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¡Con mis hijos no! Opinión

¡Con mis hijos no!

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Esteban Velásquez Núñez
Por : Esteban Velásquez Núñez Senador por la Región de Antofagasta.
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Pues el senador aprovechándose de su cargo, llama al Defensor de la Niñez para hablar del caso de su padre, una gestión especial a la que no muchos chilenos tienen acceso.


¡Con mis hijos no te metas! Fue una frase que escuchamos quizás demasiado por parte de la derecha de este país para oponerse a discutir e implementar programas de Educación Sexual Integral (ESI) en las salas de clases, aduciendo el derecho preferente de los padres y el cariz ideológico, supuestamente, impuesto por el gobierno.

Lo que no cuentan, o abiertamente no les interesa, de esta discusión, son los beneficios que estos programas conllevan para prevenir y denunciar los delitos sexuales contra niñas, niños y adolescentes (NNA).

Es por lo anterior, que no nos debe sorprender como estas últimas semanas un senador de la República y presidente de unos de los partidos opositores a estas políticas, ha hecho una defensa deleznable, de la condena a seis años de presidio en contra de su padre por abuso sexual contra menores.

Esto es de suma gravedad en cualquier escenario, pero más aún, cuando dicha autoridad por televisión abierta pone en tela de juicio las acciones de una menor víctima de abusos, hecho constatado hasta ahora con una sentencia condenatoria clara. Reconociéndose abogado y sin ser capaz de desdoblarse – como dijo alguien por ahí – de su rol de parlamentario, su defensa ciega y visceral de hijo, no hace más que victimizar nuevamente a la menor, y al mismo tiempo decirle a ella y tantas otras víctimas que sabemos existen en este país, que no basta con ser valiente si el acusado es poderoso. 

Más allá de comprender la defensa que puede hacer un hijo a su padre, un senador es una autoridad y como tal, esta no se desviste de esta cualidad, por lo que sus acciones impactan poderosamente, más cuando ocupas esta posición jerárquica de superioridad (que ellos creen también moral) en la ventaja de tener una pantalla nacional – y un periodista condescendiente – para realizar tan férrea defensa, sin derecho a réplica, enrostrando al resto de los ciudadanos los privilegios de algunos. 

Lamentablemente, dichos privilegios no solo se limitan al espacio televisivo antes mencionado, también en este caso, los encontramos en el sistema de justicia, desde su proceso en arresto domiciliario con una fianza millonaria, algo que solo unos pocos pueden asumir; hasta las reiteradas decisiones de la Corte de Apelaciones de Rancagua en orden a sacar de prisión preventiva al padre del senador. Corte que como nunca defiende la presunción de inocencia aún cuando existe una sentencia condenatoria. Yo no soy abogado, pero algo huele raro aquí.

Privilegios, como su ingreso a un recinto penitenciario, entrada especial, durmiendo tranquilamente en el hospital penitenciario, visitas privilegiadas, a estas alturas yo ya pensaba que este trato solo estaba para los violadores de derechos humanos de Punta Peuco. Tiendo a pensar, algo tendrán en común.

Y seguimos, como dijo otro por ahí…

Pues el senador aprovechándose de su cargo, llama al Defensor de la Niñez para hablar del caso de su padre, una gestión especial a la que no muchos chilenos tienen acceso. Solo espero que en esta conversa, el parlamentario haya pedido el resguardo de las menores abusadas, principal competencia del defensor, por lo demás.

También es un privilegio, aunque para mi una patudez y descriterio máximo, lo que realiza el flamante nuevo presidente de la colectividad del senador, amenazando con boicotear cualquier proyecto del gobierno si se sigue hablando del caso, es decir, nos impone silencio bajo amenaza de torpedear nuevamente el avance nacional, acción reprochable más no imprevisible. Pues digamos las cosas como son, la derecha lleva meses boicoteando todo lo que el gobierno propone sin presentar alternativas para no lograr avanzar en reformas sustanciales para el bienestar de todos los chilenos y chilenas. El pan y el agua decían. Como sea, política de mordazas más, amenazas y excusas menos, esperemos que, por el bien de todos, no sean más que palabras. 

Y así, tras más de una semana con el tema punteando los ratings, la imposición del partido que se victimiza y los medios hegemónicos que le dan cabida – vale recordar que este nuevo presidente UDI plantea estas amenazas en el mismo programa, canal y frente al mismo periodista condescendiente con que antes habló el senador/hijo – esto podría quedar aquí, y aprovechando la contingencia de las polémicas elecciones en Venezuela, o la repentina detención de tres involucrados en el macabro caso del asesinato de los carabineros en el sur, llevarnos a olvidar.

Pero yo no estoy disponible, pues en el parlamento, y en la urgente y sentida necesidad que tenemos como país para recomponer las confianzas en las instituciones, este caso nos deja heridas que no cicatrizarán tan prontamente. Pues, este senador/hijo podrá en algún momento tomar decisiones en torno a la carrera de los jueces sentenciadores, ministros de corte, defensor de la niñez, fiscales, director de Gendarmería y un gran etcétera, lo que nos plantea desafíos mayores y urgentes en orden a modificar el sistema de nombramientos y la responsabilidad de autoridades cuando ejercen sus funciones. En definitiva, exigir responsabilidad política ante todo.

Finalmente, debemos alzar la voz y exigir coherencia política y discursiva a la derecha, pues el ¡Con mis hijos no te metas!, se queda en un slogan barato, si no se transforme en un principio que nos permita condenar con dureza los delitos sexuales contra menores de edad, sin privilegios ni prejuicios, como también legislar e implementar Educación Sexual Integral efectivas y sin sesgos ideológicos, siempre pensando en el bienestar de los niños, niñas y adolescentes, que nos permitan una correcta protección de estos, para que nadie se meta nunca más con nuestros hijos.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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