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Vergonzoso sueldo de Marcela Cubillos por no hacer nada Opinión

Vergonzoso sueldo de Marcela Cubillos por no hacer nada

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Silvio Cuneo Nash
Por : Silvio Cuneo Nash Abogado. Doctor en Derecho Penal.
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No olvidemos que las universidades, públicas o privadas, cumplen un importante rol público y, por lo mismo, lo que pase dentro de ellas debe preocupar a la sociedad en general.


Lamentablemente ya no parece sorprender a nadie la corrupción o el reciclaje de políticos por instituciones variopintas que incluyen a las universidades. Ya es usual que exministras(os), exparlamentarias(os), exsubsecretarias(os), etc., una vez que pierden sus puestos de poder, sean recicladas(os) por universidades para inventarles trabajos “académicos”, sin importar la total y absoluta ignorancia por parte de las(os) recicladas(os) de cómo debe funcionar el mundo universitario.

No olvidemos que las universidades, públicas o privadas, cumplen un importante rol público y, por lo mismo, lo que pase dentro de ellas debe preocupar a la sociedad en general. Sin embargo, quienes trabajamos como docentes universitarios vemos con pesar que muchas veces lo realmente importante no tiene tanto que ver con aprender saberes y desarrollar el conocimiento sino con el pago de favores políticos.

La militancia política de rectoras(es), decanas(os), y directoras(es) de escuelas en las universidades, por sobre una trayectoria académica, evidencia la crisis de instituciones que, sometidas a las cúpulas de poder, pierden independencia y, por lo mismo, se ven obligadas a limitar la crítica. De esta forma, muchas universidades y centros de estudios al amparo de estas cumplen un rol legitimante y procuran no incomodar.

Lo que suele suceder ante situaciones de corrupción como las señaladas en los párrafos anteriores es que, lo que primero avergüenza y se oculta, termina normalizándose y el pudor se pierde. Últimamente ha circulado una foto publicitaria de una universidad santiaguina vinculada a la Iglesia católica que muestra con orgullo a Andrés Chadwick como decano de esta junto a una planta docente compuesta por personajes como Jorge Burgos, Felipe Harboe y Marcela Cubillos, que nada aportan a la academia.  

Ser investigador en una universidad significa, o debiera significar, como su nombre lo indica, investigar. Esto es, pasar varias horas al día leyendo, escribiendo, preparando artículos científicos, intercambiando opiniones con colegas, presentando conferencias en congresos, etc.

Por lo mismo, la contratación de la exministra Cubillos con un sueldo de 17 millones de pesos mensuales como investigadora –sin investigar– resulta vergonzoso e indignante y es una prueba lamentable de la crisis académica y valorativa de las universidades chilenas.

En Chile, muchas universidades privadas, incluso más que las públicas, brindan la posibilidad a hijas e hijos de la clase media-baja de poder acceder a un título profesional. Son estas hijas e hijos de trabajadoras(es) quienes deben financiar los millonarios sueldos de los travestidos(as) académicos(as), a quienes parece importar poco cómo se financian sus pagas por no hacer nada.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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