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La mentalidad televisiva de Max Luksic Opinión

La mentalidad televisiva de Max Luksic

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“Uno no elige dónde nacer, pero sí dónde servir”, fue el eslogan de Max, el candidato y ya no el ejecutivo, como vemos en el video con el que oficializó su campaña.


El hijo de la fortuna más abultada de América Latina se transformó en alcalde, con el respaldo de la derecha tradicional, renovada y extrema, y la postura opaca del holding comunicacional que su padre controla, con Canal 13 a la cabeza, devenido al conservadurismo; una posición ventajosa frente a sus rivales políticos, pero peligrosa para la salud de la democracia.

Maximiliano Luksic Lederer o Max, para la prensa local se transformó en alcalde de la comuna de Huechuraba (Región Metropolitana) con 23.971 votos (38,4%). Compitió con el apoyo de Chile Vamos –Unión Demócrata Independiente (UDI), Renovación Nacional (RN) y Evópoli–, Demócratas, Amarillos y el Partido Republicano. 

Luksic oficializó su candidatura el 1 de julio recién pasado, apenas dos meses después de haber renunciado a la dirección ejecutiva de Canal 13. Con 32 años, “Max”, hijo del magnate Andrónico, asumió el cargo en 2019, meses antes de la revuelta social de octubre. La prensa lisonjera con la derecha local lo retrató como quien “trabajó lavando platos en la cadena hotelera cinco estrellas Shangri-la en Beijing” y que “nunca dijo quién era ni a qué familia pertenecía”, como si esto fuera prueba de meritocracia y su gusto por el fútbol, los churrascos, las lentejas y los huesillos fuera su sello de chileno de a pie, también mencionado en los medios.

“Max” era un veinteañero cuando desembarcó en Canal 13 en 2016. En tres años, antes de asumir la dirección ejecutiva, ocupó varios puestos en la cima de la pirámide de la empresa mediática. En una entrevista con El Mercurio en 2018, la primera a ese medio, se refirió a Canal 13 permanentemente como un negocio: que no es “una beneficencia”, que no buscan que el canal incremente el patrimonio familiar sino un “equilibrio”.

Sus escuálidas referencias al canal como proyecto comunicacional con la responsabilidad social y la ética periodística que implica este giro de negocios fueron que es importante innovar, buscar nuevos negocios y contenidos y que “las noticias sean transparentes”, que se sepa “que no hay influencias manejando las cosas ni la información”.

Pero esta historia tiene un preludio. En 2010, el Grupo Luksic pagó US$ 55 millones por el 67% del Canal 13 de propiedad de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Sería un socio estratégico. Sin embargo, en 2017 el Grupo Luksic adquirió el porcentaje restante y acabó con más de 50 años de historia de la estación católica.

Así, el grupo encabezado por el multimillonario Andrónico Luksic Craig, que capitanea la familia más rica de América Latina según Forbes, con un patrimonio de US$ 25.7000 millones a 2024, tomó las astas de una de las tres cadenas televisivas chilenas con cobertura nacional y un conglomerado multimedial (Canal 13 SpA) que incluye, también, radios, sitios web y canales por cable. 

Acaparador mediático por osmosis

“Uno no elige dónde nacer, pero sí dónde servir”, fue el eslogan de Max, el candidato y ya no el ejecutivo, como vemos en el video con el que oficializó su campaña. Su sillón en Canal 13 aún no se enfriaba cuando dijo a la prensa que tenía ofrecimientos políticos. Lo cortejaban desde el Partido Republicano hasta Amarillos, es decir, entre el ala ultraderechista y la vertiente renovada, pero igual de conservadora, de la derecha chilena.

Según un perfil que publicó El País edición chilena, Max Luksic se reunió a fines de abril, cuando aún no renunciaba a la dirección ejecutiva del canal, con los distintos partidos de derecha “para ver espacios en los que aportar”.

“Max” capturó una abultada cobertura mediática: si buscamos “Max Luksic Huechuraba” y “Carolina Rojas Huechurabasu competencia más fuerte que quedó en segundo lugar con 33,85% de las preferencias–, en Google los resultados son abrumadoramente desproporcionados en favor de las apariciones del candidato de la derecha, mientras que Rojas aparece en notas que se refieren a varias candidaturas. 

Los resultados son parecidos si repetimos la búsqueda en los sitios web de medios específicos. Los énfasis en las notas publicadas sobre Luksic destacan su relación con una actriz, los equipos que sostienen la campaña, las diferencias que dice querer establecer con su familia, las declaraciones de que busca romper prejuicios… En el caso de Rojas, atrae la narrativa de niño rico vs. niña pobre y aparecen los contenidos de sus cuentas oficiales en redes sociales (IG, X, Facebook, LinkedIn) o en sitios oficiales como el del municipio y de la Asociación Chilena de Municipalidades.

¿Habrá otro candidato, independiente, por cualquiera de los pactos, a una alcaldía de una comuna en la Región Metropolitana que tuviera la cobertura mediática en volumen y simpatía como la que atrajo Max Luksic?

Compro proyecto comunicacional 

La influencia de los actores más poderosos sobre qué hablan los medios y desde qué perspectivas no es siempre un fenómeno directo, unidireccional o explícito. Aunque a veces sí: como cuando las empresas de Juan Sutil retiraron publicidad de CNN Chile tras acusar a la señal de cable de cubrir sesgadamente la revuelta social en 2019.

El mismo Sutil quien fue candidato a consejero constitucional manifestó interés en comprar La Red, como el expresidente Sebastián Piñera ya había hecho antes cuando adquirió Chilevisión, y tantos otros políticos profesionales antes que él se volvieron magnates mediáticos. El asunto es más cómo las élites se alinean en ánimos o climas de épocas que coinciden en los principales problemas de la agenda y cuáles son las aproximaciones más legítimas en ese debate público. 

Por ejemplo, en el segundo lustro del Grupo Luksic en Canal 13, los matinales se transformaron en la locomotora de la programación, espacios mutados a infoentretenimiento apetecidos por alcaldes, parlamentarios, candidatos de turno y “opinólogos”.

Como afirmó Amaro Gómez-Pablos cuando pasó de ser ancla del noticiario central de TVN a conductor del matinal del Canal 13, los ejecutivos que lo contrataron, el mismo Max Luksic incluido, le dijeron que no se lo tomara tan en serio, que fuera más light, que los matinales son “los depositarios de la línea editorial del canal”, “un tercio de la programación” y “el lugar donde ahora estaban los políticos porque en los matinales hay una conversación más generosa, que no se corta en 20 segundos”.

Un estudio del Consejo Nacional de Televisión (CNTV) sobre matinales y noticiarios evidenció que, entre septiembre y diciembre de 2023, Teletrece dedicó su mayor tiempo a temas policiales/judiciales (21 por ciento); en Tú Día –el actual matinal de Canal 13– estos temas ocuparon el segundo puesto (17%), solo detrás de meteorología o medio ambiente.

Un estudio extenso sobre pluralismo en televisión que abordó programas de debate político, noticiarios y matinales arrojó resultados paupérrimos en cuanto a diversidad, transparencia en las líneas editoriales, concentración en la propiedad, captación de audiencias y de inversión publicitaria en los canales de televisión de cobertura nacional. El estudio, dirigido por la académica de la Universidad de Chile Chiara Sáez, concluyó que los chilenos también perciben una oferta televisiva poco pluralista. 

El “Informe Nacional 2024: Consumo de Noticias y Evaluación del Periodismo en Chile”, de la académica de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso Claudia Mellado, muestra que el consumo que las audiencias hacen con el objetivo de obtener información noticiosa de Canal 13, entre otros medios cercanos a la derecha, como El Mercurio, es más alto entre quienes se ubican más cerca de la derecha política. En este clima político-mediático navegó la candidatura de Max Luksic. 

Nada es bueno ni malo, salvo en el pensamiento

La línea editorial de Canal 13 menciona ideas generales y declaraciones de buenas intenciones, como promover el debate y el pensamiento crítico por sobre la superficialidad y simplificación; en pantalla, se han declarado abiertos a la diversidad sexual, el pluralismo y sensibles a los femicidios. Se habla de objetividad, un ideal para el periodismo, y dar voces a todos, menos a discursos extremos; todas máximas que pueden ser aplicables a cualquier empresa comunicacional que no transparenta su postura sociopolítica y económica. 

Pero la evidencia arroja otra línea editorial: en esa misma empresa mediática, con esos mismos estándares declarados, bajo la gestión de Luksic, en Bienvenidos se leyó al aire, en vivo, el informe ginecológico de una mujer, quizá uno de los momentos más deleznables en la historia reciente de la televisión chilena, y una fiscal denunció a una persona que pretendió pasar como personal de la Policía de Investigaciones para recabar información en una de las casas de interés, para “informar” en un matinal sobre el asesinato de una adolescente que conmocionó a Chile y encendió las alertas hasta de la Unicef

Los perfiles que han publicado diversos medios retratan a un Luksic muy presente en dependencias del canal y que le gustaba, particularmente, saludar a los invitados a los programas políticos. Como señala un artículo en DFMas, así Luksic cultivaba cercanía con diversas figuras del ámbito político invitadas al canal.

En su campaña participaron rostros de Canal 13 como Francisco “Pancho” Saavedra, uno de los más queridos en Chile, y deportistas como el futbolista Esteban Paredes y la atleta Natalia Ducó. Entre sus promesas, Max comprometió llevar a Huechuraba clínicas de fútbol de la Fundación Real Madrid, un ostentoso compromiso. 

Aunque durante los dos días de elecciones Canal 13 mencionó tímidamente un par de veces el antiguo cargo del candidato Luksic, el canal de su papá transmitió en vivo el discurso de triunfo de su orgulloso hijo, quien citó en su alocución una carta publicada en El Mercurio; si esto fuera un bingo: cartón completo.

El multimillonario entró de lleno a la política, ¿qué significa esto? Por el momento la respuesta puede estar en Hamlet: “Nada es bueno ni malo, salvo en el pensamiento”. 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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