Esta forma de “esclavitud moderna” involucra el reclutamiento, transporte, traslado, acogida o recepción de personas mediante la amenaza, uso de la fuerza u otras formas de coacción, con el fin de explotarlas.
Un atractivo ofrecimiento laboral llevó a “Elisa”, una mujer de nacionalidad ecuatoriana y miembro de una comunidad indígena, a viajar a Chile junto a su hijo de 6 años para desempeñarse como asesora del hogar. Sin embargo, al llegar al país la “empleadora” modificó las condiciones laborales. No solo le impuso la carga financiera de los pasajes aéreos y los costos asociados a los trámites migratorios, sino que también sometió a Elisa a condiciones laborales inaceptables, como largas jornadas de trabajo sin remuneración adicional por horas extras, le retuvo sus documentos, y comenzó a controlar sus ingresos y salidas.
El caso de “Elisa” no es aislado, sino que refleja una problemática global que afecta a millones de personas y que hoy, 30 de julio, se conmemora en el marco del Día Mundial contra la Trata de Personas, una de las violaciones más graves y extendidas en el ámbito de los derechos humanos de nuestro tiempo. Según estimaciones recientes de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), en su último Informe Mundial sobre la Trata de Personas, una de cada tres víctimas de este delito corresponde a menores de edad, en su mayoría niñas.
Se trata de un delito que se ve agravado por conflictos, desastres relacionados con el cambio climático y la desigualdad económica que empuja a las personas a desplazarse, y Chile no es ajeno. Según las últimas estimaciones de la Mesa Intersectorial sobre la Trata de Personas, desde la Promulgación de la Ley 20.507 que tipificó el delito el año 2011, al 31 de diciembre del 2022, se han contabilizado un total de 347 víctimas de 63 causas formalizadas.
Esta forma de “esclavitud moderna” involucra el reclutamiento, transporte, traslado, acogida o recepción de personas mediante la amenaza, uso de la fuerza u otras formas de coacción, con el fin de explotarlas. A su vez, contra la errada concepción, no solo afecta a personas migrantes, sino también a chilenas que pueden ser trasladadas a diferentes zonas del país para ser explotadas en territorio nacional, siendo la trata con motivos de explotación sexual y la laboral las más comunes en Chile.
Es así como este 30 de julio constituye una oportunidad para reforzar nuestro compromiso en la lucha contra este delito, relevar la importancia del trabajo intersectorial y el involucramiento de las comunidades para poder detectar posibles casos. Necesitamos una sociedad más alerta y mecanismos robustos que permitan actuar en el momento preciso para que el “autorrescate”, o sea, escapar y dar aviso a las instituciones por iniciativa propia, no sea la única modalidad de denuncia.
La Organización Internacional para las Migraciones, OIM, desempeña un papel crucial en la lucha contra la trata de personas a nivel global y local. A través de sus programas y proyectos trabaja para prevenirla, proteger a las víctimas y colaborar con gobiernos y otras entidades para fortalecer las respuestas legales y políticas públicas frente a este delito, aumentar la conciencia sobre las formas en que la trata de personas afecta a las personas migrantes y nacionales, y busca crear capacidades en las comunidades para identificar y responder a esta situación. Tan solo en Chile, hemos fortalecido capacidades en más de 800 funcionarios y funcionarias a lo largo de ocho regiones del país desde el 2020 a la fecha, colaborando activamente con la Mesa Intersectorial sobre la Trata de Personas.
La conmemoración del Día Mundial contra la Trata de Personas no solo nos recuerda la prevalencia de este delito, sino que también refuerza la necesidad de una acción decidida y coordinada para combatirlo y evitar así más casos como el de “Elisa”. En este sentido, valoramos el trabajo que realiza el Estado de Chile en el marco de su Política Nacional Contra el Crimen Organizado y la actualización del Plan Nacional contra la Trata, así como el activo compromiso de la mesa nacional y sus mesas regionales.
Por último, es clave seguir profundizando en cómo las dinámicas globales, los conflictos y la desigualdad económica, exacerbadas por emergencias, incluidas las provocadas por el cambio climático, incrementan la vulnerabilidad de las personas ante la trata, haciendo imperativo fortalecer la cooperación internacional y el compromiso comunitario para erradicarla.