Los cuatro rubros mencionados –transporte, viajes, finanzas y seguros, y servicios empresariales– dan cuenta del 89% de las exportaciones chilenas de servicios y del 78% de las importaciones.
En el campo del comercio internacional se nota un creciente aumento del comercio de servicios comerciales, de modo tal que estos ya representan el 24% del comercio mundial total de bienes y servicios. Es, de hecho, lo que más crece en el campo de las relaciones económicas contemporáneas.
En el caso de Chile, sin embargo, los servicios solo representan, en el año recién pasado, el 8.6 % del total de nuestras exportaciones.
Entre los principales servicios que hoy en día son objeto de comercio internacional se pueden mencionar los viajes, transporte, seguros, comunicaciones, servicios bancarios, comerciales, digitales, médicos, educacionales, culturales y recreativos. El desarrollo de las tecnologías de la comunicación han ayudado en alta medida a que hoy en día se puedan comercializar internacionalmente servicios que antes solo se generaban y se consumían al interior de cada país.
En Chile, para el año 2023, las exportaciones de servicios, es decir, la venta de aquello a ciudadanos de otros países, alcanzó a 9.792 millones de dólares. Las importaciones sumaron, a su vez, 20.574 millones de dólares, lo cual implica que tenemos un déficit de 10.782 millones de dólares en la cuenta de servicios de la balanza de pagos.
En la cuenta de bienes de la balanza de pagos, las exportaciones menos las importaciones presentan, en el año mencionado, un superávit de 9.248 millones de dólares. El esfuerzo que se hace nacionalmente para aumentar la venta internacional de bienes –cobre, frutas, maderas– genera un superávit por sobre las importaciones, que es superado cómodamente por el déficit de la cuenta de servicios.
En materia de transporte –marítimo, aéreo, carretero– el país logra exportar servicios por un monto de 3.562 millones de dólares. Las importaciones en este rubro, sin embargo, alcanzan los 7.137 millones de dólares. Más del doble. Eso significa que es modesta nuestra capacidad para transportar las mercancías que vendemos o que compramos en el exterior, razón por la cual se hace necesario recurrir en forma sistemática a la compra de dichos servicios a proveedores externos.
En materia de viajes, es decir, lo que gastan en nuestro país los extranjeros que nos visitan, básicamente por concepto de turismo, y lo que gastan los chilenos en el exterior, por el mismo motivo, deja también un lado negativo. A pesar de nuestras potencialidades y nuestras bellezas naturales, solo captamos anualmente 2.403 millones de dólares por concepto de turismo, mientras que los turistas chilenos en el exterior gastaron en el año 2023 un monto de 3.057 millones de dólares.
En servicios financieros y seguros, servicios que son inescapables en el transporte internacional de mercancías, Chile gasta anualmente 2.790 millones de dólares, y logra realizar ventas en ese campo que solo alcanzan a los 758 millones de dólares.
Finalmente, en esta breve mención de lo que sucede en dicha cuenta de la balanza de pagos, en el ítem “otros servicios empresariales” se ubican las asesorías, estudios, proyectos, consultorías, contratación de expertos, etc. En ese campo Chile realiza ventas al exterior por un monto de 2.042 millones de dólares, pero se ve en la obligación de comprar externamente servicios de la misma naturaleza que sumaron 3.055 millones de dólares durante el año 2023.
Los cuatro rubros mencionados –transporte, viajes, finanzas y seguros, y servicios empresariales– dan cuenta del 89% de las exportaciones chilenas de servicios y del 78 % de las importaciones. Quedan todavía por analizar otros ítems, como los culturales, comunicacionales, recreativos, digitales, médicos, educacionales, etc. Pero lo ya mencionado permite formarse una idea de lo que sucede en materia de servicios en las relaciones externas de Chile –de lo cual poco se habla en los debates políticos y económicos– y permite complementar los análisis que solo consideran como relevante lo que sucede en el comercio de bienes. Permite también dejar atrás el triunfalismo del que se hace gala habitualmente cuando se abordan este tipo de cuestiones.