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La lista de Luis Opinión Crédito: Agencia Uno

La lista de Luis

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Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
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No puedo dejar de pedir disculpas por la comparación entre La Lista de Schindler y la de Luis. En la primera, se salvaron de las garras del nazismo; los de la segunda, deben estar pensando en qué momento creyeron que acceder al poder dependía de ser parte del círculo del Padrino chileno.


Lo cierto es que esta serie, estilo Netflix se podría llamar El hombre detrás del poder–, de la que solo hemos conocido el primer capítulo, promete convertirse en la más truculenta de la política chilena, superando con creces a sus antecesoras MOP-Gate, Penta, SQM y Convenios.

A medida que van pasando los días, se van agregando nuevas aristas a esta sórdida historia de las sombras del poder, de cómo funcionaba la trenza que conecta a la política, los tribunales, la Iglesia recordemos la defensa del cura O’Reilly–, el espectáculo y el mundo de los negocios. Oficinas de prestamistas, funcionarios coimeados, peticiones de favores, fiscales recibiendo instrucciones, todo mezclado en un solo teléfono, en una sola lista de contactos. El del hoy preso en la cárcel VIP de Santiago, Luis Hermosilla.

Sin duda, la imagen del abogado esposado, cuando se retira de la sala de audiencias, quedará en nuestra retina histórica como un momento esperanzador para millones de chilenos que esperamos se destape, por fin, una olla de cuyo interior expele el olor más podrido de una sociedad. El de la corrupción, el de la trampa, el del dinero sucio.

Yo no me alegro por el hecho de que Hermosilla esté hoy preso. Pero me tranquiliza, porque creo que es una señal potente para los chilenos que estamos hartos de estas conductas que parecen aumentar en vez de disminuir en democracia. Pero es también una advertencia para quienes están involucrados en esta trama. Espero que la Justicia haga su trabajo y demuestre que eso de caiga quien caiga no es un solo un eslogan.

También espero que esto no termine en clases de ética, ni en acuerdos extrajudiciales como el del raspado de la olla de Moreira, ni menos en que Hermosilla se convierta en el pato de la boda para pagar las culpas de todos, mientras los otros siguen haciendo de las suyas. El caso de Jaime Orpis es el mejor ejemplo de cuando un partido, la UDI, y la clase política dejan caer a uno para salvar al resto.

Pero vamos al capítulo que se agregó la semana pasada a la historia. Al investigado Andrés Chadwick, se sumó ahora el mediático y controvertido exfiscal Manuel Guerra, quien condujo el caso Penta recordemos que modificó el delito de soborno de Délano y Lavín y sobreseyó a Moreira. Los protagonistas pertenecían a la UDI y las esquirlas llegaron al expresidente Sebastián Piñera. Pero, además, se conocieron los contactos y WhatsApps que el Fiscal Nacional y la fiscal a cargo del caso intercambiaron con Hermosilla. Esto, por sí mismo, no constituye una falta o delito, pero en el contexto en que estamos, se requiere de la máxima transparencia y aclaración a la brevedad.

Sin embargo, la arista más compleja la puso el abogado defensor del imputado, su hermano Juan Pablo. Convengamos en que el Presidente Boric cometió un error casi infantil al celebrar en un acto público la detención de Hermosilla.

Primero, porque no correspondía hacer un juicio de un caso en manos de otro poder del Estado, sino principalmente porque le entregó en bandeja una acción de contragolpe al hábil Juan Pablo Hermosilla. Como en una obra teatral previamente ensayada, el abogado aprovechó el error presidencial para subir al ring a La Moneda, e instalar una supuesta persecución política de manos de “su Presidente” Boric. Recordó su pasado de izquierda, la participación de Luis en la Vicaría de la Solidaridad e, incluso, llegó a decir que había firmado por Convergencia Social, en una advertencia al problema de firmas con que Boric inscribió su lista.

Pero Juan Pablo no llegaría hasta ahí. Aprovechó el error no forzado de La Moneda para victimizarse y desplegar una amenaza colectiva nunca antes vista en la historia chilena, advirtiendo a jueces, ministros de Corte y políticos respecto a que estaban “prisioneros” del teléfono de Luis. No sé si el hermano menor de Hermosilla dimensionó la señal enviada, “sabemos demasiado, cuídense”, y el costo que incluso para ellos como bufete de abogados puede tener su salida de madre.

Más que preocuparnos de la muy poco estratégica reacción de algunos ministros y de la pelea entre Hermosilla y La Moneda, de fondo quedará en la retina este acting matonesco para intentar salpicar a todo el mundo, en la lógica de si yo caigo, caemos todos.

Estoy convencido de que este debería ser un punto de inflexión para la política chilena. Más bien, para la elite. Es la hora de develar todas las aristas, todos los ilícitos y sus involucrados, así como todos aquellos mensajes que, aunque no sean constitutivos de delito, sí hayan quebrado la línea de la ética política y empresarial. Es la hora de hacer realidad el caiga quien caiga, porque nuestra política no resiste más estas prácticas gansteriles.

A poco menos de dos meses de las elecciones, es la oportunidad también para que los chilenos castiguen con su voto a quienes forman parte de esos mismos círculos y que no voten por algunos de los alcaldes actuales investigados por corrupción, abuso y acoso sexual.

La lista de Luis Hermosilla puede generar una catástrofe política, que por Dios que sería necesaria. Ojalá que los poderes fácticos que ya conocemos no logren bloquear las investigaciones, que no le pase nada a Luis Hermosilla cuando estamos hablando de una mafia así, yo no descarto nada y, por supuesto, que quienes hoy sufren insomnio por haber sido parte del prestigioso círculo del abogado e intentan recordar en cuantos de los 700 mil mensajes de WhatsApp entregados por la Fiscalía a la defensadel teléfono del otrora hombre detrás del poder están mencionados, den la cara cuando los citen a declarar.

Y, por supuesto, no puedo dejar de pedir disculpas por la comparación entre La Lista de Schindler, con que ironizo en el título de esta columna, y la Lista de Luis. Los que estuvieron en la primera, se salvaron de las garras del nazismo; los de la segunda, deben estar pensando en qué momento se creyeron que acceder al poder dependía de ser parte del círculo de nuestro Padrino chileno.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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