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El reflejo de una sociedad violenta Opinión

El reflejo de una sociedad violenta

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Diego Henríquez
Por : Diego Henríquez Investigador Centro Justicia Educacional UC
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El creciente uso de las redes sociales ha revelado una serie de actos violentos en el contexto escolar. Un ejemplo impactante es el video viral que muestra a un niño con espina bífida siendo agredido por un compañero en un colegio de Isla de Maipo.


Aun en nuestros días persiste una visión de la infancia que la limita a una mera preparación para la vida adulta, una etapa presocial, obviando su complejidad y su valor intrínseco. Esta mirada que minimiza las experiencias de los más jóvenes crea un caldo de cultivo propicio para una mayor vulnerabilidad, haciendo de la infancia y la adolescencia un periodo particularmente susceptible a situaciones de riesgo y exposición a potenciales experiencias adversas.

Las experiencias adversas en la infancia podrían incluir desde el abuso físico y emocional hasta la negligencia y la exposición a la violencia. Son eventos traumáticos que pueden dejar cicatrices profundas en el desarrollo biopsicosocial de los más jóvenes. En contextos como el escolar, muchas veces las agresiones entre compañeros y compañeras se minimizan, lo que impide la implementación de medidas de protección efectivas.

La situación en Chile es un claro ejemplo de esta problemática. La 2ª Encuesta Nacional de Polivictimización, del año 2023, revela una realidad alarmante: los niños, niñas y adolescentes chilenos están expuestos a múltiples formas de violencia, siendo la victimización indirecta –es decir, ser testigos de actos violentos– la más prevalente, alcanzando un 64% en el último año.

Luego le siguen agresiones físicas, 46%; acoso escolar, 36%; y maltrato por parte de los cuidadores, 34%. Estos datos subrayan la urgencia de fortalecer las políticas y las normativas vigentes para proteger a la infancia, una responsabilidad que la Convención sobre los Derechos del Niño de 1989 ha intentado abordar. Sin embargo, aunque se han hecho grandes avances en cuanto a la protección de la infancia, todavía los esfuerzos siguen siendo insuficientes.

El impacto de esta falta de protección se ha reflejado en una serie de incidentes violentos que han conmocionado al país durante el último año.

Uno de los casos más graves ocurrió en Copiapó, donde un alumno fue apuñalado en el cuello con una tijera durante el almuerzo. En Valdivia, otro estudiante fue detenido por portar un arma blanca y una escopeta hechiza. En Huechuraba, un caso de bullying ganó relevancia mediática cuando un niño fue víctima de insultos, agresiones físicas y psicológicas. Según el testimonio de uno de sus compañeros, el niño víctima era obligado a comer en el suelo, le tiraban lápices, lo ahorcaban, lo pellizcaban, le pegaban en la cabeza e incluso lo excluían de los trabajos grupales. Este caso expuso no solo la magnitud del daño causado, sino también la responsabilidad institucional en prevenir estos hechos. 

El creciente uso de las redes sociales ha revelado una serie de actos violentos en el contexto escolar. Un ejemplo impactante es el video viral que muestra a un niño con espina bífida siendo agredido por un compañero en un colegio de Isla de Maipo. En un hecho similar ocurrido en Antofagasta, un joven con trastorno del espectro autista sufrió una brutal agresión por parte de un compañero de su liceo, resultando con graves lesiones, incluyendo una fractura de nariz y daños en el tímpano.

Sin ir más lejos, hace tan solo una semana, se viralizó un violento enfrentamiento entre estudiantes que comenzó dentro del establecimiento y terminó con una apoderada atropellada y otro apoderado apuñalado frente a un liceo en Puente Alto. 

Con el avance de la inteligencia artificial, las formas de ejercer violencia también se han sofisticado. En un caso particularmente alarmante, estudiantes de un colegio en Vitacura utilizó la IA para crear imágenes falsas de desnudos con los rostros de sus compañeras, difundiéndolas en redes sociales.

Estos actos ampliamente divulgados reflejan la alarmante escalada de violencia en las escuelas de Chile, generando preocupación y debate a nivel nacional sobre la necesidad de tomar medidas urgentes para proteger a los y las estudiantes. Lejos de ser casos aislados, estos hechos de violencia reflejan una problemática sistémica que tiene graves repercusiones en la salud mental de las y los jóvenes y que exige una mayor atención por parte de la sociedad chilena en su conjunto.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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