Muy inseguro está el tema de la seguridad con balaceras y muertes a cada rato. Las cárceles no solo están que revientan, ahora van cayendo bajo el control del crimen organizado. Es algo ajeno a nuestra tradición local.
Son lacras globales, que vienen de fuera, es que Chile ha sido un país por así decirlo muy entregado, muy suelto. Nos han ido cayendo encima el Covid, la inflación, la corrupción, el narcotráfico, las bandas criminales, los vagabundos por las calles, y nos encanta: somos pioneros de la modernidad global. Lo que veíamos en películas y series ya está en casa.
No tenemos herramientas ni tampoco ganas de oponernos a lo que llega y chorrea desde la globalización, desde los mercados, los flujos financieros, el consumo inútil, la publicidad infinita, el sometimiento a los megaholdings, la migración desbordada.
Antes se quería dar más poder al Estado, ahora lo cool es debilitar el Estado, ridiculizar a los políticos, corromper a los funcionarios, sobrepasar a los carabineros, hostilizar a las autoridades, privatizarlo todo, demoler los barrios de toda la vida para hacer otros nuevos mucho peores. Just do it, somos libertarios. Menos regulaciones, no más permisología. Impuestos muy bajos, pésimos servicios. Libertad.
En el planeta la proporción de migrantes sobre el total de la población es del 3,5%, en Chile vamos en el 9%, o sea, casi una de cada diez personas es migrante, y la población extranjera trae sus bellezas o sus fealdades. Hay quien se realiza individualmente leyendo o bordando, otros encuentran más trendy cortar cabezas o hacer de sicarios. Ciertos billionaires aportan dinero para mejorar la ciudad, otros van sembrando los barrios de edificios mamotréticos construidos sin planificación alguna, donde a poco andar florecen el delito, el narcotráfico y la mala vida. A los alcaldes que se resisten a ello los crucifican en los medios.
Las ciudades se deforman presionadas por las modernas conurbaciones donde cada municipio funciona con recursos diferentes de acuerdo a si su gente es más rica o más pobre, la inequidad está en la base de todos nuestros desórdenes funcionales. El delito y el negocio malsano se pasean por todas partes.
Let it be suena bonito, pero debemos hacernos cargo de que ese let it be corre para nuestras ganas de festejar o ir de bares, para hacer empresa, para casarnos y descasarnos, para tatuarnos, para comprar de todo, para viajar, para estafar, para prostituirse, para narcotraficar y blanquear dinero, para balear a menores y tomarse casas y corromper funcionarios municipales, judiciales o gubernamentales. Es un estilo de vida libertario, una filosofía liberal que lo mezcla todo, lo permite todo y no se responsabiliza de nada.
Somos como cabros chicos. La gente sabe muy bien que el piñerismo trajo medio millón de migrantes con su inolvidable “vénganse a Chile, ¡tenemos trabajo para todos ustedes!”, pero sigue votando por el piñerismo. Sabe que los malos son malistas, pero nos gustan más los malos que los buenistas. Hemos sido durante mucho rato un país abierto de piernas a la globalización. Pues ya la tenemos aquí con todo, y estamos recién comenzando. A disfrutar beibis. Just do it!
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Esta opinión fue publicada originalmente en el Facebook de Juan Guillermo Tejeda. Ver
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