Preocupa la falta de urgencia, coordinación y priorización en la puesta en marcha de la LMCC.
A dos años de la promulgación de la Ley Marco de Cambio Climático, que es la base de nuestra gobernanza climática en Chile, preocupa el excesivo retraso en la dictación de reglamentos, en la elaboración de los instrumentos de gestión y la falta de recursos para la puesta en marcha, de forma correcta, de esta norma.
En una investigación realizada por ONG CEUS Chile, hemos monitoreado de cerca la construcción de esta nueva institucionalidad, de los nuevos reglamentos, medidas y de las políticas públicas cuyo objetivo es “hacer frente a los desafíos que presenta el cambio climático” y “alcanzar y mantener la neutralidad de emisiones de gases de efecto invernadero al año 2050, adaptarse al cambio climático, reduciendo la vulnerabilidad y aumentando la resiliencia a los efectos adversos del cambio climático”señalados en el artículo 1° de la ley.
La gestión del cambio climático, definida en el Título II de la LMCC, ha centrado la ambición climática, la definición de objetivos claros y el trazado de medidas y acciones a través de diferentes instrumentos de escala nacional, sectorial, regional y local, principalmente en forma de planes. Entonces, a dos años de la promulgación de la principal ley climática, ¿Cómo avanza Chile y su nueva gobernanza?
Los 11 Ministerios tienen a su cargo la elaboración de 19 planes sectoriales de mitigación y adaptación, todos en distintas etapas. Unos más avanzados que otros, como el Ministerio de Agricultura que ya cuenta con los Planes Sectoriales de Mitigación y Adaptación, aprobado por el Consejo de Ministros, versus el Ministerio de Defensa, que acaba de presentar su anteproyecto de Plan de Adaptación para Zonas Costeras. Esto refleja cómo cada Ministerio ha ido desarrollando estos instrumentos, de forma variable, algo difusa y por momentos, confusa para quienes no cuentan con las herramientas más acabadas respecto de sus contenidos, en especial para los procesos de participación ciudadana, considerando además la necesidad de adecuar los estándares en miras al Acuerdo de Escazú.
La pregunta que nos cabe aquí es ¿Tenemos la capacidad, como país, de coordinar casi 500 planes? La duda es legítima en una semana donde hemos visto cómo en la dictación del reglamento de ley de plásticos de un solo uso, el Ministerio de Medio Ambiente no cumplió con el plazo de los artículos transitorios ¿Nuestra burocracia será capaz de resistir y empujar el cumplimiento de los compromisos establecidos y de las necesidades técnicas para cada sector? ¿Tenemos de forma clara el presupuesto establecido para ejecutar de manera responsable, pero con suma urgencia, estos instrumentos de gestión?
A nivel local la cosa tampoco se ve mejor. Los avances en los Planes Regionales nos entregan solo 8 regiones con avances y en el caso de los Planes Comunales de Acción Climática, estos casi no han tenido mayor progresión, ya que parece no existir una prioridad ni presupuesto municipal en su desarrollo. Es de suma relevancia que a nivel menos centralizado se considere establecer los lineamientos respecto a mitigación y adaptación. Hay que tener en cuenta que nuestro territorio es particular en su geografía, necesidades y vulnerabilidades y que, por lo mismo, el empoderamiento para que las organizaciones locales realicen sus levantamiento sobre las directrices para enfrentar la crisis climática y ecológica debe ser del todo relevante.
Preocupa la falta de urgencia, coordinación y priorización en la puesta en marcha de la LMCC. Preocupa, sobre todo, en un país que vive las consecuencias de la crisis climática, con temperaturas cada vez más extremas y con eventos meteorológicos que nos llevan a tener a miles de hogares sin luz por una semana. Seguir esperando solo agudiza las desigualdades existentes, produce pérdidas y daños irreparables en todas las escalas y aleja a la ciudadanía de verdaderas herramientas de resiliencia ante esta triple crisis planetaria que vivimos. Es hora de que el gobierno ecológico demuestre efectivamente sus prioridades y comencemos a pasar de la elaboración eterna de planes, documentos y estrategias a las soluciones reales.