neurotecnologías basadas en IA, incluso durante los interrogatorios; y guerra cognitiva que tiene como objetivo disminuir la moral y la confianza social en un conflicto.

Más allá de las armas autónomas o “killer robots”, uno de los grandes aportes de la IA al dominio militar es la integración y coordinación de las más diversas aplicaciones militares, como vehículos autónomos, drones o sistemas de apoyo a las decisiones. El operar de estos sistemas coordinados mejora ostensiblemente la consciencia situacional, la eficiencia operacional y la precisión en la toma de decisiones.

El diseño, producción y cuota de participación en el mercado de la IAM es un indicador objetivo que puede ser utilizado para dibujar el mapa económico de la geopolítica de la IA. Si bien es cierto que, dada su naturaleza geopolítica estratégica, no es posible obtener un conocimiento pleno del mercado, la existencia de un buen número de fuentes abiertas y estudios públicos permite, al menos, una aproximación periodística.

Por ejemplo, según estimaciones anteriores de MarketsandMarkets, se proyectaba que el mercado de la IA en el ámbito militar crecería de 6.300 millones de dólares en 2020 a 11.600 millones de dólares en 2025, con una curva de crecimiento (CC) del 13,1 %. Según las últimas estimaciones, se espera que el mercado crezca de 9.230 millones de dólares en 2023 a 38.800 millones de dólares en 2028, con una CC del 33,3 %.

Otras fuentes indican que el tamaño del mercado de IA en la guerra moderna rondaría los 11,41 mil millones de dólares en 2024, proyectando que alcance los 44,80 mil millones de dólares en 2029, creciendo a una tasa compuesta anual del 31,46% durante el período previsto (2024-2029) (más información aquí). Otros estudios de mercado muestran algunas diferencias a la baja en cuanto a la tasa de crecimiento y volumen proyectado, estimando para el 2029 un volumen de mercado de U$ 19.08 billones, (ver más detalles aquí.)

El mercado de la IA en el ámbito militar es diversificado y competitivo, aunque la mayoría de los actores se concentran en las regiones de América del Norte, Europa y Asia Pacífico. El mercado está dominado por empresas clave en función de sus inversiones e innovaciones. Entre los actores clave de este mercado se incluyen Lockheed Martin Corporation (EE. UU.), Northrop Grumman Corporation (EE. UU.), Raytheon Technologies Corporation (EE. UU.), IBM (EE. UU.), BAE Systems plc (Reino Unido), Rafael Advanced Defense Systems (Israel) y Thales Group (Francia).

Según la oferta, el mercado de la IA en el ámbito militar se ha segmentado en hardware, software y servicios. Entre estos, se estima que el segmento de hardware tendrá la mayor participación de mercado y se prevé que crezca a una CC más alta que las demás áreas durante el período de pronóstico 2023-2028.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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