Publicidad
Un elefante en la innovación Opinión

Un elefante en la innovación

Publicidad
Nancy Pérez
Por : Nancy Pérez Instituto de Tecnologías Limpias
Ver Más

Estamos en un punto de inflexión, donde la innovación, especialmente aquella basada en tecnologías que crecen exponencialmente será clave para avanzar hacia el desarrollo.


Esta columna la escribí el domingo 14 de octubre y no la quise cambiar, hoy reafirmo que tenemos que escucharnos y ponernos de acuerdo. 

La economía crece poco y muchos claman por mejorar las condiciones del país para aumentar la inversión, un camino recorrido por Chile y que pudo haber resultado en el pasado, pero que no necesariamente sea la única respuesta a los problemas actuales que vive nuestra economía. 

Paradojalmente, el progreso tecnológico está en su mejor momento, y el desarrollo económico no sólo tiene que ver con la inversión, sino que también con la innovación. Justamente es lo que se señala en libro “Por qué fracasan los países”, “el desarrollo económico sostenido exige innovación”, que “sustituye lo viejo por lo nuevo en el terreno económico y también desestabiliza la relación del poder con el campo político”. Sin innovación, cualquier crecimiento durará poco, pues, la innovación como bien lo describe Schumpeter, es un proceso de destrucción creativa donde las nuevas innovaciones destruyen viejas estructuras económicas y las reemplazan por nuevas, más eficientes y más acorde a las necesidades de la sociedad.

El Índice de Innovación Global 2024 (GII), elaborado por la WIPO (World Intellectual Property Organization), posiciona a Chile en el lugar 51 entre 133 países. El GII es un intento de mostrar distintas variables que miden el progreso del ecosistema para innovar: el peor desempeño el país lo tiene en resultados de conocimiento y tecnología, ubicándose en el lugar 58 en resultados de innovación (cae 2 puntos en comparación al año anterior) y no tiene un cluster de ciencia y tecnología en los top 100 del mundo. En tecnologías de la información y comunicaciones (ICT), estamos 37 en infraestructura, 21 en importación de servicios y 103 en exportación de servicios de ICT, y esto último en plena revolución tecnológica.

Las disrupciones tecnológicas habilitan el desarrollo económico, es conducido por estas invenciones. Así, ha ocurrido con las cuatro olas de la revolución industrial, hoy supuestamente se está viviendo la cuarta, y Chile claramente no la está aprovechando. Esto es preocupante porque cada vez se acelera más el desarrollo del conocimiento, producto del uso de la inteligencia artificial, la capacidad de generar datos y la capacidad de cómputo. Una muestra de ello la pudimos ver en los premios nobel de química y física, “se reconoce el uso de la informática para resolver problemas no resueltos hace 50 años”, destacó Francisco Doménech en el diario El País. Es tanto el avance científico que se puede lograr, que incluso hay autores que hablan de que estamos viviendo la última revolución industrial (4.0), anticipando la llegada de la “revolución de la información”, donde los datos serán el nuevo petróleo.

Volviendo al libro “Por qué fracasan los países”, donde se muestran ejemplos concretos de países que fracasan en el ámbito económico, los autores destacan que esto ocurre debido a la existencia de instituciones extractivas, esto es, instituciones económicas y políticas diseñadas para perpetuar el poder de una élite, generando un círculo vicioso que conduce al hundimiento del Estado. 

Estos fenómenos, que nos tienen atrapados, estudios de la OCDE lo han señalado como la trampa de los países medio, trampa que incluye la productividad, la institucionalidad, el medioambiente y la vulnerabilidad social. La gran pregunta es ¿qué nos podría sacar de ese lugar (del que claramente podríamos seguir cayendo si no se hacen buenas reformas)? ¿Estará la respuesta sólo en las políticas de ciencia y tecnología? ¿O es hora de mirar más sistémicamente lo que nos pasa como país y poner atención en el funcionamiento de las instituciones? 

El economista británico James Robinson, autor del libro que referí en esta columna, estuvo hace poco en Chile y destacó que nuestro país es el único que podría ser desarrollado en la región, pero que “este modelo no puede continuar”.  En su libro, destaca que para salir del círculo vicioso en el que estamos, necesitamos desarrollar instituciones políticas y económicas inclusivas. Si estamos desarrollando los ecosistemas de innovación, estos tienen que ser inclusivos y tienen que abrir espacio a la diversidad de nuestro país. Creo importante también, especialmente ahora que podremos volver a vivir un nuevo boom de la minería, que aseguremos que la riqueza de los minerales no genere las desigualdades que vimos en el pasado, especialmente en los territorios donde se generan esas riquezas, sino más bien debemos preocuparnos de generar ingresos para el bienestar país. 

Estamos en un punto de inflexión, donde la innovación, especialmente aquella basada en tecnologías que crecen exponencialmente será clave para avanzar hacia el desarrollo. No da lo mismo cómo y con qué políticas crecemos. No cabe duda de que estamos ante una coyuntura política y económica preocupante, y creo que es hora de hacernos cargo y de generar un acuerdo transversal para mejorar significativamente el funcionamiento de las instituciones, el impacto que están generando las instituciones capturadas es demasiado grande, está en juego nuestra oportunidad para ser desarrollados, y creo que es momento de despertar y aceptar que el elefante también está en la innovación.

 

   

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias