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¿Quién lee las memorias corporativas? Opinión

¿Quién lee las memorias corporativas?

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María Ignacia García
Por : María Ignacia García Senior Manager de Auditoría ESG de PwC Chile.
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¿Quién lee las 500 páginas? Esta interrogante tiene muchas dimensiones de respuesta, algunas en tono irónico y reticente, y otras más constructivas y serias. En medio, hay una respuesta que está siendo cada vez más común: la inteligencia artificial.


El mercado de valores chileno tiene una norma pionera en divulgación corporativa integrada. La Norma de Carácter General (NCG) N° 461 del 2021 se adelantó incluso a los nuevos estándares IFRS de Sostenibilidad y Cambio Climático, que apuntan a convertirse en EL estándar global, al recoger la alusión a SASB y TCFD.

La razón de ser de estos estándares es la denominada materialidad financiera de aspectos sociales, ambientales o de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés) y se orientan a que los tomadores de decisión, especialmente inversionistas, puedan contar con una mejor perspectiva de los riesgos y oportunidades de crear valor a largo plazo de empresas y/o proyectos. 

Una de las observaciones del regulador tras los primeros ejercicios de memoria integrada obligatoria en Chile, ha sido la longitud de los documentos. En nuestro estudio “Lo que nos dicen las Memorias Integradas”, enfocado en 40 grandes empresas, el promedio de páginas en 2022 era de 284, con la más larga extendiéndose a 717 páginas.

Un año después, con observaciones del regulador, el promedio para las memorias 2023 de las mismas empresas cae levemente a 250 páginas, con la más larga constando ahora “solo” de 520 páginas.

En el intertanto, sobrevuela la pregunta: ¿quién lee las 500 páginas? Esta interrogante tiene muchas dimensiones de respuesta, algunas en tono irónico y reticente, y otras más constructivas y serias. En medio, hay una respuesta que está siendo cada vez más común: la inteligencia artificial.

La mayor disponibilidad y acceso a herramientas como ChatGPT facilita la “lectura”, análisis e interpretación de la información, así como su análisis comparado, permitiendo extraer y procesar grandes volúmenes de datos, y capturando además elementos menos explícitos, como el tono o sentiment.

El sentiment es un análisis que mezcla lingüística y computación, y que desde el enfoque más básico de contar palabras o conceptos para ver cuál predomina, ha evolucionado a modelos más complejos, que develan la “psicología” tras el relato.

En el análisis financiero y de proyecciones de empresas, se aplica a las presentaciones trimestrales de resultados o los reportes, permitiendo evaluar la evolución de la misma empresa, o su posición respecto a pares ante diversos temas.

Lo interesante de esto es que ya hay esfuerzos deliberados de “cuidar” el lenguaje para efectos del análisis que hacen los algoritmos más allá de los analistas humanos. Pero, por otro lado, abre la puerta a “scores ESG” basados en las interacciones de stakeholders con la marca. Esto ofrece una perspectiva del desempeño o riesgo ESG en tiempo real y basada en conductas en vez de declaraciones. Tiempos exigentes para la coherencia y el accountability de las organizaciones.  

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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