A los 14 años, con la cantidad de información de que disponen, estas personas son plenamente conscientes de las consecuencias de sus actos. Pretender que no entienden la gravedad de lo que hacen es subestimar su capacidad intelectual y moral. La justicia debe ser igual para todos.
La delincuencia juvenil ha aumentado notablemente en los últimos años, con menores cometiendo ilícitos cada vez más graves. En 2023, la tasa de detención de menores involucrados en delitos violentos se incrementó un 15% respecto al año anterior, según datos del Ministerio del Interior. Esta preocupante tendencia refleja una realidad que afecta profundamente a nuestra sociedad y exige una respuesta firme y efectiva.
Estas últimas semanas hemos sido testigos de varios hechos delictuales, donde el denominador común es la presencia de niños y jóvenes, que incluso presumen de su condición para perpetrar sus fechorías. Hace unos días en La Cisterna, un joven golpeó despiadadamente al dueño de una casa y, en reiteradas ocasiones, amenazó con matarlo a él y a su esposa, diciendo que por ser menor de edad la justicia no actuaría sobre él. Este caso no es aislado; lo mismo ocurrió en Maipú, donde una banda de menores encañonó a un niño de cinco años, y también en un mall de Talcahuano, donde un guardia fue apuñalado por un adolescente tras ser sorprendido robando confites.
Estos incidentes no solo son alarmantes por su brutalidad, sino que también evidencian una tendencia preocupante. La Encuesta Nacional Urbana de Seguridad Ciudadana (ENUSC) 2023 reveló que un 25% de los encuestados había sido víctima de un delito en los últimos 12 meses, y un significativo porcentaje de estos delitos ha sido perpetrado por menores de edad (INE). Es evidente que la delincuencia ha traspasado los límites de lo razonable y necesitamos medidas drásticas y concretas.
Por lo mismo, ha llegado la hora de rebajar la edad de responsabilidad penal. A los 14 años, con la cantidad de información de que disponen, estas personas son plenamente conscientes de las consecuencias de sus actos. Pretender que no entienden la gravedad de lo que hacen es subestimar su capacidad intelectual y moral. La justicia debe ser igual para todos. Frente a delitos iguales, penas similares. Es clave, sin embargo, ofrecer mayores posibilidades de reinserción y rehabilitación, incluso permitiendo la opción de rebajar sus penas cuando demuestren un comportamiento ejemplar. Después de todo, son personas que aún podemos recuperar, aunque hoy sean delincuentes en toda su expresión.
Es imperativo que tomemos acciones concretas para enfrentar esta crisis. La implementación de programas de prevención y educación es esencial, pero también lo es la aplicación de la justicia. No podemos seguir permitiendo que los menores de edad se conviertan en un escudo para la impunidad. Debemos enviar un mensaje claro: la sociedad no tolerará la violencia y la delincuencia, sin importar la edad del perpetrador.