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¿Quién gobierna en Chile? Opinión

¿Quién gobierna en Chile?

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Marta Lagos
Por : Marta Lagos Encuestadora, directora de Latinobarómetro y de MORI Chile.
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Los populistas que se lleven todos los votos para la casa intentarán saltar a la fama de la Presidencia, qué duda cabe. Ahí está la fuente del contingente populista, en el voto obligatorio y el castigo a la política convencional.


Me permito volver al tema central de la política: quién gobierna. En una democracia gobiernan los que tienen más votos. Todo lo otro es música celestial. Hoy está gobernando la mayoría desde el Parlamento, que es la oposición. Eso quedó diáfanamente claro en la acusación constitucional contra el juez Sergio Muñoz.

El futuro tendrá cambios respecto de quién gobierna. Estas elecciones municipales serán un cambio de época, por el solo hecho de tener voto obligatorio. A ello se le agrega otra larga lista de acontecimientos que las definirán:

  1. La corrupción en las municipalidades, con más de 600 causas en curso.
  2. La corrupción en la élite con el caso Hermosilla, caso Convenios y otros.
  3. El desplome de la imagen de la Corte Suprema, con jueces destituidos.
  4. La acusación de violación sobre Manuel Monsalve, exsubsecretario del Interior, y la crisis en el Gobierno.

Solo al 30% de los chilenos le interesa la política. El 70% dice que no dice lo que piensa sobre la política, y el 80% dice que se gobierna para los intereses de unos pocos, además de solo un 30% que dice que existe igualdad ante la ley. No hay que explayarse más sobre el tema, sería redundante.

Chile enfrenta así la elección con la peor situación de todos los tiempos, donde la política es vista como la causa de todos los males. Se acabó el ceteris paribus. Ahora todo cambia, nada permanece igual.

Estas elecciones las ganará en cargos y votos la derecha (recuperará alcaldías que perdió en la elección anterior), particularmente los Republicanos, que se llevarán para la casa el voto UDI, muy castigado por la corrupción. Pero la ganarán también los independientes al alero de los partidos, porque las reglas establecidas ponen barreras muy altas para ser independiente de verdad –se requieren miles de firmas para ser independiente, pues los legisladores quedaron asustados después de darles al poder a los independientes en la primera Convención–. Las elecciones, como probaron las dos convenciones constitucionales, son producto de las reglas que se ponen.

El voto obligatorio hará que se paguen todas las cuentas pendientes, una por una, caso por caso. Será un nuevo comienzo para la soberanía del voto. Pasará mucho tiempo antes de que sepamos de nuevo cómo se comporta este electorado. De aquí en adelante el elector tendrá más poder que nunca, como debe ser.

Al mismo tiempo, cambia la naturaleza de la carrera presidencial. A Evelyn Matthei, que ha tenido gran ventaja, le saldrán contendores inesperados. Claudio Orrego es uno de ellos, pues si gana en primera o segunda vuelta obtendrá un número de votos que ningún chileno ha obtenido nunca sin ser Presidente, llevándolo a la papeleta presidencial.

Pero ello, por sí solo, no asegura que Orrego pueda ganar la Presidencia. La demanda incumplida de 2019 se puede manifestar con el voto obligatorio, evitándonos una nueva revolución, si el elector tiene la percepción de que logró deshacerse de los políticos convencionales “malos” y logra elegir a alguien que está “fuera de la caja”, cuyos nombres obviamente aún no conocemos. Ese día ya llegó.

Al mismo tiempo, la elección de un populista puede evitarse si los partidos, el Parlamento, los actores políticos y sociales dejan de hacer más de lo mismo. En las últimas semanas hemos visto solo la profundización de lo mismo.

¿Estamos todavía a tiempo de parar otra explosión de violencia y levantamiento ciudadano? La violencia en el INBA (Internado Nacional Barros Arana), el establecimiento educacional público que simboliza la república, nos indica que esto puede ser un megáfono de lo que se viene, como lo fueron las revueltas del Instituto Nacional en 2019.

Cuidado con creer que esto es solo penal y delincuencial, es también un indicador de algo más profundo. Miren la declaración de los apoderados. Esto es mucho más que unas bombas molotov. En 2019, Marcela Cubillos creyó que lo del Instituto Nacional era solo delictual y puso controles de mochilas, carabineros, etc., agregando parafina a la hoguera hasta que los 30 pesos del Metro produjeron, el lunes 14 de octubre, que 100 estudiantes se saltaran los torniquetes. Esa fue la chispa. La pregunta lógica, entonces, es si lo del INBA es una chispa.

Sabremos por los resultados cuánto se puede enfriar el malestar social, cuántos no irán a votar, cuántos votarán nulo o blanco, cuántos elegirán independientes, cuántos votarán por los más populistas. Pero también sabremos cuántos votarán por corruptos o envueltos en escándalos, acentuando el malestar. Eso es lo que hay que mirar el domingo en la noche.

Los populistas que se lleven todos los votos para la casa intentarán saltar a la fama de la Presidencia, qué duda cabe. Ahí está la fuente del contingente populista, en el voto obligatorio y el castigo a la política convencional.

Estamos en una nueva época, donde los mismos de siempre han perdido poder, aunque todavía no lo pierden totalmente. Esperemos que reaccionen antes de que el poder se pierda totalmente y nos cueste décadas, de nuevo, salir de ello. Un populista electo con mayoría puede tener incluso más poder que un dictador que llega con tanques, pues tiene la legítima venia (por el voto) de la gente. Es cosa de mirar a Bukele. Esas son las nuevas “dictaduras elegidas” que América Latina ha instalado.

Estas elecciones no tienen nada de las viejas y nada de regular. Son el comienzo, con tropiezos, pero el comienzo de la  nueva época. Este Gobierno será el último de la vieja época y el puente con la nueva época. Será (ya es) el Gobierno de los monstruos de Gramsci. Monsalve simboliza en todo su esplendor un monstruo del cambio de época, al punto que confunde incluso a los que llevan las banderas de la nueva época que se tropiezan con sus propios dichos.

Gramsci en todo su esplendor.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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