Es importante que el Ministerio de Salud reconozca la relevancia de no quedarnos atrás de esta transformación y promueva no solo la adopción de estas nuevas herramientas, sino también el desarrollo de innovación local, con datos locales, fomentando el acceso a fondos específicos de investigación.
La inteligencia artificial (IA) está cambiando todo y, aunque faltan años para que se incorpore plenamente al sector salud, ya se ven algunas tendencias donde la IA ha tomado tres caminos simultáneos: ser una ayuda al trabajo médico, mejorarlo o reemplazarlo. ¿Cuál será el futuro y qué puede hacer el Ministerio de Salud en Chile?
Veamos. El trabajo médico está lleno de burocracia y ya existen desarrollos que permiten automatizar el registro clínico generado a partir de una conversación entre paciente y médico, simplificando el trabajo. Otras aplicaciones, algunas chilenas como CERO.AI, permiten interactuar fluidamente en un lenguaje natural a través de WhatsApp con quienes reservaron una hora médica, reduciendo sustantivamente la inasistencia a consultas, que generan pérdidas millonarias al sistema de salud.
En otros aspectos, la IA está funcionando para potenciar y mejorar el trabajo médico. Los pólipos son lesiones precursoras de cáncer de colon, que pueden detectarse en una colonoscopía, un estudio que permite ver con una cámara el tubo digestivo por dentro. Sin embargo, muchas veces pasan desapercibidos en el examen, por su pequeño tamaño. No obstante, colonoscopios operados por el ser humano, pero apoyados por IA, permiten detectar pólipos que el ser humano no observa, aumentando las posibilidades de detectar lesiones incipientes que pueden ser tratadas con mayor facilidad.
Por otra parte, la IA también puede ser un reemplazo del personal de salud. Este puede ser el caso en la psiquiatría, donde esta nueva tecnología, utilizando un “terapeuta virtual”, puede conversar con un paciente y potencialmente realizar terapia. También es el caso de la radiología. Hoy en día, la IA permite identificar lesiones en un escáner que luego son informadas por el radiólogo. Sin embargo, pareciera no estar lejano el día en que el mismo programa redacte el informe completo y nadie lo revise. Este cambio no es nuevo en medicina. Antiguamente los exámenes de laboratorio como un hemograma eran realizados por un operador a mano, y hoy en día el análisis completo lo hace una máquina que entrega también el reporte.
Es probable que en un contexto donde no solo aumenta la oferta por salud, sino también la demanda, el futuro de esta revolución tecnológica vaya en las tres direcciones al mismo tiempo. Por un lado, ayudando al personal de salud, pero también haciendo más eficiente el trabajo de algunos y reemplazando a otros, como ha sucedido innumerables veces con otras transiciones tecnológicas desde el auto y los aviones hasta el computador y la internet.
Finalmente, es importante que Chile no se quede atrás de esta revolución. En cualquiera de los tres caminos posibles, la IA se construye sobre datos. Una aplicación desarrollada con población europea o de los Estados Unidos, puede no ser igual de efectiva o tener sesgos en favor o en contra de una determinada población al ser usada en Chile.
Es importante que el Ministerio de Salud reconozca la relevancia de no quedarnos atrás de esta transformación y promueva no solo la adopción de estas nuevas herramientas, sino también el desarrollo de innovación local, con datos locales, fomentando el acceso a fondos específicos de investigación. En IA, si realmente queremos beneficiarnos como país, no será suficiente con copiar lo que otros hacen. Necesitamos hacer nuestros propios desarrollos y caminar nuestro propio camino.