Si el 6.67 % de la población solo genera el 3.0 % de la producción, estamos en presencia claramente de un sector en que la producción por hombre ocupado es menor que en el promedio del país.
Según las estadísticas sobre cuentas nacionales que publica periódicamente el Banco Central, el sector agropecuario, silvícola y pesquero generó en el año 2023 un PIB sectorial igual a 6.095 miles de millones de pesos, en términos reales. El PIB total del país, en el mismo periodo, fue de 203.750 miles de millones de pesos, lo cual nos lleva a que la producción del sector agrícola representó en ese año el 2,99 % del PIB nacional. Podemos acercar esa cifra al 3.0 %, lo que de todos modos es bastante poco.
Al mismo tiempo, las estadísticas del INE señalan que el sector agrícola, pecuario, silvícola y pesquero ocupó, en el último trimestre del año 2023, una cantidad de 618.46 miles de personas. Como el total de ocupados en el país en ese momento ascendía a 9.373.43 miles de personas, eso refleja que el sector agrícola ocupó el 6.67 % de la población total ocupada del país.
Si el 6.67 % de la población solo genera el 3.0 % de la producción, estamos en presencia claramente de un sector en que la producción por hombre ocupado es menor que en el promedio del país.
Sin perjuicio de lo anterior, cabe mencionar que el conjunto de las exportaciones de bienes del sector agrícola, en 2023, fueron de 7.230 millones de dólares, y las exportaciones totales del país fueron de 94.557 millones de dólares. El sector agrícola generó, por lo tanto, el 7.64 % de las exportaciones de bienes del país.
Eso indica que los dólares que el sector agrario genera, como porcentaje del conjunto de dólares que el país obtiene por concepto de exportaciones, es muy superior al porcentaje de producción nacional que genera y de la ocupación que utiliza.
Además, la encuesta Casen, con datos de 2022, llega a la conclusión de que la pobreza rural afecta al 9.9 % de la población, en circunstancias que la pobreza urbana solo alcanza al 6.1 %
Toda esta extraña situación tiene una explicación en el hecho de que los promedios siempre pueden ocultar una realidad en que muchos datos reales están por arriba del promedio y otros están por debajo del mismo, sin que ningún dato de la realidad esté representado por el dato promedio.
Así, por ejemplo, si un hombre gana mil pesos por su trabajo y otro gana 5 mil, el promedio entre ambos es 3 mil pesos per cápita, que es una cifra que no representa la situación de ninguno de los dos sujetos que estamos analizando.
Si traemos eso a la situación agraria que estamos analizando, tenemos que concluir que hay subsectores agrarios en que su grado de tecnologización, capitalización, producción, productividad y rentabilidad es alto, no solo en relación con el promedio del sector agrícola, sino que incluso mayor que el promedio nacional en esas variables que estamos analizando. Es dable pensar que en esta categoría se encuentran la gran industria agroalimentaria nacional y los sectores agroexportadores.
Estos últimos son sectores que están altamente internacionalizados, que exportan montos elevados de la producción agropecuaria y generan una cantidad importante de dólares, en un país altamente abierto a una competencia internacional que exige altos niveles de calidad.
Paralelamente hay otros sectores de muy bajo uso de tecnología, bajo uso de capital financiero o físico, reducido acceso al factor tierra, y que utilizan una cantidad importante de la mano de obra familiar, en forma permanente o esporádica. Son sectores que viven y mueren en plebeyos pesos, producen para el mercado nacional y nunca le han visto la cara a un dólar.
Entre ellos se encuentra la agricultura familiar campesina, que exhibe niveles de productividad por hombre empleado menores que el promedio global del sector agropecuario. Tienen, por lo tanto, una productividad baja en el seno de un sector que –de por sí, en su conjunto y en promedio– tiene baja productividad y exhibe niveles elevados de pobreza.
En otras palabras, el sector agrario es un sector altamente heterogéneo, con desigualdades económicas y sociales superiores a las que se presentan en el resto del país, y con niveles de pobreza también por arriba de la media nacional. Pero toda esta situación solo se pone de manifiesto en la medida que se desagregan las grandes cifras macroeconómicas.