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Los mercaderes de la integridad Opinión AgenciaUno

Los mercaderes de la integridad

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Michel Figueroa
Por : Michel Figueroa Director ejecutivo Chile Transparente
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Es hora de ser responsables y apostar por la seriedad. Construir un país justo y en paz para sus habitantes requiere poner en primer lugar los intereses de la ciudadanía y no de quiénes están en cargos o posiciones públicas.


Llevamos meses bombardeados de escándalos de corrupción, los que parecen no dar tregua, dejando al descubierto un comportamiento moral en la sociedad que creíamos que no existía. Muchos de ellos estaban camuflados en relaciones familiares, de amistad o políticas, pero escondían tráfico de influencias, uso de información privilegiada e incluso posibles delitos de corrupción que están siendo investigados.

Estas anomias que han quedado al descubierto tienen dos características relevantes: operan en el silencio de la oscuridad y buscan revestirse de un carácter de legalidad para no levantar sospechas. En ese sentido, cuando quiénes cometen este tipo de acciones se sienten acorralados, se excusan en afirmaciones como: “están todos los respaldos legales”, “pueden revisar la documentación y antecedentes” o, incluso, “estoy ejerciendo el derecho a mi libertad laboral”, buscando justamente desviar el foco de atención al fondo del problema.

Ahí es cuando asesores y expertos encuentran su oportunidad para poner sus conocimientos en práctica y buscar argumentos que permitan ajustarse a la situación que se busca defender. Movidos por intereses corporativos, partidistas, lucrativos u otros, acomodan explicaciones para defender ante la opinión pública prácticas que sabemos no podemos seguir tolerando si queremos construir una sociedad que sea justa para todos y todas.

La lucha contra la corrupción, las malas prácticas y las irregularidades en el mundo político y en el funcionamiento del Estado, no puede hacerse predicando sin practicar, no puede hacerse amparada en las amnesias temporales que nos hacen omitir nuestras propias malas prácticas y que luego llamamos a no perpetrar. No puede hacerse buscando obtener un beneficio personal.

Es hora de ser responsables y apostar por la seriedad. Construir un país justo y en paz para sus habitantes requiere poner en primer lugar los intereses de la ciudadanía y no de quiénes están en cargos o posiciones públicas.

Urge preocuparse de las personas que con total honestidad luchan por su futuro, sus ideas y sus familias. Demanda la urgencia de buscar soluciones estructurales, porque hoy estamos convirtiendo la lucha contra la corrupción y la promoción de la integridad en una mercancía que puede ser transada, y finalmente, la podríamos estar haciendo de ella, siguiendo la analogía bíblica, “una cueva de ladrones”.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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