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¿Deben invertirse tanto en el extranjero los ahorros de pensión de los chilenos? Opinión

¿Deben invertirse tanto en el extranjero los ahorros de pensión de los chilenos?

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François Meunier
Por : François Meunier Economista, Profesor de finanzas (ENSAE – Paris)
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xiste un choque de horizontes. Invertir fondos en el extranjero beneficia a los cotizantes y pensionados de hoy, pero pone en desventaja a sus hijos si esta fuga del ahorro nacional penaliza el crecimiento y el empleo. 


En el tortuoso debate sobre las pensiones parece que se pasa por alto un punto importante. Hoy en día, cerca de la mitad de los fondos de pensiones chilenos, US$86 billones o el 30% del PIB en 2023, están invertidos en activos financieros extranjeros, y la proporción tendencial es más alta: antes de los “retiros”, era del 45% del PIB, y mañana será mucho mayor si se aumentan las cotizaciones en 6 puntos.

En términos prácticos, esta inversión significa la compra de bonos y acciones extranjeras, que van a financiar los déficits públicos de otros países o inversiones de empresas extranjeras. Los fondos de pensiones chilenos son, por tanto, una especie de fondo soberano, como los de Noruega o Arabia Saudí, salvo que están en manos de individuos.

De ahí la pregunta: con tal tamaño ¿es este el mejor uso del ahorro privado de los chilenos? Mostramos aquí que esta situación es hoy en día cuasi inevitable, pero que los inconvenientes superan probablemente a las ventajas.

¿Por qué invertir en el extranjero?

  • Permitir diversificar los activos (no poner todos los huevos en la misma cesta). 
  • Obtener potencialmente mayores rendimientos y, por tanto, pensiones más altas para los chilenos.
  • Y, otra vez, no hay otra opción. No existe en Chile una oferta suficiente de activos financieros nacionales – entendiendo por tales los activos negociables y líquidos, tal y como exige la normativa – para alimentar las necesidades de inversión. La bolsa de Santiago es “pequeña” y no nos atrevemos a incentivar demasiado al Estado a aumentar el déficit público y por tanto a emitir más bonos.

Hay dos efectos perjudiciales

  • Existe un riesgo cambiario importante. Si el peso volviera repentinamente al nivel en que se encontraba en 2018, la capacidad de pago de las pensiones por las AFP caería alrededor de un 12%. ¿Le corresponde al cotizante y al jubilado asumir este riesgo? Por supuesto, tal caída es poco probable hoy – más sobre esto en un momento. 
  • Chile no es Noruega. Todavía se encuentra en una fase intermedia de desarrollo, con une necesitad intense de crecimiento y, por tanto, de inversión local. Se dice que este dinero que sale al extranjero se compensa con la inversión directa de empresas extranjeras en Chile. Pero hoy en día, estos últimos flujos son mucho menores que en el pasado, cuando actores extranjeros compraban extensivamente actividades y empresas chilenas. Alcanzaron el 10% del PIB alrededor del año 2010, y la mitad en la actualidad. A esto se añade un déficit comercial que se vuelve estructural desde 2011, de tal manera que la balanza de pagos se encuentra bajo mucha presión.

Un efecto perverso sobre el peso

No se puede descartar que esta presión contribuye a explicar la continua debilidad del peso frente al dólar. Encontramos ahí algo como un círculo vicioso: la inversión en el exterior del ahorro de pensiones es un factor adicional de debilidad del peso, pero es precisamente lo que justifica aún más que los gestores de las AFP inviertan en el exterior. 

De hecho, la rentabilidad de las inversiones en el exterior proviene menos de un desempeño espectacular que de la alza de las divisas. Por falta de estadísticas de parte de la Superintendencia (SP), utilizo ahí un sustituto, que es la balanza de pagos que publica el Banco Central. En ella se reportan los montos y todos los flujos (cotizaciones menos retiros) de los fondos de pensiones con el exterior, lo que permite calcular su rendimiento. Por ejemplo, durante 2012 a 2023, la tasa interna de rentabilidad es del 3% medida en dólares, pero de casi el 8% medida en pesos. Cinco puntos de diferencia debido a la baja del peso.

Como se sabe bien, un peso a la baja no es bueno para la economía chilena porque, en ausencia de una gran base industrial, la ganancia de competitividad que permite un peso bajo no repercute en las exportaciones, mientras que las importaciones se encarecen y lastran el poder adquisitivo. 

Conclusión: existe un choque de horizontes. Invertir fondos en el extranjero beneficia a los cotizantes y pensionados de hoy, pero pone en desventaja a sus hijos si esta fuga del ahorro nacional penaliza el crecimiento y el empleo. 

¿Cómo salir de esta situación?

Tres posibilidades:

▪ Aumentar drásticamente la gama de activos chilenos elegibles para los fondos de pensiones: infraestructuras, energía, capital riesgo, etc. Se trata de un debate en curso, en el que el SP avanza con cautela.

▪ Financiar más el presupuesto público mediante deuda, deuda que sería adquirida por los fondos de pensiones. Esto es lo que se hace en Japón, donde los fondos de pensiones están invertidos en la enorme deuda pública del país, que sin embargo rinde muy poco, si no cero. Pero la idea choca en Chile porque se interpreta como una renuncia a la disciplina presupuestaria por la que el país es conocido.

▪ Introducir un pilar de reparto en la financiamiento del sistema de pensiones y, desde luego, disminuir la necesidad de adquirir activos financieros ya que el reparto se finanza por transferencia entre activos y inactivos y no a través de los mercados financieros. Como resultado, el ahorro privado tiene menos necesidad de invertirse en el extranjero y puede destinarse más a la inversión en el país.

Conclusión: es importante abrir el debate sobre cómo evitar que esa exportación de capital choque con el desarrollo de nuestro país.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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