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Santiago y sus bandejones Opinión Bandejón central Av. Matta. Crédito foto: plataformaurbana.cl

Santiago y sus bandejones

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Francisco Bosch
Por : Francisco Bosch Académico de la Facultad de Arquitectura Arte y Diseño UDP
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Santiago podría plantearse un plan integral de mejoramiento de sus bandejones urbanos, con foco en sus comunas más necesitadas.


Si nos preguntáramos qué proyectos urbanos pudieran hoy plantearse en Santiago, para generar, en un plazo acotado de tiempo, un mejoramiento concreto del entorno construido, los llamados “bandejones urbanos” podrían ser una oportunidad destacada donde fijar nuestra mirada. La transformación de estos espacios públicos, a la manera de un plan de renovación de bandejones, podría ser una forma viable y eficiente de avanzar en sustentabilidad, equidad y en el embellecimiento de esta ciudad.

Si se consideran bandejones urbanos, con un ancho mínimo de 3 metros, un máximo de 12 metros y un largo mínimo de 1 km, en Santiago hay poco más de 90 bandejones urbanos. En su conjunto constituyen una red de unos 230 km lineales, que se distribuyen por toda la ciudad, atravesando múltiples barrios y conectando diversos sectores. Más de un 50% de esta red, aproximadamente, se encuentra hoy en regular o mal estado, la gran mayoría en las comunas más rezagadas de Santiago. Como contraste, existen algunos bandejones notables, como Fernández (La Cisterna), Manquehue (Las Condes) o Pocuro (Providencia). 

Desde un punto de vista ambiental, los bandejones urbanos presentan ventajas para arborizar y reverdecer la ciudad. A diferencia de las veredas o antejardines, no se interrumpen por accesos a propiedades privadas, sino más bien, en su condición de “isla”, facilitan su plantación, riego y futura mantención. A diferencia de un parque o plaza, al estar paralelos a vías pavimentadas, la sombra de estos árboles cubrirían largas superficies pavimentadas, reduciendo una mayor radiación y aumento de temperaturas urbanas.

Muchos bandejones, además, intersecan con puntos de escurrimiento de aguas lluvias, pudiendo incluir soluciones de drenaje para mitigar zonas de inundación urbana y al mismo tiempo reinfiltrar las napas subterráneas. Por último, muchos bandejones conectan plazas y parques más grandes, lo que los transformaría en “puentes ambientales”, fortaleciendo los servicios ecosistémicos de la ciudad. 

Los bandejones también presentan ventajas para transformar la imagen urbana del entorno construido. Por su característica lineal, sus bordes o perímetros son mayores, lo que los hace visibles desde muchos más lugares que cualquier otro espacio público. Además, los bandejones muchas veces están en vías con cierta centralidad y alto flujo, por lo que su recuperación sería percibida por muchas más personas. Es decir, estas inversiones, tendrían un efecto multiplicador en el embellecimiento de la ciudad, sobre todo en entornos más vulnerables. 

Cuando los bandejones urbanos aumentan a 6 metros de ancho o más, pueden incorporar paseos peatonales donde caminar, descansar o trotar. Se pueden agregar, además, máquinas de ejercicios y calistenia, transformándolos en circuitos deportivos. En verano, aprovechando su arborización, serían espacios sombreados, donde poder pasear o hacer ejercicios. Una vez más, por sus características lineales, los bandejones están más cerca de un mayor número de viviendas que cualquier otro tipo de espacio público, lo que aumentaría el acceso o cercanía de más personas a infraestructura recreativa y deportiva. 

Por último, los bandejones pueden ser ejes de seguridad en la ciudad. Por su menor profundidad, en los bandejones uno siempre está cerca de autos, peatones y vecinos que nos están “cuidando”. Al renovarse y facilitar el desplazamiento o actividades en ellos, se concentraría un número mayor de personas, generando un efecto de seguridad virtuoso. Al agregar iluminación, cámaras de seguridad, e incluso coordinar recorridos de seguridad municipal, se consolidarían como espacios de movilidad, recreación y deporte, donde sentirse seguro en la ciudad. 

De esta forma, Santiago podría plantearse un plan integral de mejoramiento de sus bandejones urbanos, con foco en sus comunas más necesitadas. De forma viable y eficiente, podría materializarse una red de infraestructura verde que atravesaría barrios y comunas, conectando e integrando la ciudad, contribuyendo de una forma concreta a su sustentabilidad, equidad y embellecimiento.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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