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Política Nacional del Litio II Opinión

Política Nacional del Litio II

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Bernardo Muñoz Aguilar
Por : Bernardo Muñoz Aguilar Antropólogo Social Universidad de Tübingen, Alemania.
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La pregunta que se hacen los pueblos indígenas likanantai del área de San Pedro de Atacama y los collas, diaguitas y changos de la Región de Atacama es si la mencionada industria incluirá entre sus actividades industriales las categorías analíticas de dichos pueblos.


La frase del senador Juan Luis Castro, presidente de la Comisión de Minería del Senado –“percibo, pero nadie lo admite, que la Empresa Nacional del Litio está desestimada”–, es tajante, al referirse, en informaciones de prensa del día 18 de abril pasado, al estado del arte de la estrategia chilena para esta industria. La creación de dicha empresa fue anunciada el abril de 2023 por el propio Presidente Boric y el mencionado senador teme que dicha iniciativa al final no llegue a concretarse, lo que incide en la aún débil Estrategia Nacional del Litio.

La subsecretaría de Minería ha firmado una serie de contratos en el marco de la Estrategia Nacional del Litio, destinados a abordar distintos aspectos de este proceso. Estos suman un total de $951.952.808 e incluyen servicios de consultoría, asistencia técnica y análisis especializado. El último, por $299.999.000 fue suscrito con el Grupo Aurrera para la organización de consultas indígenas sobre las concesiones especiales de operación para el litio (CEOL). La pregunta de rigor es si esta empresa, nacida en 2016 en el rubro de la inteligencia de negocios y análisis de mercado, entre otros rubros, tiene las competencias interculturales para organizar y entender una consulta indígena desde la óptica del etnodesarrollo.

Otro de los beneficiados ha sido la empresa de Tironi y asociados, quienes deben montar un esquema de comunicaciones estratégicas en este ámbito y, si bien es cierto dicha firma ha generado un gran cúmulo de trabajos en diversos ámbitos de la industria de las comunicaciones y consultorías a múltiples empresas a nivel nacional e internacional, la pregunta se repite. Con qué capacidades de comprensión étnica y multicultural desde la óptica de los supuestos beneficiados, es decir, los pueblos indígenas. De qué forma entonces pretende explicar en la web la realidad indígena desde los escritorios de la comuna de Las Condes hacia el mundo, pero que dichos mensajes contengan los mensajes reales del mundo indígena, en este caso de los likanantai.

La controversia entre tecnologías y cultura que muchas veces no ha incorporado, desde las políticas públicas y el mundo privado del cual se hace socio, al mundo indígena y a su ethos cultural. Esto no tiene nada que ver con el concepto de comunidad perdida que erróneamente planteara el licenciado en filosofía José Bengoa, ya que las comunidades no desaparecen, sino que se transforman, política y organizacionalmente para, hoy más que nunca a través de los procesos de reetnificación, reclamar sus derechos sociales, políticos, económicos y culturales en el Estado nacional.

Como ya lo mencionamos en la anterior columna, “Decálogo para una Política Nacional del Litio, son diversos los capitales presentes en Chile para la explotación del litio, tanto extranjeros como nacionales. Entre los primeros destacan los chinos, norteamericanos, franceses, entre otros. Por otro lado, los intereses de SQM, Corfo y Codelco representan los intereses privados y públicos de origen chileno.

Por otro lado, la empresa Aramet, con fondos franceses, filial de Albemarle y asociada a otra gigante como la chima Tsingshan, anunció la apertura en Argentina de una nueva planta de litio en el salar Centenario Ratones, que requirió una inversión de 800 millones de dólares, los cuales servirán para extraer 15 millones de toneladas del oro blanco. Asimismo, Eramet, a través de su líder, ha criticado las demoras que arrastra Chile para expandir la industria del litio a nivel local en comparación con Argentina, lo que es otra muestra de las dificultades que arrastra la industria del litio a nivel nacional.

Según los doctores Norman Toro y David Torres, en su libro La fuerza del litio, hoy que los salares en el mundo han sido más estudiados, se sabe que el salar de Atacama es el tercero en tamaño a nivel mundial, luego de Uyuni en Bolivia y de Salinas Grandes en Argentina. Junto a una red de salares cercanos forma parte del “triángulo del litio” de Chile, Argentina y Bolivia. 

El salar de Uyuni, a solo 250 kilómetros de distancia, tiene recursos de litio más cuantiosos que los del salar de Atacama, pero considerablemente más caros de extraer. La extraordinaria concentración y riqueza de litio en sus sales y su bajo costo de producción siguen distinguiendo al salar de Atacama como un yacimiento único en la Tierra, esto sin embargo pareciera complicarse con la falta de regulaciones claras por parte del Estado chileno. 

De otro lado el gigante Brasil, con el 25% de las reservas mundiales de litio, aspira a subir desde un 2% a un 25% en los próximos años. Con su producción radicada en el estado de Minas Gerais, por sus capacidades tecnológicas y económicas será sin dudas un actor principal de la industria en la próxima década. Litio para México, en el estado de Sonora, también busca generar una incipiente industria en ese país y por ningún motivo se debe descuidar la presencia y explotación de las grandes reservas existentes en Australia.

Estos últimos datos reseñan un mercado competitivo y exigente para el mundo del futuro, en palabras de Marc Augé, con tecnologías verdes, cuidado del medio ambiente y los territorios donde se produce el litio, en que otra vez está en juego el futuro de nuestro planeta. Se calcula que en términos aproximados se necesitan 100 mil litros de agua para producir una tonelada de litio. ¿Podemos asegurar la sostenibilidad de la industria con estos cálculos si miramos su actividad más allá de sus aportes al producto interno bruto?

Las preguntas de fondo a nivel de mercado son al menos dos. Qué lugar irá a ocupar Chile en materia de cantidades y calidades a nivel mundial o al menos subregional y de qué capacidades dotará a su anunciada pero aún no desarrollada Política Nacional del Litio para intentar algún tipo de liderazgo y no quedar abajo del carro de esta en cantidades, tecnologías y recursos que allegar al PIB.

La pregunta que se hacen los pueblos indígenas likanantai del área de San Pedro de Atacama y los Collas, Diaguitas y Changos de la Región de Atacama es si la mencionada industria incluirá entre sus actividades industriales las categorías analíticas de dichos pueblos, es decir, respeto al territorio, sus culturas y un equilibrado retorno económico para sus propias comunidades, lo que se diferencie de los históricos greenwashing que han caracterizado las relaciones entre las empresas nacionales e internacionales del área de la minería con los pueblos indígenas a nivel nacional.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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