Como institución, creemos que esta desconfianza no está dirigida a la tecnología en sí, sino que al contexto en el que se usa. La recopilación y manejo ético de datos es un desafío que no se puede ignorar.
Con el reciente reconocimiento del Nobel de Física a quienes sentaron las bases de la inteligencia artificial, surge la pregunta de cómo hoy percibimos el uso de esta tecnología en áreas clave como la salud.
Hace un par de días se publicó la segunda edición del Índice Latinoamericano de Inteligencia Artificial (ILIA 2024), en que Chile se ubicó en el primer puesto del ranking considerando tres dimensiones en el análisis: Factores Habilitantes; Investigación, Desarrollo y Adopción; y Gobernanza.
Este primer lugar refuerza la posición de Chile como referente regional en innovación y desarrollo de IA. Sin embargo, es crucial comprender cómo la sociedad chilena percibe el uso de esta tecnología, como revela la II Encuesta de Percepción Social de la Inteligencia Artificial en Chile.
Uno de los hallazgos más interesantes del estudio es la amplia aceptación del uso de inteligencia artificial (IA) en salud, frente a la desconfianza sobre la entrega de datos privados.
Según el estudio, un 18% de la población identifica la salud como uno de los ámbitos de sus vidas en que IA sería útil, siendo la segunda opción más mencionada luego de la seguridad (19%). Además, la segunda mención más señalada al consultar acerca del uso de estas tecnologías fue “Diagnósticos médicos realizados por IA” (16%), por lo que esta área sería prioritaria al pensar en las aplicaciones de estas tecnologías.
En un país donde persisten las enfermedades crónicas y el acceso desigual a la atención médica, la aplicación de la inteligencia artificial en el diagnóstico y tratamiento médico representa una oportunidad única para mejorar la calidad de vida de miles de personas.
En el Instituto Milenio iHealh desarrollamos soluciones que apoyen al especialista para obtener diagnósticos más precisos y rápidos mediante herramientas basadas en IA. Por ejemplo, la implementación de modelos de aprendizaje profundo, o deep learning, que permiten apoyar a los profesionales de la salud en identificar patrones complejos en imágenes médicas ha mostrado un potencial prometedor para mejorar el diagnóstico temprano de enfermedades como el cáncer y patologías cardíacas.
A pesar de estas innovaciones, los resultados de la encuesta revelan una paradoja interesante: mientras que el 16% de las personas acepta los diagnósticos médicos realizados por IA, un 41% no se siente cómodo compartiendo datos biométricos. Sin embargo, esta aparente contradicción se aclara si distinguimos datos biométricos (como huellas dactilares o reconocimiento facial), que no siempre son requeridos en salud, con datos médicos (radiografías o resultados de exámenes de laboratorio), que se utilizan de forma anónima.
Sería útil que futuras ediciones de la encuesta incluyan preguntas que indaguen en la disposición de la población para compartir datos de salud anonimizados para arrojar nuevas luces sobre la confianza en el uso de IA en salud.
Como institución, creemos que esta desconfianza no está dirigida a la tecnología en sí, sino que al contexto en el que se usa. La recopilación y manejo ético de datos es un desafío que no se puede ignorar. La investigación científica debe comprometerse con el desarrollo de tecnologías transparentes y seguras que garanticen tanto la privacidad del paciente como la eficiencia del sistema.
Con la adopción de la inteligencia artificial en Chile, es necesario continuar el diálogo entre los desarrolladores, los usuarios finales y las instituciones académicas que la impulsan. Solo un enfoque colaborativo y transparente asegurará que la IA en salud sea más que una herramienta poderosa, sino también una fuente de confianza y bienestar para la sociedad.