Publicidad
Releyendo a Allende en la política chilena: a propósito del nuevo libro de Eugenio Tironi Opinión

Releyendo a Allende en la política chilena: a propósito del nuevo libro de Eugenio Tironi

Publicidad
Mauro Basaure
Por : Mauro Basaure Universidad Andrés Bello. Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social
Ver Más

Lo que Tironi pasa por alto es que la historia reciente de Chile se basa en una refundación auténtica: la llevada a cabo por la dictadura militar con los Chicago Boys y Jaime Guzmán. Esta refundación neoliberal no solo cambió las instituciones, sino también las subjetividades de la sociedad chilena.


En su libro Ajuste de cuentas. Salvador Allende y la renovación de las izquierdas (Taurus, 2024), Eugenio Tironi ofrece una controvertida reinterpretación de Salvador Allende. Se inspira en las ideas de Bruno Latour y Richard Sennett para definir la buena política como un “artesanado” que se enfoca en tejer acuerdos y construir soluciones graduales, en lugar de perseguir rupturas radicales o refundaciones.

Para Tironi, la política es un ejercicio de “composición”, un proceso de negociación constante y pragmática que toma en cuenta los recursos del presente, la experiencia del pasado y las instituciones existentes. En un contexto distinto, el autor ya había presentado estas ideas en un texto breve y poco discutido sobre el estallido social de octubre de 2019, titulado El desborde.

Desde esta perspectiva, figuras como Patricio Aylwin, Ricardo Lagos y la primera Michelle Bachelet representan la política artesanal, una que gestiona la gobernabilidad a través del diálogo, los consensos y los acuerdos incrementales. Es en este marco que Tironi también ubica a Allende, no como un revolucionario, sino como un político cuya vocación más propia fue hilvanar acuerdos, componer compromisos.

Sin embargo, esta lectura de Allende resulta polémica. Bajo esta lectura tiende a ensombrecer el hecho de que Allende no solo buscaba hilvanar acuerdos bajo la lógica del artesano (o el médico) que sabe hasta dónde llegar para no destruir tejidos, sino que impulsaba una transformación estructural que desafiaba los cimientos del capitalismo chileno y latinoamericano. Su “vía chilena al socialismo” no era un simple ejercicio de adaptación a las reglas del juego preexistente, sino una apuesta audaz por un cambio radical del orden económico.

Desde esta perspectiva, la visión de Allende no encaja fácilmente en la figura del artesano diplomático que Tironi propone, un político que trabaja con la paciencia de un Craftsman, ajustando y componiendo sin alterar la estructura fundamental.

Lo que Tironi pasa por alto es que la historia reciente de Chile se basa en una refundación auténtica: la llevada a cabo por la dictadura militar con los Chicago Boys y Jaime Guzmán. Esta refundación neoliberal no solo cambió las instituciones, sino también las subjetividades de la sociedad chilena. Aunque Tironi dedica varias páginas a describir esta refundación, parece no extraer la consecuencia crucial: la política “artesanal” que él valora ha operado dentro del marco de esta sociedad refundada.

Tironi reconoce que la renovación socialista se adaptó al escenario neoliberal, pero lo presenta casi como una virtud del artesanado político.

Aquí surge la necesidad de una nueva figura para entender el papel de Allende en la política chilena: la del Baumeister, o “maestro constructor.” A diferencia del Craftsman que trabaja con lo que tiene a mano sin cuestionar las bases, el Baumeister se enfoca en una planificación integral, combinando la visión del arquitecto con la ejecución de un proyecto que transforma las estructuras mismas.

Esta es la figura más adecuada para un Allende que no solo gestionaba la superficie, sino que también buscaba cambios profundos en las bases económicas y sociales de Chile.

En este sentido, Allende estaría más cerca de quienes, hoy en día, argumentan que Chile necesita algo más que una política de “artesanado” que simplemente ajuste y componga lo que ya existe. Para ellos, el desafío es construir alternativas al modelo neoliberal, sin caer en una nueva refundación revolucionaria que arrase con todo. Se trata de reconocer que los cambios profundos en las estructuras (como los de la cocina completa, la plomería o el sistema eléctrico de una casa) son necesarios, pero manteniendo lo que aún funciona y tiene valor.

El Allende Baumeister puede ser rescatado como cercano a la idea de Eduard Bernstein, retomada hoy por Axel Honneth: “El movimiento es todo, el objetivo final es nada”. La política no se trata de asaltar el palacio y refundarlo todo en la búsqueda de un estado final idealizado, sino de un proceso continuo de transformación, ajustes y experimentos. El artesano Aylwin y el maestro constructor Allende pueden compartir cosas, pero son figuras esencialmente diferentes.

En este sentido, Tironi parece malinterpretar la figura de Allende; no era un simple artesano de la política, sino más bien un Baumeister que comprendía la necesidad de realizar transformaciones estructurales sin necesidad de refundaciones. Así, frente a los desafíos actuales, Allende no sería un Craftsman que ajusta piezas, sino un Baumeister que ve la necesidad de una renovación integral que no solo mantenga la estabilidad, sino que también tenga el coraje de imaginar y realizar los cambios estructurales que el país necesita.

El libro de Tironi es un aporte, no tanto para dejarse convencer sino como fermento para pensar una segunda renovación socialista y el lugar de la figura de Allende en ese proceso.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias