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Bachelet, el fantasma de Matthei Opinión

Bachelet, el fantasma de Matthei

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Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
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Es probable que la hipótesis de la oposición –esa de que Matthei necesita un sparring distinto a José Antonio Kast– no fuera tan descabellada si estuviéramos en enero o febrero de 2025, pero distinto es a un año y tres meses de la elección presidencial.


Es curiosa la reacción que ha tenido la derecha con la irrupción –no hay otra palabra que lo exprese mejor– de Michelle Bachelet no solo en la agenda política del país, sino también en el escenario presidencial. Curiosa, porque han levantado la tesis de que, dado que la alcaldesa habría tocado “techo” –el diagnóstico es interno– desde hace un par de meses en las encuestas, la única manera que existiría de revertir la situación sería subir al ring a la exmandataria.

Curiosa, porque al mismo tiempo han salido a criticar ácidamente la presencia de Bachelet en distintos actos y eventos de candidatos a alcaldes del oficialismo. Incluso se han puesto creativos tratando de llevar a Contraloría a la expresidenta, por hacer, exactamente, lo que ellos quieren que haga: competir abiertamente con Evelyn. Claro que, a estas alturas, intentar analizar la coherencia de nuestra clase política es un ejercicio tan inútil como inconducente.

Es probable que la hipótesis de la oposición –esa de que Matthei necesita un sparring distinto a José Antonio Kast– no fuera tan descabellada si estuviéramos en enero o febrero de 2025, pero distinto es a un año y tres meses de la elección presidencial. La historia ha demostrado que, en política, no por madrugar amanece más temprano. No lo sabrán Daniel Jadue y Joaquín Lavín, que a esta misma altura del proceso presidencial anterior figuraban escapados en todas las encuestas. Lo que ocurrió después, lo sabemos todos.

Además, hay que considerar que la propia Evelyn, producto de su excesiva exposición anticipada, ha cometido varios errores no forzados y, por tanto, un traspié podría significar un descalabro parecido al de Jadue y Lavín. Críticas al Poder Judicial, acusaciones temerarias de intervención del narcotráfico en la política e, incluso, sus emplazamientos directos a Bachelet por “intervencionismo”, cuando ella es alcaldesa en ejercicio y está dedicada de lleno a su campaña presidencial, incluyendo viajes al extranjero y a regiones en horarios en que, se supone, una autoridad edilicia debería estar trabajando en su comuna.

Pero, de fondo, el intento de subir a Michelle al ring es una apuesta riesgosa para la derecha. Ya sabe Evelyn lo que pasó en la elección en que se enfrentaron ambas. La exmandataria obtuvo 62,16% contra un paupérrimo 37,83% de la alcaldesa. Por supuesto que las condiciones han cambiado. De hecho, Evelyn está ubicada en la pole position esta vez. Sin embargo, el peso político y la valoración de Michelle en la población es significativa. Esto ha quedado demostrado estas últimas semanas, en que ha subido progresivamente en las encuestas. Ha bastado un mínimo movimiento de piezas y poco esfuerzo para que Bachelet se instale en una posición expectante.

Tres elementos permiten entender esta alza importante y sostenida de Bachelet en las encuestas.

Primero, el Presidente Boric sigue teniendo una base de apoyo inédita –Bachelet y Piñera tenían en promedio 20% en esta misma fecha–, de entre 35 y 37 por ciento, por tanto, el oficialismo está mejor posicionado de lo que cree la oposición. Segundo, Bachelet tiene peso propio, por tanto, incluso ante un traspié de La Moneda, ella sale inmune. Y tercero, es que la alianza de Gobierno no ha podido levantar un liderazgo y aprovechar el vuelo que da estar en el poder. Incluso, la semana pasada, el ministro Montes intentó promover a Tohá de manera bastante forzada. Carlos: mientras Tohá siga en Interior, la opción de posicionarla es muy escasa, considerando los problemas de seguridad pública y la migración ilegal.

De ahí que el objetivo comunicacional de “levantar” a Bachelet –exigiendo que compita o denunciándola por lo mismo–, por parte de la derecha, podría convertirse en un error no forzado que les traiga consecuencias insospechadas, más aún cuando ya se dan por ganadores, pese a que falta mucho paño por cortar. De ahí, también, que las ganas de revancha de Evelyn ante Michelle no pueden imponerse por sobre la racionalidad en un momento así.

No es un misterio que ambas han tenido una extraña relación de doble vínculo y competencia desde que tenían seis años y eran compañeras de juego en el barrio, cuando vivían una enfrente de la otra, cerca de Antofagasta, debido a que sus padres eran compañeros y amigos en la Fach. Incluso, algunos años después de la muerte del padre de la alcaldesa, y pese a lo ocurrido en la dictadura –en que uno estaba en la Junta Militar y el otro, junto a su señora e hija, eran torturados–, las familias descubrieron que el general Matthei era apoderado de los bienes del general Bachelet. Vaya paradoja.

No hay duda de que Michelle es un incentivo adicional para Evelyn. La alcaldesa tiene una espina clavada desde la elección en que fue derrotada estrepitosamente por Bachelet y ahora, que se siente en ventaja, debe pensar que es un buen momento para cobrarse revancha. También debe pesar esa extraña rivalidad que mantienen desde hace más de sesenta años. Sin embargo, la política es más cruda y brutal de lo que nuestros políticos son capaces de visualizar.

De hecho, no es descartable que, pese a todos los problemas y errores que ha enfrentado este Gobierno, el resultado en las elecciones de octubre rompa la tendencia de 20 años, en que la oposición gana siempre estas elecciones de medio tiempo, gracias a esa manía chilena de encontrar mal todo lo que hace el que está en el poder y aspirar siempre a cambiarlo todo.

De ahí que la derecha debería pensar mejor este toreo que le están haciendo a Bachelet, cuyo objetivo es ponerle un rival a su abanderada para romper con el estancamiento en las encuestas. No vaya a ser que, con eso, solo logren lo que el propio oficialismo no ha podido: entusiasmar a la exmandataria para competir por tercera vez a La Moneda. Y, claro, no hay nada más riesgoso que darles vida a nuestros propios fantasmas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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