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Dignidad del campo chileno: un desafío de ayer y hoy Opinión

Dignidad del campo chileno: un desafío de ayer y hoy

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Santiago Rojas Alessandri
Por : Santiago Rojas Alessandri Director Nacional de INDAP
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Estamos promoviendo el desarrollo rural, velando siempre por los derechos y el bienestar de una Agricultura Familiar Campesina e Indígena más inclusiva, sostenible y resiliente. 


La Reforma Agraria fue una de las políticas estructurales más importantes de nuestro país. Fue un paso decidido hacia el respeto de las campesinas y los campesinos, les abrió el camino para salir de la extrema pobreza y de un sistema laboral basado en el inquilinaje, en donde niñas y niños no tenían derechos primordiales, como la educación. Adultos, personas mayores y menores de edad, sin distinción, trabajaban de sol a sol, sin derecho a horas extras, bajo el frío, la lluvia o las altas temperaturas. 

En INDAP estamos viviendo el tercer Día de la Campesina y el Campesino del Gobierno del Presidente Gabriel Boric, fecha que nos llena de honor y orgullo, porque conmemoramos el reconocimiento y la dignidad que los campos de Chile merecen.  

En medio de ese proceso histórico nace nuestra institución (1962), la cual desplegó todo su capital humano y sus recursos económicos para que la ley se implementara eficaz y rápidamente. Y mirando en retrospectiva: el esfuerzo valió la pena. 

Con la Reforma Agraria, Chile experimentó importantes transformaciones socioeconómicas que dinamizaron no solo las zonas rurales sino también las áreas urbanas. La modernización de la agricultura, junto con las políticas de la ley, fueron sustantivas para que el rostro de los campos cambiara. 

Los avances logrados fueron frenados durante la dictadura cívico-militar, y eso produjo un retroceso en el camino trazado inicialmente por la Reforma, generando un proceso de Contrarreforma doloroso y sanguinario para gran parte del campesinado nacional. Hoy en día, este recuerdo sigue presente en los territorios rurales del país, el cual nos motiva a seguir impulsando acciones que resguarden el legado de miles de campesinos y organizaciones que continúan la historia reformista. 

Hoy, la Agricultura Familiar Campesina e Indígena sigue siendo indispensable para la seguridad alimentaria nacional, pues contribuye de manera importante a la producción agrícola. Según estadísticas de ODEPA, el 54% de las hortalizas que se consumen a diario en los hogares chilenos; el 50% de los cultivos como el trigo, maíz, cebada, papa y otros; el 30% de las viñas viníferas; el 94% de producción caprina nacional; el 70% de la miel y derivados; y el 54% de la producción bovina provienen del trabajo de la Agricultura Familiar de nuestro país. 

Dado lo anterior es fundamental contar con una seguridad y soberanía alimentaria robusta y con futuras generaciones dispuestas a hacer del campo un lugar de trabajo viable. Que las nuevas generaciones puedan permanecer o regresar al campo es uno de los objetivos centrales de INDAP y del Ministerio de Agricultura, y para lograrlo es necesario el apoyo del Estado en su conjunto. Las juventudes rurales modernizan el campo no solo en edad, sino también en innovación, colaboración y sustentabilidad, recogiendo el legado y experiencia de miles de campesinas y campesinos que por años han trabajado por el derecho humano a una alimentación adecuada y saludable. 

 “Queremos que la vida rural sea una opción real para las futuras generaciones, para que el campo mantenga su esencia, sus tradiciones, y además sea sinónimo de calidad de vida”, fueron las palabras del Presidente Boric en la Cuenta Pública de este año y su frase es lo que nos mueve y que se traduce en resultados.    

Entre ellos destacamos “Mi Primer Negocio Rural”, programa que capacitará a 260 jóvenes, 100 en la Región de Coquimbo y 160 en la Región de Los Ríos. De ellos, se seleccionarán a 200, quienes recibirán capacitación e incentivos económicos. Este nuevo impulso hacia la juventud rural, desarrollado por INDAP, está destinado a que este segmento mejore sus ingresos mediante la venta de actividades productivas.      

Además lanzamos el Segundo Concurso Nacional de Proyectos de Inversión Productiva, y estamos desarrollando mesas de jóvenes rurales en todo el territorio nacional, además del trabajo con la Mesa Nacional de Juventudes Rurales. 

Hoy nuestra institución tiene un enorme desafío: la elaboración de la primera Política Nacional de Juventudes Rural, construida a través de la primera Consulta Ciudadana de la institución, gracias a un convenio firmado entre INDAP, INJUV y ODEPA.   

Junto a ello, seguimos fortaleciendo a las más de 200 mil campesinas y campesinos de nuestra institución, con programas que rescatan los Cultivos Tradicionales y que promueven una Transición Sostenible de la Agricultura, reduciendo la dependencia de insumos de origen sintético, mejorando la eficiencia en el uso de agua y avanzando hacia un manejo integrado de plagas y malezas, entre otros. 

Estamos promoviendo el desarrollo rural, velando siempre por los derechos y el bienestar de una Agricultura Familiar Campesina e Indígena más inclusiva, sostenible y resiliente. 

En esta administración nos hemos propuesto avanzar en procesos transformadores para estas generaciones y las que heredarán la labor del campo chileno. Por eso las y los invito a que celebremos la labor campesina a quienes nos alimentan. Sigamos transformando el campo juntas y juntos. 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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