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Una derecha socialcristiana Opinión

Una derecha socialcristiana

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Vicente Hargous
Por : Vicente Hargous Abogado. Corporación Comunidad y Justicia.
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Se trata de una derecha aún en formación, pero la línea ya está trazada.


Los resultados de las elecciones merecen varias páginas para ser analizadas cabalmente. Uno de varios elementos que ameritan reparar en ellos con detenimiento es la victoria de varios candidatos que, siendo en su mayoría de RN, fueron antes miembros de “Solidaridad UC”, el movimiento universitario que el pasado 24 de octubre ganó las elecciones de la FEUC y de la Consejería Superior de la UC. Ambos eventos representan pasos importantes de consolidación de un “lote” de una derecha renovada que se gesta desde hace unos años en nuestro contexto nacional: la derecha socialcristiana. 

Es cierto que el ámbito de influencia de la FEUC es limitado, pero no debe ser menospreciado: no hay que olvidar el impacto que tuvo en su momento el “movimiento estudiantil” de 2011, o el gremialismo en sus orígenes, o la Falange Nacional (futura DC). Por lo demás, la UC tiene en su ADN una vocación pública que ha querido ser asumida desde el origen de Solidaridad.

Y, por otro lado, algunos de sus exmiembros o personas afines no solamente han formado cuadros dentro de partidos políticos –especialmente de RN, un partido con suficiente flexibilidad doctrinaria y horizonte social, donde destacan figuras como Schalper y Cozzi–, sino que también han realizado un enorme trabajo de bases, han levantado candidatos y, este fin de semana, varios de ellos han sido electos en cargos de elección popular en distintas comunas: como alcaldes, Agustín Iglesias en Independencia y Juan Pablo Spoerer en San Pedro de la Paz, y como concejales, Felipe Mancilla, Michael Comber, Rafael Goni y Juan Chomalí.

Considerando el origen de estos candidatos en el mundo de Solidaridad (o cercanos a lo que fue “Construye Sociedad”), podemos decir que quizás estemos presenciando un surgimiento a nivel nacional no solamente de un bloque tribal, sino de la actualización electoral de un ideario: el socialcristianismo de derecha.

Es cierto que antes ha habido cierta influencia del socialcristianismo en la derecha chilena, pero siempre ha sido bastante residual, por la influencia de la matriz liberal-conservadora y del pragmatismo de la derecha (de ahí que, en el pasado, muchos de ellos se hayan ido a la DC o hayan actuado fuera de la praxis política). Quizás, esta vez nos encontremos frente a un escenario distinto.

No se trata, por cierto, de una tesis original. Óscar Landerretche, en una entrevista en El Líbero, señaló recientemente –y no es el primero: Hugo Herrera ha insistido en una tesis similar desde hace varios años– que hoy en la derecha existe una tensión entre tres “almas”, cada una de ellas con una identidad doctrinaria propia, con ideas diferentes entre sí (y con independencia de los partidos y de personalidades o liderazgos concretos).

La primera viene a ser el “Chicago-gremialismo”, la fusión del neoliberalismo con el conservadurismo moral, siguiendo el esquema heredado de 1973. La segunda sería una nueva derecha liberal, que propone una identidad renovada que fusione el progresismo moral con la libertad económica. La tercera, señaló Landerretche, se encuentra en el medio: son los “embriones de una derecha socialcristiana” (no asociada al “Partido Social Cristiano”, enfocado en representar al mundo cristiano protestante desde el centro político).

Se trata de una centroderecha que presenta un relato que pretende hacerse cargo de la crisis social chilena (con un diagnóstico elaborado antes del 18-O), con un aparato conceptual robusto, en línea con la Doctrina Social de la Iglesia. “Eso –dice Landerretche– se llama socialcristianismo: Rerum novarum, la Doctrina Social de la Iglesia; hace compatible mercado con protección social; […] la familia, pero también la empresa; la subsidiariedad bien entendida […]”.

Una derecha socialcristiana, fundada en referentes de claro sentido social, que le dan continuidad con una línea de pensamiento de una serie de autores y políticos católicos relevantes: Gonzalo Vial, Jaime Eyzaguirre, Alejandro Silva Bascuñán, Eduardo Cruz-Coke, los conservadores autores de las leyes sociales, Alberto Hurtado, el padre Fernando Vives Solar, quizás Mario Góngora (ahí está su famoso discurso “Bases espirituales del orden nuevo”). 

Esta perspectiva no pretende ser una “derecha dura” que haga frente a la izquierda octubrista, cayendo en el juego de oponerse a una “derechita cobarde” del momento (algo así revelaría un discurso funcional exclusivamente a un momento político, más que un relato dotado de consistencia para subsistir en el tiempo), porque lo relevante no es la dureza o la blandura, sino la consistencia con los principios.

Por eso, el socialcristianismo no es tampoco un simple amarillismo que no se la juega por la libertad ni por el socialismo, sino que consiste en una propuesta que, desde la derecha, se da cuenta de la insuficiencia del economicismo.

Una derecha que cree que debe haber una alternativa razonable al individualismo, al capitalismo salvaje, al estatismo asfixiante, al progresismo woke. Una visión que entiende la importancia en su relato de la unidad del tejido social, de las tradiciones chilenas y sus raíces cristianas, de la dignidad humana, de la familia, de la opción preferencial por los pobres.

Se trata de una derecha aún en formación, pero la línea ya está trazada. Estos jóvenes liderazgos tienen sobre sí la responsabilidad de trabajar por Chile con integridad y fidelidad a sus principios (no está de más recordar un consejo dado por Landerretche: “Menos Twitter, más libro”). Se trata de un camino que recién comienza, pero no parece descabellado pensar que la derecha socialcristiana llegó para quedarse.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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