Sebastián Edwards destacó que Argentina podría aventajar a Chile en un escenario futuro, mencionando los cambios radicales que están ocurriendo al otro lado de la cordillera. Lejos de verlo como una advertencia negativa, veamos este momento como una oportunidad.
La presentación de Sebastián Edwards en el Encuentro Regional de Empresas (Erede 2024) del Biobío trajo consigo una reflexión que, si bien inquietante, puede ser el punto de partida para una mirada optimista hacia el futuro de Chile. Edwards destacó que Argentina podría aventajar a Chile en un escenario futuro, mencionando los cambios radicales que están ocurriendo al otro lado de la cordillera. Lejos de verlo como una advertencia negativa, veamos este momento como una oportunidad para que Chile repiense su trayectoria y su futuro.
Los países atraviesan procesos de búsqueda y error en la construcción de su historia. Lo hemos visto en el pasado y lo estamos viendo ahora. El milagro chileno de las últimas décadas ha sido un ejemplo de éxito para la región, pero los últimos diez años han traído consigo desafíos que, aunque difíciles, forman parte de un ciclo natural de reajuste y aprendizaje. La clave está en no ver los reveses como fracasos, sino como momentos de reflexión que nos permiten corregir el rumbo.
Es fundamental que la sociedad chilena entienda esta última década como una fase más de ese proceso. Es precisamente en los momentos de incertidumbre cuando se nos da la oportunidad de tomar las lecciones necesarias para construir un futuro más sólido, basado en el conocimiento bien fundamentado y las experiencias que han demostrado ser exitosas.
No se trata de imitar ciegamente modelos extranjeros, sino de encontrar soluciones que respondan a nuestras propias particularidades, manteniendo siempre presente la importancia de la innovación, la productividad y la calidad de vida de nuestra gente.
Chile tiene una historia rica en enseñanzas y logros, que nos muestra que, a pesar de las adversidades, siempre hemos encontrado la forma de avanzar.
Hoy nos encontramos en un gran momento para construir el Chile que queremos, uno donde la calidad de vida sea una realidad para todos y no solo para algunos. Debemos aprovechar este momento para reformar, mejorar y, como sugiere Edwards, derogar y reemplazar las estructuras que ya no funcionan, siempre con una mirada moderna y propositiva.
En lugar de ver las comparaciones con otros países como una amenaza, debemos utilizarlas como un impulso para seguir adelante, aprendiendo tanto de nuestros vecinos como de nuestra propia historia. Es un llamado a la acción, a la responsabilidad de cada uno de los actores de nuestra sociedad para construir un país que, sobre todo, mire hacia el bienestar común y al desarrollo integral.
Es momento de que Chile renueve su compromiso con su propio crecimiento y con el bienestar de su gente. La historia nos ha demostrado que los desafíos son inevitables, pero también lo es nuestra capacidad de superarlos y construir un mejor futuro.