Como siempre en estas COP, la pregunta es si los países realmente darán prioridad a estos temas para avanzar en estos compromisos cada día más urgentes o después de dos semanas de negociaciones seguirán excusando sus incumplimientos.
Hace ya más de 30 años que los países se reunieron en la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro, para buscar y acordar soluciones a los problemas ambientales que nuestros modos de vida estaban generando. Entre los principales resultados de esa cumbre los Estados acordaron tres convenios clave: el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CBD), la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC) y dos años más tarde, la Convención de Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CNULD). Todos estos convenios han sido ratificados por Chile.
Desde entonces las delegaciones de los Estados se reúnen, aproximadamente cada dos años, en las Conferencias de las Partes –las famosas COP– para adoptar decisiones que permitan avanzar en el cumplimiento de los objetivos comprometidos en cada Convenio. Este año, desde el 21 de octubre hasta el 1 de noviembre, se lleva a cabo la COP 16 del Convenio sobre Biodiversidad en la ciudad de Cali, Colombia, bajo el lema “Paz con la Naturaleza”, donde se reúnen más de 15.000 personas entre ellos 12 jefes de Estado, 103 ministros o ministras de ambiente y más de mil periodistas de todo el mundo, esta vez con una importante participación de pueblos indígenas.
Para recordar donde estamos frente a los compromisos que han asumido los gobiernos revisemos la historia de este Convenio.
El Plan Estratégico de Biodiversidad y el fracaso del Plan 2010-2020
El 2010, los Estados parte acordaron un Plan Estratégico con una visión al 2050 de “un mundo que viva en armonía con la naturaleza”. El Plan incluía 20 metas (conocidas como Metas de Aichi) orientadas a revertir la pérdida de biodiversidad, las que se debían cumplir al 2020. Sin embargo, el 5º Informe Perspectivas Mundiales sobre la Diversidad Biológica confirmó lo que muchos temían: a pesar de los progresos reportados en algunas de las metas, ninguna de ellas se cumplieron plenamente.
Aún más preocupante, el informe de evaluación de la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa de Biodiversidad (IPBES 2019), el más relevante en la materia, señalaba que estamos frente una pérdida de biodiversidad y extensión de especies sin precedentes en la historia de la humanidad, agravada por el cambio climático y la contaminación. Entre las principales causas, o “los impulsores” (como señalan los informes) de la pérdida de biodiversidad está la forma en que producimos, consumimos y comerciamos bienes y servicios. Aunque los gobiernos evitan nombrarlo así, todo esto está en la base del modelo de desarrollo económico actual. El informe destacaba, además, la relevancia de los pueblos indígenas y comunidades locales como actores clave para revertir esta pérdida, ya que son quienes habitan más del 80% de los ecosistemas aún conservados del planeta, pero paradójicamente son amenazados y criminalizados por defender los territorios.
A pesar de este fracaso y frente a la urgencia de avanzar en acciones para revertir la pérdida de biodiversidad, los Estados parte acordaron elaborar un nuevo plan para la década siguiente. Esta vez el Plan es aún más ambicioso y debe recoger las lecciones aprendidas del fracasado plan anterior.
El Nuevo Marco Mundial de Biodiversidad Kumming Montreal 2022-2030
A fines del 2022, durante la CoP15 en Montreal y después de dos años de retraso por la pandemia los países adoptaron un nuevo Marco Global de Biodiversidad, esta vez más ambicioso que el anterior. El Plan de Trabajo actual tiene 23 metas organizadas en cuatro objetivos estratégicos que deberán cumplirse al 2030: Proteger y restaurar los ecosistemas y detener las extinción de especies amenazadas, gestionar la biodiversidad de manera sostenible, compartir de forma justa y equitativa los beneficios derivados del uso de los recursos genéticos, protegiendo los conocimientos tradicionales y asegurar los recursos y capacidades necesarias para implementar este nuevo marco, apoyando especialmente a países en desarrollo.
En la introducción se destaca que la implementación de todo el Marco debe seguir un enfoque basado en los derechos humanos incluyendo el derecho a un medio ambiente limpio, saludable y sostenible. Además, el nuevo Marco reconoce en todo su texto a los pueblos indígenas y comunidades locales como actores fundamentales en la conservación de la biodiversidad, subrayando la necesidad de respetar, documentar y preservar sus conocimientos tradicionales, cosmovisiones y prácticas, siempre garantizando su consentimiento libre, previo e informado.
¿Cuáles son los temas clave de esta CoP 16?
Con un nuevo Plan de Biodiversidad, lo más relevante de esta CoP será cómo pasar de lo comprometido en el papel a la acción. Los países tenían que presentar sus Planes Nacionales de Acción con metas e indicadores para reportar su cumplimiento. Sin embargo, solo 35 países entregaron sus planes de acción completos, en Latinoamérica, sólo Colombia, México, Cuba y Surinam lo hicieron. Chile, llegó con la tarea hecha a última hora, con un Plan de Acción incompleto y consultado solo en pocos talleres en la capital de Santiago. Todos deberán completar sus Planes el 2025 mientras avanzan a la vez en su implementación.
Otro tema relevante y vinculado al anterior será el financiamiento. Dos de las metas del Marco Mundial de Biodiversidad abordan la necesidad de lograr recursos financieros para la protección de la biodiversidad. La meta 18 busca eliminar gradualmente las subvenciones a industrias con efectos negativos en la diversidad biológica y la meta 19 propone movilizar 200 mil millones de dólares anuales para la biodiversidad al 2030 y aumentar el financiamiento de los países desarrollados a los países en desarrollo. Dentro de esta negociación son crecientes las voces e iniciativas que buscan aumentar el financiamiento directo –no mediado por gobiernos– a las comunidades indígenas y locales, considerando que ellos están en los territorios donde se encuentra la mayor parte de los ecosistemas aun conservados y mantienen prácticas y conocimientos tradicionales que contribuyen significativamente a su conservación y restauración.
Esta también ha sido la COP de los pueblos indígenas. Desde la inauguración han tenido gran visibilidad y existen múltiples eventos que están abordando sus propuestas, experiencias y amenazas. En el Caucus indígena se reúnen todos los días para acordar posiciones y llevarlas a los espacios de negociación. En Latinoamérica, la región con más muertes y amenazas a defensores ambientales es clave la agenda por garantizar su seguridad y derechos. Un avance importante que se espera lograr en esta COP será la creación del Organo Subsidiario del artículo 8j que trata sobre conocimientos tradicionales. Los pueblos indígenas, la justicia ambiental y los derechos humanos, atraviesan todas las conversaciones y negociaciones.
Como siempre en estas COP, la pregunta es si los países realmente darán prioridad a estos temas para avanzar en estos compromisos cada día más urgentes o después de dos semanas de negociaciones seguirán excusando sus incumplimientos, mientras cada día los ríos, mares, bosques, humedales, montañas, salares, se siguen sacrificando por el desarrollo.