Las acciones de Chile para enfrentar la crisis de la naturaleza tienen muchos caminos y herramientas, entre ellos, la puesta en marcha del nuevo Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas (SBAP).
Chile y el mundo viven las más intensas crisis ambientales de las que tengamos conciencia: el cambio climático que gatilla y acelera la contaminación y la pérdida de biodiversidad, con un descenso de especies y pérdida de ecosistemas a una escala sin precedentes en la historia de la humanidad. Lo anterior atenta contra la supervivencia no solo de una parte importante de las especies y ecosistemas naturales de la Tierra, sino también de la propia especie humana causante de estas crisis.
Los cambios positivos graduales para conservar nuestra naturaleza no son suficientes y necesitamos esfuerzos mayores, pues no tenemos un plan B –y probablemente nunca lo tengamos– para reemplazar todos los bienes y beneficios que la naturaleza nos proporciona. Es tiempo de reconocer que la sustentabilidad del planeta y el bienestar de las próximas generaciones nos exigen poner a la naturaleza al centro de todos los esfuerzos de desarrollo.
Desde la perspectiva del reconocimiento de esta crisis, es que 196 naciones del mundo adoptan como un desafío conservar y hacer un uso sustentable de la naturaleza, por medio del marco conocido como Kunming-Montreal. Este pacto acordado en la Cumbre de las Naciones Unidas sobre la Biodiversidad en 2022, tiene como objetivo máximo detener y revertir la pérdida de la naturaleza en el planeta.
Chile figura entre los países firmantes, comprometiéndose a iniciar un proceso de evaluación de su Estrategia Nacional de Biodiversidad (ENB), que involucra discutir 23 metas para salvaguardar los ecosistemas y especies para el 2030 y cuatro objetivos para 2050. Hasta la fecha, 138 países se encuentran en proceso de actualización de ENB, apoyados conjuntamente por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
Esta actualización implica un proceso donde son llamados diferentes actores de la sociedad –a nivel nacional, regional y local–, que incluye representantes de instituciones públicas, privadas, científicos, jóvenes por la naturaleza, ONGs y movimientos sociales, entre otros. Este proceso permite recoger inquietudes, propuestas y compromisos para avanzar y escalar en iniciativas de restauración, protección y uso sostenible de la biodiversidad.
Las acciones de Chile para enfrentar la crisis de la naturaleza tienen muchos caminos y herramientas, entre ellos, la puesta en marcha del nuevo Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas (SBAP). Por primera vez nuestro país contará con una entidad dedicada exclusivamente a la conservación de la naturaleza, con instrumentos para su preservación, restauración y uso sustentable, tanto a nivel de genes, especies y ecosistemas. Adicionalmente, este servicio será el encargado de la gestión de las áreas protegidas en el país y deberá resguardar ecosistemas en todo el territorio nacional.
Complementariamente, la actualización de la ENB, que se inició en 2023 y es liderada por el Ministerio del Medio Ambiente, con el apoyo del PNUD, constituye un poderoso instrumento de política pública que vincula a todos los actores para facilitar la comprensión colectiva y transversal del problema de la pérdida de biodiversidad, y concordar las medidas o acciones más eficaces para su gestión y solución.
Este año, el país avanza en construir un nuevo marco para esta estrategia (metas, visión, misión, objetivos) y en 2025 se abrirá la propuesta a la ciudadanía en un proceso de Consulta Pública, que precederá a la discusión, a nivel local y regional, de sus planes de acción. Es importante destacar que la construcción de este instrumento de política pública es un proceso “vivo”, que avanza y evoluciona en espacios colaborativos, estableciendo conexiones y sinergias con otras múltiples herramientas de gestión ambiental, las climáticas, por ejemplo, las que sin duda necesitan la atención y participación activa por parte de la ciudadanía.
Todas estas iniciativas deben ser coherentes y aportar a la conservación y protección de la biodiversidad, contribuyendo a detener la pérdida de ecosistemas y especies en el país, en un contexto de amenaza que sabemos es global. Hay que decirlo nuevamente: la naturaleza debe estar al centro de cualquier estrategia de desarrollo, ya que sin resguardo y gestión adecuada, no puede haber desarrollo.
En un territorio como el nuestro, tenemos que aprender a convivir y valorar nuestra naturaleza en todas sus expresiones y escalas, pues en todas ellas nos provee de bienes, servicios y bienestar en múltiples dimensiones (espiritual, psicológica, física, económica, recreacional, etc.). Esto implica necesariamente realizar todos los esfuerzos para mejorar el conocimiento de la biodiversidad nacional, para restaurar y detener el deterioro de los ecosistemas únicos presentes en los más de 700 mil kilómetros cuadrados y casi 7 mil kilómetros de línea costera de nuestro país.