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Tu contraseña ya no sirve: la llegada de la tecnología cuántica Opinión

Tu contraseña ya no sirve: la llegada de la tecnología cuántica

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Rodrigo del Río Joglar
Por : Rodrigo del Río Joglar Doctor en Lenguas y Literaturas Romance por la Universidad de Harvard. Máster en Ciencias de la Computación UC. Actualmente, enseña en la Facultad de Letras de la misma universidad.
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Chile aún no cuenta con un programa de tecnología cuántica.


Imagina que has dejado todas tus llaves al final de un laberinto. Un ladrón que quisiera tener acceso a tu casa, tu auto, alguna caja fuerte, el pequeño cajón de tu escritorio o, incluso, tu diario de vida, tendría que encontrar el camino correcto. Sin embargo, en cada esquina estaría obligado a decidir si doblar a la izquierda o a la derecha. Cada vez que toma una decisión, se le cierra una alternativa, y devolverse lo retrasa y lo pierde. Así, las llaves de tu intimidad estarían protegidas.

Ahora, imagina que en lugar de solo tener la opción de decidir entre izquierda y derecha, el ladrón pudiera recorrer todos los caminos a la vez. Sin duda, llegaría mucho más rápido a apoderarse del acceso a tus más preciadas posesiones. 

Este juego especulativo es del físico teórico Michio Kaku, que en lugar de seres humanos postula ratones perdidos en laberintos, para explicar la diferencia entre nuestros computadoras actuales y la posibilidad de los futuros computadores cuánticos.

Nuestra tecnología computacional contemporánea se sostiene en bits que funcionan de manera binaria, es decir, a través de pares de estados definidos como 1 y 0, prendido y apagado o, en nuestra laberíntica fantasía, izquierda y derecha.

Los computadores cuánticos no funcionan a través de bits, sino de qubits, que no están constreñidos a esta lógica binaria, ya que calculan la probabilidad de que un objeto se encuentre en un cierto estado antes de que se defina, o sea, podrían establecer a la vez la probabilidad de que un cálculo sea 1 y 0, prendido y apagado, o simultáneamente los distintos caminos por los que se puede recorrer el laberinto hasta llegar a las llaves.

Al aumentar su capacidad de cálculo, se incrementan los problemas que estos computadores pueden resolver, pero también aumenta la cantidad de nuevos problemas. Una de las áreas más preocupantes es la criptografía, la serie de técnicas que se usan para asegurar, resguardar y ocultar nuestra información.

En teoría, contraseñas que un computador tradicional demoraría miles de años en descifrar, solo le tomaría horas, minutos o, incluso, segundos a un computador cuántico. Esto quiere decir que los sistemas de seguridad que actualmente protegen nuestra información quedarían obsoletos. 

Sundar Pichai, director ejecutivo de Google, declaró en 2020 que entre 5 y 10 años la computación cuántica rompería para la encriptación actual de nuestros datos. Es 2024: se está acercando el plazo. Sin embargo, la computación cuántica enfrenta todavía muchos desafíos técnicos y es más una posibilidad que una realidad. 

Esto no significa que sea un problema futuro. Actualmente, los hackers están extrayendo enormes cantidades de información para cuando pueda ser decodificada por una computadora cuántica. Por tanto, no es que ya mañana no pueda servir tu contraseña, sino que si tu información ya fue extraída y almacenada, tu contraseña hoy ya no sirve.

Esto se vuelve aún más urgente si pensamos en la ciberseguridad de bancos, corporaciones y sobre todo Estados. Es por esta razón que han surgido iniciativas de tecnología cuántica en diversas naciones, equivalentes a USD$ 38.6 billones, para avanzar en innovación y protegerse de las amenazas de esta nueva etapa. La lista de líderes es esperable: Estados Unidos, China, India, Alemania. Solo Brasil aparece en Sudamérica. 

Chile aún no cuenta con un programa de tecnología cuántica. El 9 de abril se creó la Comisión Asesora Ministerial sobre Tecnologías Cuánticas, integrada por representantes de las universidades más importantes del país. La Comisión tiene cuatro meses para elaborar un reporte. Si pensamos que China tiene un programa desde la década de 1990, definitivamente es esta una carrera donde partimos bien atrás. Esta quizá sea la mejor razón para actuar con mesura, no solo frente a la tecnología, sino a los escenarios de peligro internacional. 

En medio de la guerra, el escritor Michel de Montaigne se jactaba de dejar todas sus puertas abiertas con la excusa de que la dificultad aumentaba el deseo. Tal vez valga la pena seguir su lección, porque tal vez nuestras contraseñas pronto se vuelvan laberintos obsoletos y las puertas a nuestra intimidad digital queden abiertas de par en par.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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