Chile enfrenta enormes desafíos, entre ellos, los efectos del calentamiento global, la urgencia de lograr energías sostenibles, nuevas realidades en los sectores agrícolas y mineros, o la irrupción de la Inteligencia Artificial.
El Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación (MinCiencia) y la Corporación de Fomento (CORFO) lanzaron el plan “Ciencia, Tecnología y Empresa (CTE)”, cuyo principal objetivo consiste en que profesionales con Doctorado amplíen sus horizontes laborales y no sólo realicen sus investigaciones en la academia, sino que también se desempeñen en el ámbito industrial en diferentes empresas del país.
Para aportar al desarrollo de Chile y avanzar en los desafíos del siglo XXI, esta estrategia puede resultar clave, considerando que, de acuerdo con cifras del mismo MinCiencia, sólo el 7% de las y los Doctores de Chile trabajan en la industria, mientras que más del 80% de personas con Doctorado se integra laboralmente a los cuerpos académicos de las diferentes universidades nacionales y, en algunos casos, en universidades extranjeras, lo que habla muy bien de la calidad de nuestros programas. Sin embargo, estas cifras resultan ser muy lejanas a lo que sucede en naciones de la Unión Europea, donde un tercio de estos profesionales trabaja en la academia y más del 65% lo hace en la industria o en el Estado.
La iniciativa del Ministerio y de CORFO -junto con el involucramiento activo de instituciones de Educación Superior, de la industria y la implementación de una política de incentivos para el sector productivo-, sin duda alguna darían un impulso importante a un desafío de gran magnitud que enfrentamos como país. Promover la colaboración entre el ámbito público, la actividad académica y el sector empresarial releva y fomenta una verdadera economía dinámica, lo que aporta a continuar generando profesionales con formación avanzada. De esta forma, se deberían concretar procesos de innovación de alto impacto tecnológico, con el fin último de avanzar hacia un desarrollo integral y sostenible.
En ese sentido, es importante destacar que, por un lado, hay una fuerte necesidad de que el sector productivo conozca los instrumentos públicos que optimizan las opciones para mejorar los niveles de desarrollo de procesos tendientes a la investigación. Asimismo, también es clave que las y los profesionales que generan investigación tengan espacios, certezas y motivaciones, para ir más allá de la academia y desempeñarse también en el ámbito industrial y productivo.
De igual manera, el plan anunciado permite proyectar un potenciamiento de la tan necesaria transferencia de conocimiento en la triada academia-sector privado-Estado. A la vez, crea mejores condiciones en el ecosistema de la ciencia, investigación e innovación, para insertar a personas con formación avanzada en el sector productivo, el cual, cada vez más, demanda el conocimiento y habilidades de profesionales con una formación avanzada.
En este contexto, las universidades están diseñando políticas y estrategias, para tender hacia cambios estructurales, que logren un mayor financiamiento para investigación, desarrollo e innovación, y hacia modelos que potencien la inversión en investigación desde el sector productivo. Del mismo modo, la academia también está aportando a su compromiso con el país, construyendo y fortaleciendo confianzas con la industria, a través de diversas acciones y acuerdos con empresas.
Chile enfrenta enormes desafíos, entre ellos, los efectos del calentamiento global, la urgencia de lograr energías sostenibles, nuevas realidades en los sectores agrícolas y mineros, o la irrupción de la Inteligencia Artificial. En ese ámbito, son fundamentales los acercamientos, articulaciones virtuosas y sinergias que puedan fortalecerse entre quienes amplían sus conocimientos profesionales, vía estudios de postgrado.
El resultado de todo este trabajo colaborativo es un círculo perfecto: por una parte, el sector productivo logra sumar investigación de excelencia a su quehacer, lo cual les permite mejorar sus productos, arribar a soluciones eficaces y avanzar en procesos de innovación. En paralelo, el universo de profesionales con Doctorado puede proyectar un futuro promisorio, con certezas y multiplicidad de opciones, más allá del ámbito académico. Simultáneamente, el Estado y todo Chile se benefician de una relación sector privado-academia-sector público, lo cual se traduce en una mejor ciencia e investigación, y en un desarrollo integral de los territorios y sus habitantes. Por ello, saludamos el reciente lanzamiento del plan “Ciencia, Tecnología y Empresa (CTE)” y proyectamos aportar a sus buenos resultados.