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Ausencia de innovaciones disruptivas en el H2V en Chile Opinión

Ausencia de innovaciones disruptivas en el H2V en Chile

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Pedro Sariego P.
Por : Pedro Sariego P. Académico Departamento Ingeniería Mecánica, Universidad Técnica Federico Santa María.
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Chile debe aprovechar esta oportunidad de liderar para el mundo H2V, su producción, transporte y almacenamiento, con visión estratégica, priorizando la innovación disruptiva y el desarrollo tecnológico propio, con el propósito de maximizar beneficios y minimizar los riesgos.


El mundo del hidrógeno en Chile crece, se hace fuerte y se instala como promesa en el imaginario nacional como reemplazo del cobre, de la misma forma en que este reemplazó al salitre. La licencia social que ha alcanzado el hidrógeno en su versión verde (H2V) es un reconocimiento a que da respuestas nuevas e innovadoras a las exigencias del cambio climático y la sostenibilidad de los ecosistemas de los que forma parte. La comunidad nacional deposita esperanzas. 

Por otro lado, el Ministerio de Energía ha propuesto un Plan de Acción de H2V que, de cumplirse, consolidaría a Chile como líder en la producción de energías limpias. Por cierto, hay cuestiones de gobernanza, habilitación de los mercados y otros factores que hay que trabajar para que el H2V se convierta en un pilar de la economía y de la sostenibilidad ambiental del país.

Pero, para que todo esto sea cierto el H2V debe ser tecnológica y financieramente viable. Y al momento no lo es. El petróleo sigue siendo más barato y su operación, traslado y almacenamiento mucho más fáciles. La pregunta es si solo bastarán leyes y regulaciones para que las economías mundiales, en un momento determinado, dejen de usar combustibles fósiles y opten, por ejemplo, por los sintéticos derivados del H2V. 

El camino es la inventiva, la innovación disruptiva, como ocurrió en el mundo de los paneles solares fotovoltaicos, donde la irrupción del grafeno y otros permitió bajar el precio de 20 veces en 20 años de dichos penales. Todo lo demás es pensamiento mágico.

Así, entonces, se puede afirmar que las grandes inversiones proyectadas en Chile en H2V se basan en tecnologías que aún resultan caras o muy caras, y que en algunos casos se sitúan en el límite de la especulación financiera, apostando a ciertos escenarios mundiales catastróficos, como las guerras, que suban el precio de los combustibles fósiles y den oportunidad al H2V y sus derivaciones en el mundo de las energías. 

Por otra parte, el país vuelve a cometer la misma cadena de errores que dejan subyugada su economía y tecnológicamente dependiente. Se pactan convenios de transferencia tecnológica que se habilitan en el país con el aval del Estado. Estos convenios resultan un negocio en el país de origen, dan trabajo a sus connacionales, mientras que el riesgo se corre en nuestro territorio. Si tenemos tecnologías caras y no se cumplen los escenarios, el riesgo financiero lo paga Chile. Y eso es lo más probable que pase.

Al final, los incumbentes ya habrán hecho sus negocios y ganado cámara, los profesionales y trabajadores involucrados habrán ganado lo pactado, y las pérdidas financieras las asumirá nuevamente el Estado de Chile, que es el momento donde todas nuestras ventajas se van a cero absoluto. 

La observación entonces es que debiéramos ser más activos en la búsqueda de innovaciones disruptivas, que reemplacen al conjunto de tecnologías actuales en la producción, traslado y almacenamiento de H2V.  Eso nos posicionaría verdaderamente como líderes mundiales.

Lo anterior significaría invertir en investigación y desarrollo (I+D) y STEM (Science, Technology, Engineering and Mathematics), esto es, ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas para innovar en los campos de interés señalados, formar y apoyar equipos de trabajo que desarrollen tecnologías nacionales en el campo del H2V, agregando valor y reduciendo la permanente dependencia tecnológica, mientras se diversifican mercados y se impulsa el uso doméstico del hidrógeno verde y se impulsa la sostenibilidad ambiental.

Se debe hacer alianza con entidades internacionales que lideran en estas materias, negociando acuerdos justos para las partes, evaluando los riesgos como los niveles de endeudamiento del país y que apunten a fomentar la creación de empresas propias que hagan sinergias a nivel internacional con empresa pares, a objeto de compartir éxitos tecnológicos y financieros, garantizando la gestión de riesgos.

En resumen, Chile debe aprovechar esta oportunidad de liderar para el mundo H2V, su producción, transporte y almacenamiento, con visión estratégica, priorizando la innovación disruptiva y el desarrollo tecnológico propio, con el propósito de maximizar beneficios y minimizar los riesgos de endeudar aún más el país. De paso, sería una bonita oportunidad para cumplir la promesa de pasar del 0,34 % del PIB en inversión en Investigación y Desarrollo, al 1% indicado en los programas de gobierno, cada cuatro años.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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