Son muchos los ilícitos que se investigan en este caso, que afectan muy gravemente la institucionalidad y dan cuenta del pisoteo de la probidad por un amplio abanico de personas pertenecientes a las elites política, económica, social y simbólica, de todos los sectores.
Marcel Proust escribió En busca del tiempo perdido, el libro de ficción más largo de la historia. Proust demoró 14 años en escribir las 3 mil páginas que tiene su obra. Leerla y entenderla es un enorme desafío para un buen lector. Pero Luis Hermosilla escribió mensajes de WhatsApp que suman nada menos que 700 mil páginas. Como la plataforma de WhatsApp existe desde hace 15 años, quiere decir que Hermosilla escribió, casi en igual tiempo que Proust, el equivalente a 230 libros más largos de la historia, con la dificultad adicional de hacerlo en un celular. Un récord. Quizás Hermosilla se esté mirando las yemas encallecidas de sus dedos de tanto wasapeo, y esté pensando en buscar su tiempo perdido.
Su hermano y abogado Juan Pablo Hermosilla pidió que todos los WhatsApps se entreguen de una vez, no por goteos ni como novela por entregas, porque eso facilitaría a la Fiscalía hacer “cherry picking”, aquella falacia del razonamiento que selecciona la información más conveniente y entrega solo aquella evidencia que favorece la posición de una sola parte. Mirado así, Hermosilla tiene toda la razón.
Sin embargo, revelar todos los WhatsApps –las 700 mil páginas– de una sola vez, nos hará caer en otras falacias del razonamiento. Una falacia se llama “whataboutism”, que consiste en responder una acusación haciendo acusaciones contra los otros, lo que ya dejó entrever Juan Pablo Hermosilla, porque cuando tenga todos los mensajes del celular, apuntaría el dedo contra todos aquellos que le pidieron favores a su hermano. O sea, Hermosilla utilizará la falacia del whataboutism para diluir la responsabilidad de su defendido con la de muchos otros poderosos que hayan participado de los hechos o de los presuntos delitos.
También conocer todos los WhatsApps de una sola vez puede dar lugar a la “falacia del pez rojo”, que consiste en usar algunos WhatsApps especialmente graves pero lejanos al caso, para distraer la atención de la opinión pública y del juez, para enfocarlos en asuntos distintos de los que involucran a su defendido.
Asimismo, analizar todos los WhatsApps de una sola vez es dificilísimo, tanto como leer y analizar En busca del tiempo perdido de Proust, pero en este caso multiplicado por 230 veces. Ello puede producir la llamada “falacia ad verbosium” o prueba por intimidación, en que los datos que se entregan son tantos, desordenados, complejos y detallados, que hacen muy difícil hilar unos con otros, comprenderlos, y no se logra llegar a ninguna conclusión o bien se llega a una incorrecta.
Por último, como Hermosilla accederá a todos los WhatsApps, ahora también podrá hacer “cherry picking”, seleccionando de esa montonera la información o la evidencia que solo favorezca la posición de su defensa.
Son muchos los ilícitos que se investigan en este caso, que afectan muy gravemente la institucionalidad y dan cuenta del pisoteo de la probidad por un amplio abanico de personas pertenecientes a las elites política, económica, social y simbólica, de todos los sectores. Es probable que se protejan entre sí.
También estos juicios estarán repletos de falacias. Entonces, es muy importante que los medios de comunicación, el periodismo de investigación, la Fiscalía y los Tribunales nos proporcionen la información a los ciudadanos de manera razonada, transparente, en porciones, como una “novela por entregas”, porque será la única forma en que los hechos y responsabilidades sean comprensibles y hagan más posible una justicia efectiva y no discriminatoria.
Es gran una oportunidad para Chile, para todos nosotros, que veamos de una vez esa podredumbre invisible, de pestilencia insoportable, que nos ha ido invadiendo por intersticios y grietas que se ensanchan cada vez más.
Ya no es una crisis política, ni institucional, ni constitucional, ni de negocios, ni social, ni económica. Son todas ellas, pero principalmente una crisis moral que atraviesa a todas las anteriores y que legitima el comportamiento contrario a la ética del ciudadano de a pie.
Hay que apretar la herida y que salga todo el pus infecto, para que Chile sane esta herida y recupere su histórica dignidad.