A la luz del análisis matemático, parece evidente que las cifras informadas fueron manipuladas: primero, se establecieron arbitrariamente los porcentajes y, luego, se ajustaron las cantidades de votos a dichos porcentajes. Se trata de un ejercicio de aritmética muy burdo y fácilmente detectable.
Como ya han señalado muchas personas (en especial, el periodista argentino Matías Mowszet), algo no cuadra con las cifras entregadas oficialmente en el país caribeño; o, mejor dicho, algo cuadra demasiado bien, lo que las hace inmensamente sospechosas.
Vamos de a poco. Normalmente, cuando se entregan las cifras de una elección, los porcentajes a los que corresponden las votaciones de los distintos candidatos deben ser redondeados (en general, a dos decimales), pues de lo contrario el tratamiento de la información se haría imposible.
Veamos un ejemplo. En la segunda vuelta de la elección presidencial de Chile en 2021, las votaciones fueron las siguientes (datos finales validados por el Tricel, tomados desde la página del Servel):
Boric: 4.621.231 (55,87%)
J. A. Kast: 3.650.662 (44,13%)
Total de votos válidos: 8.271.893
Ahora bien, esta correspondencia entre votos y porcentajes no es exacta. Por ejemplo, la votación de Boric corresponde en realidad a un porcentaje de preferencias igual a 100 x 4.621.231 / 8.271.893 = 55,8666680045… %.
El porcentaje de arriba aparece, entonces, ligeramente redondeado (al alza). De igual manera, el porcentaje de votos de Kast fue de 100 x 3.650.088 / 8.270.978 = 44,1333319954… %, y aparece redondeado a la baja en el cuadro anterior.
Supongamos, por ejemplo, que el porcentaje de Boric hubiese sido exactamente 55,87%. En este caso, puesto que 55,87 x 8.271.893 / 100 = 4.621.506,6, él debió haber obtenido ya sea 4.621.506 o bien 4.621.507 votos. Esto nos da 275 o 276 votos de diferencia con lo que realmente obtuvo, lo cual está dentro de los rangos esperados. Si redondeásemos a solo un decimal, entonces el desfase debiese ser diez veces mayor, del orden de los mil votos.
Y esto es lo “extraordinario” de las cifras oficialmente entregadas en Venezuela (en un cómputo del 80% de todas las mesas).
Nicolás Maduro: 5.150.092 (51,2%)
Edmundo González: 4.445.978 (44,2%)
Total informado: 10.058.774
En efecto, si hacemos el mismo ejercicio anterior –es decir, transformamos porcentajes en votos–, ¡obtenemos una coincidencia exacta! Tan solo observe la votación de Nicolás Maduro: 51,2 x 10.058.774 / 100 = 5.150.092,2.
Salvo el decimal final (que correspondería a “menos de una persona”), este último número es exactamente igual al número de votos supuestamente computados a su favor. ¡No hay desfase alguno!, no obstante, debiésemos esperar un desfase del orden de los mil votos (como en el caso de Boric).
Ahora bien, lo “doblemente extraordinario” es que esto se repite calcadamente con la supuesta votación de Edmundo González: 44,2 x 10.058.774 / 100 = 4.445.978,1.
A continuación, explicaré que la probabilidad de que algo así ocurra es prácticamente inexistente. De manera concreta, la probabilidad de que una votación a esta escala tenga un resultado porcentualmente exacto a un dígito decimal es inferior a 3 en 100 millones.
Para simplificar la explicación, cambiaré ligeramente el número de votantes, de 10.058.774 a 10 millones. Esto hará mucho más transparente lo que sucede, sin alterar significativamente los guarismos.
Supongamos, entonces, que en una votación de un universo de 10 millones, los porcentajes sean exactos a un dígito decimal, como los que fueron oficialmente entregados en Venezuela. La votación hubiese sido entonces:
Nicolás Maduro: 5.120.000 (51,2%)
Edmundo González: 4.420.000 (44,2%)
Total para fines pedagógicos: 10.000.000
Como puede apreciarse, las votaciones serían muy particulares: ¡números que terminan en cuatro cifras iguales a 0! Y si se quiere pasar a otro porcentaje que sea exacto a un decimal, por ejemplo, 51,3% para Maduro, entonces se necesitarían exactamente 10 mil votos más.
En otras palabras, para que, en un universo votante de 10 millones de personas, los porcentajes de votaciones sean exactos a un decimal, se requiere que los números de votos sean exactamente múltiplos de 10 mil. Para que esto suceda, de cada 10 mil números consecutivos, solo uno podría representar una votación: aquel que termina en cuatro dígitos 0. La probabilidad de que este sea el que aparezca en el recuento es, evidentemente, una entre 10 mil.
Ahora bien, lo “doblemente extraordinario” es que esto no solo ocurre con la votación informada para Maduro, sino también para González. Sin embargo, el que ambas votaciones sean exactas a un decimal tiene una probabilidad muy baja, igual a 1 / 10.000 x 1 / 10.000 = 1 / 100.000.000, esto es, ¡uno en 100 millones!
En el universo votante real (de 10.058.774 votantes), la situación es análoga: si bien los números de votos informados no parecen especiales (no son números terminados en 0000), sí lo son cuando se los examina en relación con el universo total. De hecho, la probabilidad de que aparezcan números del tipo deseado es incluso menor a uno entre 10 mil: es como si se les seleccionase quirúrgicamente para hacer calzar las proporciones.
La única salvedad es que hay un votante sobrante que debe ser asignado a una de las tres casillas (Maduro, González o el resto; en el cómputo entregado entró en la última casilla), como se ejemplificó anteriormente para el caso de Boric. Esto triplica las probabilidades de un resultado de este tipo, pero, aun así, una probabilidad inferior a 3 en 100 millones sigue siendo extraordinariamente baja. Un hecho de esta naturaleza es mucho menos probable que ganarse el premio mayor del Loto (escoger acertadamente 6 números de entre 41) en el próximo juego (para esto se tiene una chance levemente superior a 3 de entre 10 millones).
A la luz de este análisis, me parece evidente que las cifras informadas fueron manipuladas: primero, se establecieron arbitrariamente los porcentajes y, luego, se ajustaron las cantidades de votos a dichos porcentajes. Se trata de un ejercicio de aritmética muy burdo y fácilmente detectable, pues no consideró el desfase de miles de votos que debe haber entre un guarismo y el otro.
En lo concreto, la probabilidad de que estas cifras no sean fidedignas es mayor al 99,99999%. Y creer en ellas es diez veces más difícil que confiar a ciegas en ganarse el Loto en la próxima jugada…