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Residencias para la niñez y adolescencia con discapacidad: ¿cómo intervenir si siempre hay crisis? Opinión

Residencias para la niñez y adolescencia con discapacidad: ¿cómo intervenir si siempre hay crisis?

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Catalina González M.
Por : Catalina González M. Encargada del área de Niñez y Parentalidad Positiva de Fundación Chilena para la Discapacidad.
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Es esencial aumentar la inversión y el apoyo técnico. Se necesitan más recursos para desarrollar instalaciones adecuadas y contratar a profesionales capacitados que puedan manejar las situaciones con la sensibilidad y la experiencia necesarias.


La crisis en el Sistema de Protección Especializada para la Niñez y Adolescencia es tremendamente compleja. Especialmente preocupante es la situación en las residencias para niños, niñas y adolescentes en situación de discapacidad, con altas problemáticas de salud mental, que presentan a diario desajustes conductuales, generando riesgos para sí mismos, para sus compañeros y para el personal que atiende, el que debe interrumpir las labores para resguardar al niño, niña o adolescente que se encuentra en esta situación. A esto se suma el daño al mobiliario, la infraestructura y la imposibilidad de realizar trabajo terapéutico. 

Lo anterior, revela un déficit estructural en la capacidad del Sistema para proporcionar un entorno seguro y adecuado. Las residencias, muchas veces, no están equipadas ni cuentan con el personal especializado suficiente para manejar los requerimientos particulares de los niños, debido a una subvención estatal que no alcanza para cubrir las necesidades especiales de la población atendida, debiendo recurrir a donaciones, bajos sueldos, escasos materiales de trabajo y mejoras provisorias a infraestructura que no favorecen un ambiente nutricio para el desarrollo. Estas condiciones impiden que se realicen intervenciones efectivas, perpetuando un ciclo de crisis que afecta a los niños, niñas y adolescentes y a los trabajadores de los dispositivos. 

Es esencial aumentar la inversión y el apoyo técnico. Se necesitan más recursos para desarrollar instalaciones adecuadas y contratar a profesionales capacitados que puedan manejar las situaciones con la sensibilidad y la experiencia necesarias. Además, es crucial implementar programas de formación continua locales para el personal, que no sean estandarizados y que se adecuen con pertinencia a las realidades residenciales, con el fin de mejorar las estrategias de intervención y gestión de crisis. 

La intervención y la restitución del derecho a vivir en familia de los niños, niñas y adolescentes no es posible sin una base sólida de recursos y apoyo. Es hora de que las autoridades tomen acción ante la crisis reconocida por todos. Si queremos romper el ciclo de crisis, debemos priorizar la inversión en la infraestructura, procurar contar con personal especializado, orientaciones técnicas basadas en la práctica y no en la teoría, procesos de asistencia técnica atingentes a la realidad residencial. No sirven promesas de una Mejor Niñez si nada cambia, si es el mismo sistema el que pone en crisis a los organismos colaboradores que ejecutan los programas, la misma crisis que evita que podamos intervenir. 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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