El fortalecimiento del Fonasa y su avance hacia el FUS no es más que una suerte de reforma tributaria encubierta, que no significará un mejoramiento de las condiciones de salud de la población.
Recientemente, la tercera subcomisión especial mixta del Congreso rechazó las partidas destinadas a Fonasa y Servicios de Salud, que en conjunto representan el 84% del financiamiento del sector. En efecto, aunque su presupuesto concentra el mayor incremento entre las instituciones públicas, con más de MM$ 636.000, un crecimiento de 4,2%, para financiar los desafíos del Sistema de Salud Público el año 2025 –Listas de Espera, Salud Mental, Atención Primaria, entre otros–, fueron rechazados los MM$ 13.469.929 que contemplaba el proyecto de presupuesto para Fonasa, Servicios de Salud y la Subsecretaría de Redes Asistenciales (Inversión).
¿Cuál es el motivo de este rechazo? Por supuesto que entre tantos programas, glosas y cifras de dinero tan gigantescas es fácil perder el foco y, tal como preguntó alguna autoridad ministerial en la intimidad de la discusión del proyecto de ley por parte de Dipres y Minsal, ¿es bueno este presupuesto o no?
“Siendo la Ley de Presupuesto el principal instrumento de materialización de las políticas públicas”, para evaluar si es bueno o no, hay que mirarlo desde dos perspectivas: una, desde los incentivos que este plantea hacia los incumbentes y, otra, desde lo estratégico que se propone y comunica al sector.
El presupuesto habitualmente se presenta desde “Líneas Programáticas”, donde es fácil reconocer los recursos en: Acciones de Salud en el Nivel Primario, Acciones de Salud en el Nivel Secundario y Terciario para los Servicios de Salud y sus establecimientos, Prestaciones de Seguridad Social, como las licencias médicas y el aporte de Fonasa en la Libre Elección; Autoridad Sanitaria, principalmente la Subsecretaría de Salud Pública; Fiscalización y Regulación, con el financiamiento de la Superintendencia de Salud, Instituto de Salud Pública y Fonasa; Cenabast y otros.
Lo cierto es que este presupuesto no presenta un incentivo o cambio significativo en la asignación de recursos y se sigue postulando el seguimiento histórico del presupuesto de gasto.
El último cambio significativo se hizo el año 2020, con la incorporación del programa Grupos Relacionados de Diagnóstico (GRD), que permitió, en parte, identificar en el presupuesto el financiamiento de los 65 principales hospitales públicos (que representaban el 70% del gasto operacional de los Servicios de Salud), junto con la creación de un programa de financiamiento para la institucionalidad administrativa de las direcciones de los Servicios de Salud, que han mantenido un crecimiento de su financiamiento y gasto al mismo ritmo que el de los hospitales, por sobre el 80% de crecimiento en los últimos 10 años, aun cuando estos no prestan servicios asistenciales.
Otro cambio en ese momento fue la modificación del financiamiento per cápita a la atención primaria, a través de la incorporación de una herramienta capaz de reconocer las determinantes sociales que enfrentan las distintas comunas.
Todas estas propuestas de cambio se vieron detenidas producto de la pandemia y no se ha contado con nuevas ideas de financiamiento y formas de elaborar el presupuesto. De hecho, hasta ahora la principal reforma ha sido la del copago cero, que en resumen es un cambio administrativo, porque los cobros que se hacían de estas prestaciones a los beneficiarios de Fonasa por los Hospitales Públicos eran solo del orden de MM$ 17.000 al año, es decir, el 0,1% de los recursos que se presentan en el Presupuesto 2025.
Ahora, desde lo estratégico para el Minsal y en particular para el Fonasa, el proyecto de Presupuesto 2025 muestra un muy bajo respaldo por parte de la Dipres y el Ministerio de Hacienda, muy distinto a la realidad del año 2023 y 2024 (con la incorporación de más de MM$ 700.000 y MM$ 1.436.000 de aporte fiscal, respectivamente). En cambio, para el próximo año se presenta una disminución del Aporte Fiscal de más de MM$ 400.000, dejando que el mayor gasto descanse exclusivamente en los aportes de los nuevos cotizantes del Fonasa.
Resulta paradójico, entonces, que cuando el Gobierno y sus parlamentarios señalan que se propone fortalecer el Fonasa para encaminarlo hacia un Fondo Universal de Salud (FUS), este presupuesto nos muestre tal reducción, sin que exista una propuesta clara en el Presupuesto 2025 de cómo se mejorarán, con la MLE y con la nueva MCC que se creará, las condiciones de protección financiera de aquellos beneficiarios de Fonasa que resuelven sus problemas de salud en el sector privado, debiendo financiar más del 85% del costo en intervenciones quirúrgicas y hospitalarias.
En consecuencia, el presupuesto del Minsal para 2025, aunque está provisto de buenas intenciones, no logrará generar los incentivos adecuados a la gestión de la red pública y, a fines de agosto del próximo año, presentará los mismos problemas de hoy.
El fortalecimiento del Fonasa y su avance hacia el FUS no es más que una suerte de reforma tributaria encubierta, que no significará un mejoramiento de las condiciones de salud de la población, reafirmando la paradoja que ha presentado la evolución de nuestra matriz de financiamiento público del sistema que, a pesar de haber alcanzado casi los 6 puntos del PIB como gasto en salud, no logra aún disminuir de manera significativa el gasto de bolsillo de los chilenos.