Los testimonios de los Macaya en el caso del pater familias Macaya, conocidos a través de la prensa, dan cuenta precisamente de este fenómeno, al traspasar la responsabilidad del abuso sexual a que “la niña es agrandada”, a la manera en que se viste o incluso a sus opiniones.
En la literatura académica sobre violencia de género y administración de justicia se ha acuñado el concepto de víctima ideal para explicar la idea de que algunas personas agredidas, especialmente las mujeres o de la diversidad sexual, no serían víctimas legitimadas o dignas de igual protección ante el sistema de administración de justicia.
La construcción de la víctima ideal está asentada en estereotipos o visiones estereotipadas sobre roles de género, la sexualidad de las personas, los que, puestos en operación, a través de los discursos formales, menoscaban el sufrimiento y las vulneraciones. Al mismo tiempo, trasladan la responsabilidad del hecho hacia la víctima.
Hay múltiples ejemplos de cómo en la discusión sobre políticas públicas o elaboración de leyes se advierten y acentúan los discursos estereotipados y discriminatorios. La ley de acoso sexual en el trabajo (Ley 20.005) o de la interrupción del embarazo en tres causales (21.030) dieron rienda suelta a políticos y políticas para manifestar esas creencias culturales, que sustentan y justifican la discriminación. Por ello, resulta central una ley de educación no sexista en las escuelas, pues transmite los valores de no discriminación y violencia de género, educación que fue resistida por la familia de Chile Vamos.
El discurso reiterado de la víctima ideal en el marco de una defensa penal es un recurso que se usa estratégicamente para minar la credibilidad de quien ha sido víctima de un delito, pero también humilla y victimiza.
Los testimonios de los Macaya en el caso del pater familias Macaya, conocidos a través de la prensa, dan cuenta precisamente de este fenómeno, al traspasar la responsabilidad del abuso sexual a que “la niña es agrandada”, a la manera en que se viste o incluso a sus opiniones.
Tal como afirmaron los jueces del caso y, sin caer en la trampa del intento de crear la víctima ideal, nada de lo anterior es relevante para discutir la responsabilidad que le cabe al hecho de un crimen.